terça-feira, 9 de abril de 2013



El Padrino Sebastián Mota era un puro hombre de selva, y tal líder nato que su rostro podía asumir, sin casi cambiar de expresión, un aspecto tan majestuoso y lleno de autoridad natural que nadie se atrevería a discutir ni por un momento una orden suya, como también podía parecer de repente un niño pequeño, tan lleno de alegría y felicidad que los corazones más duros se ablandaban y dulcificaban, queriendo agradarle y amarle. Doy gracias a la Vida por haberme llevado a conocer a tal ser de luz.
La Luz lo impregnaba todo, por dentro y por fuera, a pesar de que, cuando yo lo conocí, ya estaba muy enfermo. Tan luminoso y puro me pareció que casi lo veía transparente; tan simple, que su simplicidad me hizo confundirla, al principio, con ingenuidad; pero enseguida se me reveló, -dandome una lección interna-, como la síntesis alquímica de toda una vida de exploraciones de la complejidad profundísima del alma humana.
Había visto antes fotografías de Sebastián Mota, pero lo que se encontraba ahora ante mí era un delgado anciano de manos sarmentosas, larga barba blanca y tan frágil como una construcción de paja roída por las termitas; parecía estar ya con un pié en esta vida y el otro en la otra; no quedaban en él restos aparentes del hombre legendario, del gigante que fuera capaz de edificar, sin más medios que sus manos, su coraje y el de los hombres y mujeres que le siguieron, una pequeña nación casi independiente en el corazón de la selva más salvaje del mundo.
Asomado a la ventana de su cuarto, en aquella casa abarandada que era el puente de mando desde donde dirigía la nave del Pueblo de Juramidán, rumbo a la Tierra Prometida en las visiones, el Padrino me miraba con gravedad, como preguntándome quien era yo y a qué había venido. Algo violento, porque me faltaron las palabras adecuadas para interesarme convencionalmente por la salud de un ser que se veía claramente que ya no tenía ninguna, preferí pasar enseguida a presentarme a mí mismo.
Así, comencé a explicar al Padrino que consideraba mi paso por Mapiá como una etapa más de una larga peregrinación en busca del conocimiento de la vida y de mí mismo que empezara hacía bastantes años en mi patria, al otro lado del océano... miraba a aquel anciano hombre del mato, analfabeto, que me escuchaba atentamente y que de vez en cuando fruncía el ceño, como estremecido por un dolor sordo que venía de muy adentro, y me preguntaba si tendría alguna idea de donde estaba España, Europa, o siquiera el Océano Atlántico; traté de seleccionar las palabras más sencillas posibles para hablarle de mi caminar y de mis búsquedas, de mis inquietudes, de los libros que leyera, de mis viajes por el mundo, de los Maestros que había encontrado, de las ocasiones en que fuera iniciado y del gran caudal de conocimiento ecléctico que había ido acumulando en mis archivos mentales, a pesar de ser aún tan joven; Hablé de mi encuentro con la Magia en el Brasil y de lo que pensaba sobre el carácter interno o externo de las energías que realmente se incorporaban en el Espiritismo; luego expliqué como había sentido mi primera ingestión de Ayahuasca un mes antes en la Colonia Cinco Mil de Rio Branco y acerca de las intensísimas experiencias internas que provocara en mí la bebida de poder en Boca de Acre, Anhangás y ahora en Mapiá... hablaba y hablaba y mis palabras eran recogidas por el anciano como por un pozo insondable.
Una parte de mí estaba muy contenta, porque jamás había hallado a una persona que escuchara tan bien, tal como si se hubiera vuelto la pura atención; otra parte de mí me decía que aquel rudo canoero amazónico sólo me escuchaba por cortesía y que no estaba entendiendo ni la mitad de mis palabras. Finalmente, mi segunda parte se impuso y fuí sintiéndome desalentado, aburrido y hasta asqueado de tanto hablar de mí mismo. Al fin, me enfrié y callé, casi cortando en seco.
En ese momento, el anciano dió la impresión de crecer y crecer y fortalecerse; su aparente fragilidad desapareció y el gesto de dolor que fruncía su ceño se convirtió en pura determinación. Su mirada parecía contener todo el espacio y su voz sonó calma, pero sorprendentemente firme, cuando dijo:
-Todo eso yo lo sé, porque yo sé.
Y entonces yo me desinflé de una, como un inmenso globo tan sólo de vanidad lleno que de repente se pinchase... y supe que era evidente que él sabía ver dentro de mi alma, y que su saber brillaba tanto y con tal luz propia, que en un instante barrió todas mis arrogantes ínfulas y suposiciones, mi bobo juego de ego y toda la inmadura presunción con que había estado tratando de impresionarle. Volaron todas mis máscaras como arrastradas por un tornado y me encontré en pelota psíquica ante el Padrino, que de pronto parecía un tremendo dios antiguo, un Jehová o un Saturno lleno de poder, dolor y sabiduría; y me ví a mí mismo reflejado en el espejo de sus ojos como un enfermo crónico de ansia divina, loco por la Luz y temeroso, al tiempo, de consumirme en la Llama de la entrega tras la total rendición; un desgraciado estúpido agarrado como una lapa a su intelecto que, a pesar de haber tenido la suerte de vivenciar tantas experiencias, no había sido capaz de aprovechar ni una hasta el fondo, y aún seguía picoteando y buscando; un adicto a la exploración, pero sólo para confirmar lo ya conocido; un espíritu vagabundo más fascinado por la propia búsqueda mental y por sus variados métodos, formas, técnicas y definiciones conceptuales... que por el Objetivo Real Único y Definitivo entrevisto, en cuyo desconocido Reino no parecía tener mi corazón verdadero deseo, prisa, voluntad y pasión de desembarcar y adentrarse, para fundirme y perderme en El, tras atreverme a quemar de una vez las herrumbrosas naves en las que hacía años que erraba por sus orillas...
Me encontré de nuevo caminando por la aldea, de regreso a mi alojamiento, la cabeza gacha, confundido, sin recordar claramente como acabara la entrevista con el Padrino, ni siquiera si me despedí de él. Mapiá me había dado su primera gran lección. Aquel día me avergoncé, en el espejo de su transparencia, de la enorme distancia en años-luz que él me hiciera vislumbrar entre lo que yo creía que sabía y lo que era...




