La Bebida de Poder tenía un
sabor tan horriblemente desagradable que no había ningún miedo de que fuese a
causar adicción. Muchas veces sentí náuseas sólo de pensar que la iba a ingerir
dentro de poco. Uno la tomaba, no por gusto, sino reconociendo la necesidad de
una purga médica. Muchas personas vomitaban justo después de beber, incluso los
veteranos; y, desde luego, la mayoría de los novatos, antes de que hubiese
transcurrido una hora, a menos que tuvieran un ego tan hipócrita, pétreo y
resistente que necesitase una larga crisis de despiadada y confusa lucidez para
ablandarse y desprenderse.
Porque aquello era como un
ácido disolvente de los venenos del cuerpo y del alma, que desgajaba de sus
escondidas bases y colocaba ante el ojo de la consciencia todos nuestros
defectos, miedos, insuficiencias, carencias, deudas, recuerdos de errores y
delitos, odios, rencores, cobardías, desconsideraciones, promesas incumplidas,
desamores, resentimientos, farisaicas autojustificaciones, abusos de poder,
gulas, perezas, vilezas, obscenidad... mostrándolos de una manera perfectamente
reconocible, a pesar de enmascararlos, a veces, ante la miración, con imágenes
de nuestra simbología subconsciente personal, tales como demonios y monstruos
para los cristianos, o fieras terribles y duendes encantados de la selva para
los indios amazónicos.
Ya que el Daime había
mandado a dormir al cancerbero guardián del umbral de los infiernos mentales:
el ego lógico-crítico, Príncipe del Autoengaño, Maestro de las Ilusiones,
quien, incapaz de vivir soportando el recuerdo de sus cobardías y canalladas,
pero al mismo tiempo demasiado egoísta, inconstante y perezoso como para
corregir inmediatamente cada error reconocido, prefiere arrojarlos al olvido
del pozo subconsciente, cerrarlos con los siete candados de la
autojustificación, borrar la verdadera historia de su memoria inmediata y
sustituirla por una versión acomodada a no dañar su cuidada imagen de si mismo,
tan noble y honorable.
Sin embargo, el
subconsciente no fué creado para albergar basura psíquica, sino para que fuese
Templo Sagrado de nuestra Identidad Real, eso que los cristianos llaman el
Cristo Interno, el Yo con mayúscula; y para residencia de los Arquetipos, o
modelos originales de evolución armónica, nuestros guías subconscientes, o las
diferentes opciones o cánones de manifestación y desarrollo de nuestra
Identidad Real en cada encarnación.
Y como la Identidad Real, el
Yo, es omnipotente y el ego apenas un mayordomo hecho de conceptos, una
representación virtual Suya creada apenas para cuidar de nuestra casa corporal,
que tiende a olvidar al dueño y trata, sin clase, de fingirse el amo... tarde o
temprano el Yo, desde su trono multidimensional, acaba esbozando la jugada
maestra que haga resbalar en su propia trampa al ego, sufrir el peso de sus
contradicciones, corregirse... y continuar su evolución monádica, más atento y
mas honrado, hasta su transmutación y fusión definitiva con la Identidad Real
Regente a la que vehicula en este Plano.
En el caso de los espíritus
sufridores que allí nos encontrábamos, la jugada de nuestro Yo había consistido
en hacer que nuestra búsqueda diletante de sensaciones fuertes con que
evadirnos del recuerdo de nuestra inconstancia para profundizar en nosotros
mismos, nos hubiera empujado al fin del mundo, encerrado en la Amazonia y
colocado, de una manera imposible de eludir, ante las realidades que uno se
había negado siempre a ver.
Porque no estamos solos:
todos venimos con una misión importante al mundo, como parte mínima, pero
fundamental, del engranaje cósmico (¿qué es mas importante en un barco: la
llave del motor o cualquiera de los tornillos que sujetan la hélice?), así que
nuestros espíritus guías, la parte mas sutil de nosotros, que se ha quedado
fuera de esta dimensión al encarnar, se las arreglarán para protegernos,
encauzarnos -respetando, sin embargo, nuestro libre albedrío, sin el cual no
podríamos "ganar" consciencia-, y combinando las
"casualidades" cósmicas (magia) para que, por muy dormidos que
estemos, auto-recordemos nuestro compromiso esencial, ese que va inscrito en
nuestros genes, ,despertándonos con placer o con dolor, -que para el Yo
Espiritual y Eterno no son más que estimulantes psicoquímicos que sirven para
espolear sus vehículos materiales continuamente reciclables- para que la misión
acabe envolviéndonos. Aunque transcurran muchas encarnaciones -para el Yo no
existe el tiempo-, ese autorecuerdo nos llevará por fin a completarnos como
instrumento útil y a cumplir el destino universal para el que fuimos emanados
del Uno y que nosotros mismos antes de nacer, como pura consciencia del Uno,
nos habíamos trazado por objetivo.
Cumplida la misión, nuestra
individualidad virtual se diluirá y retornaremos a la fusión con la Unidad,
como retorna a la mente un pensamiento, luego de acabado el razonamiento que lo
generó, cargado con el conocimiento de su experiencia, que deposita en la
memoria hasta que tenga que salir con él como bagaje a una nueva misión
conscienciadora de la Mente Cósmica que Somos.