Las veces siguientes que me lo encontré, algunas acompañado por su esposa, la firme y bondadosa Madrina Rita, ya era como si nos conociéramos de toda la vida: yo permanecía muy calladito, sin destacarme para nada ni escribir, y sorbía cada una de sus palabras, que, aunque dichas para todos los presentes, parecía que contestaban exactamente a todas las preguntas que yo hubiera podido hacerle e incluso a algunas que, a pesar de interesarme, ni siquiera estaban aún claramente enunciadas en mi mente.
Lamento que, al recordar sus enseñanzas, las que más asimilé, o las reflexiones que suscitaron en mí, tenga que hacerlo con mi propio estilo, comprensión y exposición y no con sus exactas palabras, como si le hubiera grabado, ya que la simple y alegre forma de expresarse del Padrino, metiendo de vez en cuando por el medio profundos trozos de su propia vivencia o fragmentos de himnos, o de historias de la Biblia contadas de una manera personalísima, adornadas por una rica gesticulación y sonidos onomatopéyicos bien amazónicos, era de lo más sabrosa... Escritores como Alex Polari o como Francisco de La Cal, que, aunque nacido español, lleva muchos años viviendo allí, han sabido registrarla, y a ellos os remito.
De todas maneras, lo que decía era mucho menos inspirador que el tono y el brillo de sus ojos o de su sonrisa cuando lo decía. Eso es intranscribible, mas daba valor total a sus palabras; el valor de aquello que es claro que se sabe porque se ha vivido en todos los niveles del vivir; el valor de lo que en un Maestro es evidente y que, en su esencia, aunque su forma pareciera distinta, coincidía y resonaba con lo mejor que yo había asimilado de mis otros Maestros y experiencias.
Decía que el gran reto del hombre no es encontrar conocimientos, que eso viene por sí solo si uno se mueve mínimamente por su propio camino-corazón, y que cada uno acaba siempre sabiendo perfectamente lo que le conviene. El gran reto es PONER EN PRÁCTICA lo que ya se sabe, o por lo menos intentarlo. El que se logre o no, también viene solo, y en general depende de la ayuda que el Cosmos se digne prestar a su merecimiento. Pero en hacer todo lo posible por merecerlo y en hacer todo lo posible para lograrlo, se halla toda la dignidad y toda la grandeza humana, y ese INTENTO es lo único verdaderamente importante de nuestra experiencia de vida, y lo que nos hace renacer al Espíritu.
Para hacer merecimiento, es necesario lograr purificar al máximo nuestra emoción y nuestro intelecto, y esforzarnos en ser lo más perfectos posibles en nuestras realizaciones, para que el Pensamiento Puro de Dios y su Pura Energía puedan resonar a través de nuestro rendido canal como una fuente que canaliza riego fértil para el mundo.
Antes de intentarlo, hay que examinar a fondo nuestra intención: si humea en ella un mínimo de apego, ansia de protagonismo, de influencia, de lucro, nuestra intención está viciada de egocentrismo y el Intento no podrá salir bien o, aunque salga, más será una fuente de problemas que de satisfacciones para nosotros.
Tenemos que ser, ante todo, bien conscientes de la relación amorosa con nuestra familia y nuestro entorno, y pensar que todo relacionamiento es una oportunidad que ofrece el Cosmos para que alguna de sus partes se armonice con otra que anteriormente estaba en desequilibrio respecto a ella.
Cuando chocamos con alguien, es que nuestros demonios interiores se han visto en el espejo de los demonios similares de un hermano, a cuyo divino espíritu interno debemos agradecerle la oportunidad de que nos permita auto-examinarnos en su fatua personalidad externa. NUESTRO DIABLO es, sobre todo, un constante opositor, un soberbio crítico demoledor que siempre quiere ser el que diga la última palabra; pero lo que más rabia le da es encontrarse enfrente de otro diablo como él o algo peor que él. Ahí, le buscará pelea como hacen los perros, salvo que lo vea tan inferior que pueda despreciarlo; o tan superior, que prefiera pasar prudentemente desapercibido.
Satanás en nosotros, eso que los doctos llaman el ego, la máscara, es solamente la sombra inevitable de la luz que proyecta Dios en nosotros, el Yo, que se convierte en el YO SOY cuando uno llega a hacerse verdaderamente consciente de Lo Que Es hasta el tuétano. Incluso en ese momento, continuará existiendo sombra, es una ley física ineludible mientras vivamos en esta dimension dual, pero la luz será tanta, tan esplendorosa, que lo que quede de sombra apenas servirá para realzarla.
En el momento en que nos hacemos conscientes de nuestra Identidad Esencial con Dios, todo nos está permitido, salvo recaer en la duda o en el temor -la inconsciencia- o en comportamientos indignos de lo que afirmamos que Somos. Si YO SOY, todo se puede explorar, cualquier camino es mío, mientras lo cruce con consciencia y coherencia conmigo mismo... todo lo que llamamos virtud o pecado, bien o mal, depende tan sólo de nuestra intención y actitud ante las cosas. Para mantenerse Siendo es, pues, necesario, examinar continuamente nuestra intención.
Si YO SOY, todo está en mí y si yo soy todo y todos ¿qué enemigos puedo tener?... si hasta el diablo se halla contenido en Dios, es una emanación Suya, como mi sombra lo es de mi cuerpo... y cumple una misión al servicio del Orden Divino, él y sus oscuros, no lo dudéis; ellos están ahí como están en el estadio los obstáculos para el atleta; no para detener su carrera, sino para permitirle mostrar su capacidad de superarlos, para volverse un campeón; ya que no se puede ascender al Cielo, con toda la sabiduría que te exigen a la entrada, sin antes haber conocido las tentaciones, pruebas y caídas de los infiernos y el dolor de la elección incorrecta, así como a levantarte de nuevo y buscar lo mejor sin volver a equivocarte. Para subir al Cielo hay que aprender antes a amar al mismo Infierno.
Realizar el AMOR en uno mismo es trabajar en un cultivo que comienza por la autoestima. Sólo amándose uno a sí mismo se puede amar a los demás y a Dios; pero hay que amarse a uno mismo no por nuestras circunstancias materiales, que nos fueron dadas por la Vida, ni por lo que hemos conseguido aprender, o acumular o destacar... ya que lo mismo que se gana, se vuelve a perder y jamás llega a satisfacernos totalmente. Debemos amarnos por la confianza y la consciencia de que es Dios, nuestro Yo Superior, quien está animando nuestro cuerpo y dirigiendo nuestros pasos. Y debemos amar a los demás y a todo, porque es la misma Presencia quien los anima y nos conecta.
Vivir en el YO SOY significa ser Uno con todo, ser tan amigo de todo y de todos como de uno mismo, pues no hay diferencia... hay que ser amigo hasta del diablo, comenzando por los que llevamos dentro, nuestros defectos; pues tu amistad ya los está transformado en ángeles... pero si se pasan mucho, si abusan de vuestra bondad, apartadlos de vosotros como hizo Jesús, simplemente en nombre de vuestra propia consciencia de YO SOY: "No tentarás al Señor tu Dios..." ¡No hay diablo que se resista a eso! pero es necesario tener mucha autoconfianza, o sea mucha fe, para decirlo convencido... No se ha aportado nada nuevo en espiritualidad desde el tiempo de Jesús que lo supere; ¡Si el Cristianismo fuese comprender y practicar lo que Jesús mostró y dijo, este mundo sería un Paraíso!... pero el Cristianismo de Jesús, el del Nuevo Testamento, casi ni ha empezado todavía.
A quien tiene consciencia del YO SOY no se le ocurre desconfiar, ni mucho menos, hablar mal de ningún ser. ¿ Cómo va a hacerlo si sabe que los otros son uno mismo? ¿Y cómo va a ser orgulloso ni envidioso? ...para eso hace falta que exista algo fuera de uno a lo que compararse. El sentimiento de separatividad con respecto a cualquier otro ser es el síntoma mas claro de que uno se ha encerrado en la trampa de la ilusión. Si algo nos parece opuesto a nosotros, es que sólo está ahí para que intentemos unificarlo... unificar, sintetizar, conciliar, ese es el trabajo del Hombre sobre este mundo.
La primera desconfianza demoníaca, la peor de todas, es LA DUDA acerca de la propia identidad y potencialidad divinal... Nos vemos a nosotros mismos tan insignificantes y llenos de pobredumbre que nos parece irrisoria la idea de que sea Dios nuestra verdadera Identidad... entonces preferimos situarlo, como una vaga abstracción, en un Cielo mítico, y justificar nuestra negligencia en ponernos al trabajo de Ser, llamándonos pobres hombres mortales pecadores, y arrojando la toalla antes de comenzar el inevitable combate que hay que librar para que se desarrolle nuestra semilla. Pero yo os digo que no os podreís llamar hombres o mujeres, ni siquiera pobres hombres o mujeres, si no creéis en las potencialidades de vuestra semilla divinal y si ni siquiera realizais el Intento del desarrollo, pues ese intento por llegar a realizarse en el espíritu es lo que diferencia al hombre de la bestia, y no esa razón cobarde, que sólo os sirve para minusvaloraros, comparar y dudar.
Los que reprochan al ESPIRITISMO que sus mediums se abran a la manifestación de cualquier espíritu, y no sólo al Yo Superior y a la guía de los grandes Maestros Ascendidos, son tan soberbios como aquellos que reprochaban a Jesús que se dejase acompañar por las prostitutas, los publicanos, los pecadores, la canalla... para dar ayuda, valorar y confiar en la transformación de nuestros espíritus propios y espíritus hermanos más descarriados, o sea de más baja vibración, tengan o no un cuerpo de carne, es para lo que grandes espíritus de vibración altísima como el de Jesús han venido a este mundo... El Yo Soy recargando las baterías del Yo Inconsciente, porque el que Es, sabe que ambos son El Mismo.... Quien teme contaminarse por el contacto con un espíritu vagabundo, es que no está demasiado seguro de la protección de su propia pureza... ¡Pero tampoco podemos dejarles que sean ellos quienes impongan las reglas! la incorporación no es para jugar, sino para trabajar, curando, consolando, adoctrinando; cuando un espíritu se pone a perder el tiempo de la sesión con travesuras o charla intrascendente, ¡Firmeza!, hay que mandarle que suba y darle turno al siguiente...
Todo el mundo es MEDIUM, todo el mundo es canal, estos cuerpos de carne y estas mentes inteligentes no fueron creadas para otra cosa sino para que hicieran de tronos y herramientas del Espíritu de Dios sobre el Plano Físico, eso es lo que es un medium, un medio de expresión de El Que Es... ¿que por qué hay más mediums entre la gente ignorante que entre la culta? Pues, simplemente, porque cuanto más se intelectualiza el ser humano, más orgulloso está del conocimiento adquirido, más importante y único y elegido y diferente se siente, y ésto, claro, lo separa de los demás, del Todo, y al sentirse separado, al perder la conexión visceral con el resto del Ser que somos, o sea, al perder el amor, ya no puede sentirse Uno con Dios, que es el Todo, y sin ese sentimiento, no hay canal posible. Pues ¿cómo va a manifestarse en mí algo diferente de mi mismo? ¿Cómo va a hablar el Ser en mí si no soy capaz de acallar un momento a mi vanidad?... Pero si eres humilde y pequeño, dentro de tí cabe la infinitud del Universo...
...¿Que cómo diferenciar en la miración entre LAS VISIONES DEL YO Y LAS FANTASÍAS DEL EGO? El corazón lo sabe, vaya si lo sabe, pero si tú no te has acostumbrado antes a prestar atención a la voz pura de tu corazón...¡pues es muy fácil que lo confundas con los delirios de grandeza y de trascendencia de la personalidad!... Pero mira una cosa que los diferencia: el ego siempre presume de haber alcanzado, ganado, conseguido algo... eso es lo que le hace sentirse tan importante; tiene tal complejo de estar vacío que se pasa la vida trepando, pero hasta en sus cantos más triunfales se nota el ansia, y el temor escondido a que su castillo de naipes se derrumbe de repente. El Yo, por lo contrario, es sereno, sereno... y jamás duda ni teme. No necesita presumir de nada ni conseguir nada... Él sabe Quien Es desde siempre, y que lo seguirá siendo aúnque le desnuden, le escupan, lo insulten, le den de latigazos como a un ladrón y maten su cuerpo físico en una cruz, en medio de terribles sufrimientos realmente sentidos. El ego siempre necesita audiencia para sentir su existencia, y para eso está siempre hinchando imagen... el Yo, aunque ni su propio canal perciba toda su grandeza, no tiene que hacer propaganda ¡A poco sensible que uno sea, la Verdad de su humilde vocecilla lo llena todo...!
El SUFRIMIENTO es una prueba obligada en la Escuela de la Vida; como cuando se poda un frutal, o como en un parto, sirve para provocar una valiosa cosecha, tras darnos enormes lecciones intensamente sentidas, acelerar nuestro proceso de comprensión, provocar un estirón, un renacimiento. ¡Cuando el propio Jesús pasó por él fue para darnos un ejemplo de como sobrellevar el dolor dignamente, igual que el envejecimiento, la decadencia de la materia y la muerte, que es la última gran prueba del guerrero espiritual...! ¡Pero líbrenos Nuestra Señora de acostumbrarnos a sufrir, de estancarnos en el sufrimiento y e perder la visión de la cara más bella de Dios sobre la Vida! El pesimismo, la desesperación y el morbo son demoníacos; quien deja de creer en la salida a una luz mayor que hay al final de cada túnel, quien se deja derribar, saldrá por fin y seguirá viendo negro túnel durante muchísimo tiempo después y sufriendo por sugestión, aunque brille el sol...
Hay que parar de una vez de quejarse de todo y de todos, de temer, de dudar...¡Hay que APRENDER A SER DIOSES, que para eso es que hemos venido a esta materia! Antes que patrón hay que ser marinero, y antes que regir una estrella, un espíritu ha de revestirse de los cuatro elementos para conocerlos a fondo... ¡Benditos nuestros errores, que son nuestros maestros! ¡Benditas las personas con las que tenemos problemas, pues son nuestros propios problemas los que se ven en su espejo, para que los corrijamos tolerando, superando los roces, perdonando, valorizando a los demás, haciéndonos pequeños y sirviendo!
¡Todo lo que hay sobre la Tierra, todo cuanto ocurre, está muy bien hecho! ¡Quien lo diseñó lo hizo así para nuestro progreso! Más que orar para pedir, ya que nuestro Yo Superior sabe perfectamente lo que necesitamos de verdad y jamás deja de proveerlo, oremos para dar gracias por la Vida y por su perfección. ¡Quejarse, dudar, desconfiar de los demás y de uno mismo, es como orar, pero al revés: sirve para provocar que caiga la desgracia sobre nuestras cabezas!
El trabajo fundamental de un Servidor de La Vida es AMAR Y REZAR; por eso no puede tener dudas en cuanto a lo que significa rezar correctamente: rezar no es dirigirse a un Padre lejano y externo a nosotros para soltar encima de él los lloriqueos de nuestra inseguridad o las quejas y los caprichos ilusorios de nuestro ego; ni mucho menos tratar de adular a Dios o de comprar sus favores a cambio de forzadas promesas... todo eso no son sino actitudes infantiles, indignas de un Guerrero. Rezar, para éste, debe ser, no más, vaciarse de Ego, ponerse en el recuerdo de Quien Es en Esencia, dejar que su antena mental se centre en el YO SOY que anima su espíritu, y pasar un rato conectado y completamente a disposición, ofrecido a Lo Más Alto de Sí Mismo, a las Más Altas Ideas Propias, como limpio y hueco canal, por si Dios desea enviar algo de su Consciencia a esta dimensión inconsciente de Su manifestación en la que vivimos, a través nuestro. Eso es rezar: servir de transmisor entre la Tierra y el Cielo; y no andar mendigando bobadas ni quejándose de bobadas .
Perdidos enmedio de la selva se nos hace evidente nuestra insignificancia: la pequeñez, fragilidad y limitación de la condición humana. Es para derrumbarse a llorar lo inseguro, mudable y efímero de nuestro estado, preñado de ignorancia, de imperfección, de error, de decadencia y de muerte... Lo único que mantiene firme la autoestima del hombre y le da ánimos para seguir viviendo y trabajando para mantener la vida de su entorno, es su dignidad. ¿Y que es la DIGNIDAD? pues no más el recuerdo subconsciente, o la intuición, o el anhelo, o la esperanza o la creencia, de que somos algo más que estos cuerpos de materia cambiante, estas emociones débiles o alocadas y esta razón ansiosa que sólo nos sirve para descubrir nuestras barreras e ilusiones y dudar de todo.
Nosotros tenemos una ventaja: el Daime nos muestra con absoluta claridad que todo el mundo material en nuestro entorno, igual que nuestros cuerpos, es sólo una construcción mental nuestra. También nos hace percibir que la mente que los construyó es Una y Eterna, y que si algo somos nosotros, somos una consciencia, es decir, uno de los ojos inmateriales de esa Mente Eterna que construye los Universos y juega en ellos. Así que el Daime nos da evidencia de que Somos eternamente con Lo Único que de Verdad Es. El Daime me confirma que Yo Soy, más allá de todos mis juegos en la limitación. Con una evidencia como ésta, la firmeza de mi dignidad no debería flaquear ni ante las mayores pruebas del juego del vivir, como no flaqueó ante la pasión, una vez que se entregó, la firmeza de Jesús ni la fe en su Identidad Mayor, a pesar de su humana angustia y de sus terribles sufrimientos.
¿Que significa tener firmeza, la cualidad imprescindible del guerrero o de la guerrera espiritual? Pues sobre todo, ser comprensivo, compasivo y amoroso sin tener lástima, ni de los otros ni de uno mismo. COMPADECER es comulgar con el sufrimiento y limitación de nuestro hermano sin dejar de tener en mente y en lengua que sólo se trata de un ciclo del aprendizaje de un espíritu tan indestructible y eterno como el nuestro; y comulgamos con su pasión hasta ayudarle a superarla, porque Somos Uno y la pasión de ambos y la de todos los seres es la misma. TENER LÁSTIMA, sin embargo, es dejar de centrarse en el Yo Soy, la Realidad Esencial de cada uno y de todos nosotros, para aceptar y difundir la imagen cargada de imperfecciones y limitaciones del ego quejica y pesimista con que nos enmascaramos o nos enmascaran los que no nos valoran. El valor del amor de una madre por su hijo, o de una amante por su amado, radica en que, centrándose en su mejor visión de él, abona y riega su crecimiento en la dirección correcta. La verdadera compasión es estar con el YO de tu hermano cuando te necesita, mas no con sus fantasmas.
FIRMEZA es sujetar atenta, firme y disciplinadamente el tronco de nuestra evolución, para que no se entuerte; ¿Y sobre qué podemos sujetarlo? pues sobre su raiz, que es nuestro sentimiento de dignidad, es decir, de hacernos dignos de Aquella Realidad Mayor que sabemos que Somos. Este SABERLO, no sólo el creerlo, es lo que es la FE; y la firmeza de la fe que nos guía se demuestra no quejándose jamás: ni de los otros, ni de nosotros mismos, ni mucho menos de la vida. Así como uno ve el mundo, el mundo se conforma alrededor; por eso todos somos responsables de que el mundo en que vivimos sea como es.
Ésta es la CUESTIÓN CLAVE del destino y de la potencialidad del hombre: si todas nuestras esperanzas y todos los sueños que impulsan nuestra lucha están dirigidos a la creación de un mundo mejor y a colmarnos con algo Más Grande... ¿No va a ser nuestra Creatividad Divina, la misma que colocó en nosotros ese anhelo, suficientemente misericordiosa como para ayudarnos a manifestarlo?
¡Hay que mostrar que uno es un guerrero siendo CONSTANTE! ¡Jamás desistir del intento de poner en práctica aquello que queremos ser! ¡Sin rendirse, ni derrumbarse, ni dudar de la victoria aquí, ahora y ya! Seguros, como ángeles encarnados, de que la Realidad en la que vivimos es sólo el fruto de nuestros sentimientos y pensamientos actuales y previos... ¡Sin vagancia, sin autocomplacencia, sin autojustificación, ni desánimo, ni lloriqueos, ni cinismo, ni comparación! ¡Con lo único que podemos compararnos es con lo que éramos antes de que el Intento nos dignificase! Comenzamos a hacernos verdaderamente hombres o mujeres, no cuando conseguimos nuestra autorealización, sino cuando logramos superar la inercia y la pereza mental, emocional y física de nuestra visión rutinaria, la cual, aunque le parezca muy hermoso el ideal de unificarse con Dios... ¡en el fondo lo sigue considerando un sueño tan inalcanzable como poético!
No se pueden aceptar las RESISTENCIAS del ego a entrar en una real disciplina para ser transmutado, ni sus muchos trucos... él intentará por todos los medios desviar y proyectar su porquería sobre otros hermanos, dividir el grupo, dejarlo para mañana, sembrar confusión o desánimo o ridículo en el método elegido para transformarte; o disfrazarse de santo, fugarse, marcharse, separarse o interesarte por objetivos diferentes... La dispersión es el estilo del ego; Satanás, como Caín, su primer medium, es el eterno vagabundo; pero la CONSTANCIA EN LA UNIFICACIÓN, aunque el mundo parezca destruirse alrededor, es el estilo del Yo Divino. Por cualquier camino que uno escoja encontrará a Dios, pero sólo si lo recorre disciplinadamente hasta el fondo.
Si lográsemos mantenernos limpios como un niño, veríamos a Dios en la selva como los niños lo ven con su corazón... Dios es el misterio de la Vida, que te hace guiños desde cualquier lugar al que mires, o desde los ojos de un hermano... pero estamos tan obsesionados por las cuatro mezquindades que nos preocupan todo el día, que no prestamos atención... Ahí, el Daime sirve para eso, lo tomas, te limpias, e inmediatamente percibes que las preocupaciones que ocupaban toda tu atención no valían la pena, y cuando se esfuman, LO QUE QUEDA ANTE TÍ es la grandeza sin límites de la verdadera Vida, que es la del Espíritu que somos... hay que prestarle más ATENCIÓN, asegurar nuestro tiempo de vida real, no perderlo en fantasías, que la mayor parte de las veces ni siquiera son fantasías agradables, sino puro maltrato mental que nos damos... quien vive conectado, vive feliz.
Lo que de verdad somos es un CANAL, una antena; igual que la liana del Jagube sube, enroscándose a los árboles mas altos, desde las hojas podridas que forman el suelo oscuro de la selva hasta el cielo abierto y luminoso, así nosotros somos un medium, un canal ondulante de limpia energía espiritual, por el que la dimensión espiritual se comunica con el plano físico y lo alimenta y eleva con su Luz. Pero si nuestra atención está sólo colocada en mezquindades materiales, la materia se acumula, tupe el canal y lo cierra, y la Luz ya no puede pasar, ni para el mundo ni para nosotros, y la vida se convierte en un infierno, que es eso lo que significa la falta de luz. ¡Hay que prestar atención y permanecer enfocados a lo alto! ¿Imagináis una planta que creciera hacia abajo, que es por donde llegan a ella el agua y los minerales? pues así vive mucha gente, sólo atenta al suelo de la Vida.
La LIBERTAD es el disfraz favorito del egoísmo vagabundo: Es bastante fácil reconocer en nosotros al demonio de la sensualidad por su aspecto vicioso y al demonio del miedo, por su continua desconfianza agresiva y malhumorada; pero nuestro mayor trabajo de examen intencional consiste en desenmascarar al Maestro del Engaño, el demonio de la autojustificación, que siempre trata de fingirse el Yo Real, la dignidad virtuosa, la honorabilidad invendible, la firmeza de la justicia, la luz de la sensatez y, sobre todo... el guardián celoso del libre albedrío humano. ¡Hay que poner a ese diablo hipócrita en su lugar! ¡La única verdadera libertad consiste en liberarse de él para siempre, quemándolo en el fuego de la discriminación y transmutándolo en el Ángel de la Sencilla Transparencia, ese con cara de niño, que en una mano sostiene su espada flamígera y en la otra las llaves del Paraíso de los Puros, los que no se preocupan más de la libertad porque ya saben Quien Son y ya escogieron Lo Mejor!
El MUNDO DE ILUSIÓN no solamente está ahí afuera; todo cuanto captan nuestros sentidos, todo cuanto percibe nuestra mente, es ilusión también; las miraciones son sólo imágenes símbolicas a través de las cuales el Yo Soy nos habla de lo que nos conviene saber, pero todavía no son la Realidad. Ni siquiera alcanzar la sensación permanente de lúcido vacío profundo es tocar La Verdad ni la Realización, aunque se está cerca de sus puertas. EL VACÍO es la última de las ilusiones, cuando consigues eliminar por fin al ego que todavía percibe al vacío como algo distinto de sí mismo, habrá un salto de la consciencia, un ajuste, y tu verdadera naturaleza se revelará en tí mismo como se revela en tí tu ego cuando despiertas cada mañana. Por ahí empezarás a libertarte de la ilusión, pero todavía no es eso la iluminación perfecta, ella irá manifestándose poco a poco, a medida que se amplía tu visión interior y que tu aspecto externo se va haciendo un reflejo transparente del Yo Total que sientes dentro.
Jesús nos prometió que, después de Él, vendría el Espíritu Santo a iluminarnos. ¿Y qué creéis que es eso del ESPÍRITU SANTO? ¿Dios que vuelve al mundo en forma de palomita blanca, a ver si así nos convence mejor que encarnándose en un cuerpo humano... o el espíritu de cada hombre o mujer que comprendió a Jesús haciendo el esfuerzo de santificarse para canalizar en sí a Dios e iluminándose al conseguirlo?... Nosotros tenemos una gran misión por delante: conseguir que todo un pueblo realice en sí al Espíritu Santo y se ilumine... si una cantidad suficiente grande de seres humanos lo logran, no dudéis que transformarán al resto de la Humanidad que a su Luz se acerque, por puro contagio, igual que un poquito de levadura transforma a una gran masa en pan bendito...
¿Y que significa santificarnos y realizarnos?... Pues no es otra cosa que dar pruebas, dar testimonio, de la santa realidad de aquello que creemos, en la santa realidad de nuestro propio vivir cotidiano: Si creemos que Dios es Amor, Armonía, Verdad, Libertad y Justicia y si creemos que somos los Hijos, la Iglesia, el Trono de Dios sobre este mundo físico, si creemos todo aquello que Jesús y todos los grandes Maestros nos dijeron que éramos, y si creemos en lo que dice la parte más pura de nuestro corazón... entonces, REALIZARNOS es hacer real sobre el mundo a Dios, de tal manera que el mundo pueda ver en nuestro pensamiento, palabras y acciones, las virtudes de Dios que canalizamos Siéndolo. Siéndolo, sí, y no, simplemente, representándolo, fingiéndolo o hablando de Él como algo lejano que está allá arriba en Su Cielo... Y nada a lo que pueda aspirar un hombre o una mujer es más santo y más grande que ésto.
Esto es lo que yo quiero: que lo que ha sido la felicidad de las felicidades para mí, que es tener el conocimiento espiritual dentro, sea también la felicidad de mis hermanos, mi familia, mi pueblo. Cuando este pueblo, que todavía se está haciendo, que aún es niño, tenga firmemente anclado a Dios en su mente, sepa que Dios es su saber, cambiará totalmente sus antiguos conceptos limitantes, mezquinos... o soberbios, y se hará tan fuerte y tan dueño de sí mismo -apoyado en la mayor Fortaleza del Universo- que podrá CONTRIBUIR CON SU VERDAD, su amor, su justicia, su abundancia, su prosperidad y su caridad, tanto con su ejemplo como con su acción impecables, al cambio del mundo entero, ese cambio imparable y natural hacia la unidad y la igualdad fraternal de todos los humanos.
 Y entonces este pueblo se habrá realizado, igual que yo me he realizado haciendo caso a lo que Mi Ser me decía, SIRVIENDO DE BASE, humillándome, HACIÉNDOME SUELO, y desde el suelo agradecer a Dios a cada momento, para que todo el que la buscara, encontrara una firmeza humilde pero segura sobre la que elevarse.




El Padrino Sebastián tenía clarísimo, y no se cortaba en afirmarlo, que había realizado en sí mismo el Yo Soy; que porque Era sabía, y que opinaba sobre lo que conocía, y no por especulación ni por haberlo oído de otros.
Con la mayor naturalidad y seguridad, decía que por haberse realizado como Hombre y haber realizado sus sueños, era un Dios Encarnado, y que todos podíamos llegar a serlo también si creíamos lo suficiente en nosotros mismos y en todos nuestros hermanos. Y al decirlo, no dejaba de parecer lúcido ni modesto, y palabras tan fuertes, que podrían sonar como una irreverencia soberbia y necia en cualquier otra persona, sobrecogían a quienes lo escuchábamos con el sentimiento de que la evidencia de lo que decía se transparentaba a través de él y del debilitado aspecto de su materia, que, sin embargo, brillaba de Autenticidad, con aquel mismo brillo que yo había entrevisto antes en la materia joven y serena de Carlos Pacini.
A lo largo de nuestro camino vital pasamos por numerosos maestrillos y maestros, a los que sólo podemos comprender si su comprensión de La Vida no se encuentra en un nivel demasiado por encima del nuestro: ellos nos invitan, a veces con un cortísimo contacto o con una breve sugerencia, a explorar nuevos espacios de nuestro inmenso campo evolutivo. A medida que vamos ascendiendo, tambien nosotros, a pesar de nuestra gigantesca ignorancia, podemos hacer de vez en cuando el papel de maestros ante aquellos hermanos que vienen detrás y nos lo demandan. Por la Ley del Amor, todos estamos aquí para ser cuidados y servidos por los más veteranos y para cuidar y servir a los más novatos que nosotros. Por esa misma Ley, ascendemos de nivel cuando hemos trabajado bien para ayudar a otros a subir a aquél a donde habíamos conseguido llegar, en lugar de defender celosamente nuestros mezquinos logros contra la "competencia".
Pero dichoso aquel que conoce a un Maestro Realizado, alguien que se ha conocido a sí mismo hasta el fondo y la cúspide del grado humano, y al conocerse, ha conocido a Dios en su propia Esencia, meta fundamental de todo ser, cada uno en el extremo de las posibilidades cognitivas de su nivel. Tras una experiencia así, que desvela para siempre el Gran Misterio de La Vida, que disipa para siempre todas las dudas y miedos del ego, definitivamente transmutado en el Yo, ya no existen más diferencias entre las dualidades aparentes, arriba y abajo, dentro y fuera, lo individual y el Todo, para este Hombre o Mujer con mayúscula, realizado, feliz, respirando Seidad por todos sus poros, transparentando el brillo divinal del Yo Soy a través de su piel tanto como de sus palabras de dulce fuego.
Nada transforma más a una persona, ni siquiera la más poderosa planta de poder, que este modelo vivo, cercano, estimulante, de un ser que habiendo nacido como todos nosotros, en la ignorancia y la limitación, consiguió despertar y conectarse continuamente con su Ser Cósmico (Nuestro Ser Cósmico), hasta SER Uno con El, que es lo mismo que SER UNO CON NOSOTROS TODOS EN LO MÁS PURO DE NOSOTROS ...que es lo mismo que ser El Amor.
Un Maestro es suficiente enseñanza por sí mismo, por su sola existencia, y poco necesita explicar; apenas muestra a los demás hombres como se puede llegar a ser un Humano Completo, alguien que ya no espera "apariciones de Dios", sinó que da testimonio de la existencia de Dios siéndolo, y al mismo tiempo, amando, lo que quiere decir confiando y estimulando la manifestación divina en cualquier hombre o mujer, ya que él sabe donde Dios está. Dios se manifiesta cuando los seres humanos se estiman, se veneran y se dan valor entre ellos con armonía. En el Pueblo de Juramidán, se llamaba padrinos y madrinas a las personas con autoridad moral, esto es, a las que habían desarrollado un cierto nivel de realización en el amor, reconocible por todos los demás.
Cuando veía al Anciano tan dolorido por su enfermedad, mi alma me pedía que intentara algo por aliviarle: Carlos Pacini me había enseñado que si una persona aceptaba voluntariamente recibir su abrazo, aquél que él daba en nombre del propio Yo Mayor del abrazado, que es el mismo Espíritu Divino que anima a cada hombre, sus bloqueos energéticos podían deshacerse o relajarse en un momento... pero El Padrino era todo el jefe de una Iglesia y yo me preguntaba como reaccionaría ante la oferta de la transmisión de la energía de un hombre desconocido supuestamente autorealizado y por intermedio de un extranjero que aún no era mas que un buscador... Lo pensé mucho, pues hasta me parecía presuntuoso por mi parte proponérselo, sobre todo después de haber mostrado tan estúpidamente toda mi inmadura vanidad en nuestro primer encuentro; mas, al fin, me armé de valor y lo hice.
El Padrino demostró su buena fe (fe en mí, a pesar de mis carencias) y su humildad, escuchándome con toda atención y respeto y diciendo al final tan sólo:
-Pues venga ese abrazo.
Pedí un tiempo para prepararme bien y la mañana acordada fuí a la cabaña aislada donde él hacía un retiro con su esposa. Estaba muy abierto y se quedó muy contento despues del abrazo, que transmití tratando de vaciarme completamente de ego, de hacerme un puro canal. Brincó alegre y se sentó en el suelo como un chiquillo y me llamó sonriente a su lado con grandes gestos. La Madrina Rita parecía asombrada.
- Ahora yo te voy a dar lo que yo sé - me dijo como con complicidad.- y lo que yo sé son tres cosas:
"La primera cosa que sé, es amar a Dios con locura."
"La segunda, que en cualquier parte donde un hombre quiera construir algo, no para su propia vanidad ni lucro, sino por verdadero amor a Dios en la Humanidad, en la que Lo reconoce y se reconoce, los más poderosos espíritus del Astral y los mejores hijos de Dios sobre la Tierra estarán de ojo en él para ayudarle. Y ésto lo sé porque fué lo que ocurrió conmigo."
"Y la tercera... es un consejo que te doy para aprovechar a fondo el poder del Daime: estudia en la miración tus vidas pasadas y fíjate a que tipo de trabajos te dedicabas y con que tipo de personas. Cuando lo tengas claro, no desperdicies más tus energías en esta encarnación con otras actividades. Vuélcate enteramente a aquella para la que fuiste emanado como espíritu y poco a poco se te irán juntando los compañeros que fueron emanados contigo para ser células del órgano cósmico creado para realizar vuestra misión. Realizándola, os realizareis".-

Éstos fueron los consejos que recibí de él y yo los llamé las Tres Esmeraldas del Padrino Sebastián. Algo después de su muerte, pinté en Rio de Janeiro un gran cuadro en el que se veía al Padrino removiendo el Daime, mientras la Reina de la Floresta, detras de él, arrojaba el Agua de Vida en la olla como desde una cascada. Por el revés del cuadro, escribí las Tres Esmeraldas, y luego fuí a ver a su yerno, jefe de la colonia carioca del Santo Daime, llamada Ceu do Mar, y se lo entregué para todo el Pueblo de Juramidán, rogándole que lo enviase a Mapiá. Aquel bravo comandante de guerreros, del que muchos decían que tenía corazón de jaguar, no pudo contener la emocionalidad, y un par de lágrimas empañaron sus ojos cuando desenrollé el lienzo ante él.
Comentando un poco las Tres Esmeraldas -supongo que con las recibidas por cada uno de sus discípulos se podría juntar un tesoro incalculable- apuntaré, en primer lugar, que la locura de amor del Padrino por Dios se expresaba de la más sana de las maneras: dando ejemplo de confianza ilimitada en la divinidad interna de cada hombre o mujer, esto es, valorando al hermano. Y denunciando la maledicencia desvalorizadora y disgregante, pero, al mismo tiempo, asumiéndola pacientemente sobre su corazón redentor, para hacer el Intento de transmutarla en Amor Fraternal Comunitario, aceptando, con ella, el dolor que cargar la cruz de la negatividad que su Pueblo conllevaba.
Sobre la Segunda Esmeralda, es fácil ver que para el Padrino, el trabajo de intentar la manifestación del Cielo en la Tierra era la realización misma y el amor puesto en acción; trabajo desapegado, rendido al servicio del Yo Colectivo, alegre, consciente, humilde, limpio, atento, ordenado, perfecto, constante... y que confiaba siempre en hacerse con ello digno canal de poderes mayores que los propios para llevarlo a cabo, y que lo conseguía.
Y sobre la Tercera... conviene tener mucho cuidado con la presunción espiritual, con las fantasías del ego que se disfraza de santo para parecer el Yo. Cuidado con ir en busca de visiones de vidas pasadas y traerse sólo reyes y reinas y profetas y apóstoles y personajes gloriosos de las historias que hemos leído o escuchado. Nuestro Yo, en realidad, es el Yo de toda la Humanidad y el Yo Eterno; y todas las historias son suyas, porque El es el Único Ser viviendo todas las vidas del Universo en un presente continuo y circular. Los recuerdos del pasado que el Daime nos trae, si efectivamente él los trae y no son una fantasía añadida o una de las falsas y vanidosas interpretaciones del ego, son las sugerencias, las representaciones pictóricas, que nuestro Yo Superior nos hace para orientar el camino que actualmente recorremos. Importa poco si estas visiones son realmente retazos de vidas pasadas de un espíritu individualizado o sueños o imágenes simbólicas, arquetípicas y colectivas, del Teatro Divino; lo que importa es el mensaje del Subsconsciente, del Supremo Artista Creador, que nos llega a través de esa anécdota, aquello que nos hace reflexionar para enderezar y animar nuestra caminada hacia lo que es nuestra necesaria misión en el engranaje cósmico, por modesta que sea; y no para inflar todavía más nuestra autoimportancia presumiendo de haber sido Salomón, Elías, Saint Germain, o la suma sacerdotisa de los Incas.
Si damos a nuestra consciencia tamaño y visión de partícula subatómica y con ella contemplamos eso que llamamos nuestro cuerpo, vemos, que, en última instancia, la materia que nos envuelve y en la que residimos, está conformada por un baile rítmico y geométrico de puntitos bipolares de luz que contienen información. Por ahí nos acercamos a nuestra esencia: luz mental cargada de información sonora, que se combina "ad infinitum" para generar más información: El interminable juego del Ser autoconociéndose.
Nuestros genes son microuniversos que contienen en sí, como cada parte de un gran holograma, toda la información que el Ser generó desde que el primer gen humano fué usado como contenedor de la Consciencia Divina. Hay una correspondencia entre los chakras humanos y los filamentos luminosos que componen el ADN: a medida que se van alineando ordenadamente nuestros chakras, comunicándose conscientemente y encendiéndose, también en el inframundo genético se van alineando, comunicando y encendiendo más filamentos de ADN, y la ingente memoria cósmica o Archivo Akáshico Colectivo y nuestras infinitas identidades eternas, y la información divina contenida en ellas, se pone a nuestra disposición, de la misma manera que la ingente Red Internet y todos sus universos de información humana se despliegan ante nuestra pantalla cuando aprendemos a utilizar correctamente los mandos de un ordenador...
Así fue como todos los grandes Budas se iluminaron. Prestar atención a Lo Que Somos, es decir, meditar, es la clave. Y reorganizar nuestras potencias para llevar luz hasta a la más oscura de las partes del Ser, la misión. Los mayores talentos que aún hemos de adquirir, porque nos corresponden, duermen en nuestros infiernos interiores.
Y a propósito de la misión: Conviene que recordemos que rarísimo es el trabajo realizado por una sola célula. Generalmente hacen falta varias bien unidas para formar un órgano que realice una función. Tenemos que estar atentos, abiertos y activos para reconocer con el corazón, igual que se reconoce al alma gemela, a nuestros posibles colaboradores, para poder solidarizarnos primero y asociarnos después con ellos de manera eficaz en el momento oportuno. Hay muchas formas y grados de comunidad constructora de un mundo mejor.
Ya sea usando un estimulante psicoactivo para aprender emotiva e intensamente a meditar y recordarse, o no usándolo, un verdadero guerrero o amazona de La Vida debe ser capaz de seguir el camino, tendencias intuitivas o vocación innata que han vibrado amorosamente en su propio corazón desde siempre, ya que el amor es el cauce de la consciencia; y le conviene confiar en su intuición para abrirse a las señales y los encuentros mágicos que La Vida pondrá a su paso; encuentros en los que La Vida se revestirá de variadas formas para entregarle sus instrucciones y las herramientas con las que realizar su misión, a fin de que, cuando ya ésta se ha esbozado claramente ante él, pueda entregarse al trabajo hasta el fondo sin la menor duda, rebeldía ni desvío, aceptando disciplinadamente los retos, las dificultades, las derrotas, las demoras... y la organización natural con que se ha esbozado el equipo destinado a realizarlo, viendo a La Vida, Dios, dentro de todos sus camaradas, ya sean sus subordinados, sus iguales o sus jefes y confiando en ellos como se confía en la propia esposa o en los hijos.
Cuando hoy, siete años después de recibirlos, transcribo estos consejos del Padrino, siento que, aunque tengan valor universal, son también una receta específica para curar la enfermedad espiritual particular que el gran medium sanador descubrió en mi propia alma cuando me caló con su ojo sabio de Hombre Realizado... mi mente vagabunda ha necesitado estos siete años para aceptarlos, digerirlos y comprobar, a lo largo de muchas otras experiencias, que efectivamente, son la medicina que mi ánimo más necesita. Pido a Dios, y al espíritu del Padrino en Él, que me dé valor, vigilia y energía para ponerlos en práctica ya, y hasta el fondo de mis posibilidades. Lo escribo ¿casualmente? en el Día de San Juan de 1996, la gran fiesta del Pueblo de Juramidán.
A pesar de haber tenido relativamente poco contacto personal íntimo con el Padrino -su dolencia lo mantenía algo retirado y todos lo amabámos y tratábamos de no molestarle- lo ví muchas veces en mis miraciones. La Ayahuasca facilitaba el desdoblamiento astral y la comunicacion telepática. Las sesiones estaban llenas de él.
...O, mejor diría, llenas de su Identidad Cósmica, facilmente comunicable por resonancia cuando el trance del Daime nos hacía alcanzar, aunque fuera mínimamente, la disolución de las falsas máscaras tras las que siempre ha estado nuestra propia Identidad Cósmica, que era la misma del Padrino, y de todos los Maestros, encarnados o ascendidos, y de todos los seres realizados de todas las dimensiones, ya que no existe sino un solo Ser, Maestro de Sí Mismo, en todo el Universo, y en Él están contenidas todas las individualidades -o personajes que representa- a lo largo de su eterna manifestación, y todas las vidas de estos personajes.
Igual que sólo hay un agua en el Planeta Tierra, aunque parte de ella esté haciendo de mares, parte de ríos y lagos, parte de hielos, parte de nubes y vapor atmosférico y parte conforme el volumen principal de los cuerpos de todos los seres vivos... Y en cualquier molécula de esos estados de manifestación del agua, se encuentra la misma chispa divina y la misma percepción y memoria de si misma que se encuentra en el poderoso Arcángel o Suprema Consciencia del Elemento Agua Planetario, que rige todas las transformaciones y suprema organización y evolución viva de este componente de la eterna Energía Divina; que es el mismo que, a un nivel menos material de vibración, conforma todo nuestro Mundo Emocional.
Sebastián Mota sabía ésto porque ERA, y así prometió a sus sucesores y discípulos que estaría siempre con ellos si resonaban con él a través de todas las dimensiones de la Eterna Existencia, en el mismo Espíritu de Verdad. El Padrino incluso añadió que el día en que su pueblo consiguiera dejar a un lado la desvalorización del hermano y comenzara a vivir de verdad en armonía, él regresaría entre ellos, para renovar y actualizar su Doctrina, como Jesús había hecho con la Ley dada por Moisés a los judíos.

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