Siete años después, yo
reflexiono sobre todo aquello, ato los cabos, tejo el tapiz y descubro un
cuadro que me da una idea aproximada de la realidad que viví; pero en aquel
momento, en Mapiá, cada vez que me enfrentaba al Daime cargado de mi bagaje de
negrura acumulada, iba como a una batalla a vida o muerte, y la propia
cotidianeidad allí, en contacto preferencial con los espíritus poco pulidos de
mi propio nivel, era toda una aventura llena de riesgos, de los cuales el peor
era bajar demasiado la guardia de la discriminación y quedarse aletargado y
fanatizado en las propias fantasías espiritualistas, como ocurrió con tantos
iniciados.
En todos los sentidos, fué
una experiencia durísima para mí, a causa, sobre todo, de lo endurecidos que
estaban mi propia rebeldía, individualismo y desconfianza hacia los demás.
La Terapéutica del Daime
consistía en la catarsis y eso era una maravillosa manera de liberarse para
aquellos que eran capaces de perdonarse a sí mismos, recomenzar de una manera
más armónica y quedarse o salir de allí, para vivir en adelante de una manera
impecable y sin temor a nada, afirmados en su propia confianza en su identidad
esencial de Ser Divino, de Hijo de Dios redescubierta, y muy alertas a no dejar
que se fueran acumulando de nuevo errores sin corregir.
Sin embargo, aquel sistema
todavía portaba en sus estratos inferiores, por sincretismo y mezcla no
depurada de culturas, aún a pesar de la visión cósmica del Padrino y de las
consciencias de élite que le seguían de cerca, la parte más reaccionaria del
catolicismo conservador, puro Antiguo Testamento: la idea de un Dios externo,
juez y dictador inflexible, que te disciplinaba durante la sesión del Daime; y
la de este mundo como un valle de lágrimas donde venimos a purgar nuestras
culpas.
Mi hipercrítica y violenta
incapacidad para seguir soportando este reaccionarismo culpabilizador y censor
después de haber tenido que tragarlo a la fuerza durante los primeros 23 años
de mi vida, en la España Negra del general Franco, hizo que la parte más
rebelde y juzgona de mí forzara a la que quería profundizar a pesar de todo, a
acabar marchándome de Mapiá.
Porque me parecía que esa
visión del mundo conduce casi siempre a la formación de una mentalidad
continuamente dependiente, sadomasoquista y débil, bajo una apariencia de
fortaleza rígida y disciplina heróica: el virus del fascismo. Y con el
fascismo, el sometimiento ciego de la mayoría a las arbitrariedades dogmáticas
y a la inquisición de aquellos que se convierten (aprovechándose de un grado de
autoridad que les fué concedido sólo para servir), en intérpretes jerárquicos
de la voluntad divina: la prepotente academia de sacerdotes y escribas,
encumbrados sobre la letra muerta de la ley, y los hipócritas sectarios de siempre,
dominando politicamente las comunidades y, a pesar de la prédica continua del
amor, del igualitarismo, de la valoración y de la confianza en el hermano por
el Padrino, locos por encontrar la paja en el ojo ajeno.
Ya que el Daime daba
conocimiento súbito sobre la propia realidad, pero "saber y no poner en
práctica lo aprendido es no saber aún". El esfuerzo constructivo de la
propia HOMBRÍA o FEMINIDAD ESPIRITUAL viene marcado por el acorte de distancias
entre la teoría y su realización efectiva. Tan sólo convertir la luz del
conocimiento recibido en llama de amor, en acción realizadora en el Plano
Físico, justifica nuestra conquista e ilumina nuestro entorno; lo demás sólo
sirve para reforzar la soberbia intelectual del ego. Mucha firmeza guerrera, sí,
por puro convencimiento mental a base de miraciones, pero poco amor, que es el
llevar la fe a la práctica, como comprensivo y solidario ayudador de tus
contrapartes en el Uno. Firmeza y Amor son los dos pilares del Arbol de la
Vida, pero tiene que haber un pilar central, el del equilibrio entre ambos,
para que todas las esferas de poder del Ser se comuniquen, unificándose, y el
Macrocosmos pueda derramar sus bendiciones sobre el microcosmos.
La Ayahuasca es una poción
con un poder increíble para el autoexamen interno, pero todavía nadie me ha
hablado de que en algún lugar exista una planta sagrada que provoque por su
pura ingestión nuestra realización práctica; ésta sólo la produce nuestro
esfuerzo de entrega humilde, amorosa y constructiva al trabajo cotidiano en
perfecta armonía al servicio de nuestros hermanos, viendo a Dios hasta en el
más aparentemente perdido de ellos y haciendo que esa vision del Yo predomine
sobre la de los juicios de nuestro ego hacia el suyo.
Ese era el verdadero mensaje
vital del Padrino: su ejemplo, apoyado por una doctrina y un ritual de gran
poder que servían para conectarnos con todas nuestras relaciones espirituales;
es decir, con la parte más voluminosa del iceberg de nuestra identidad
sumergida en el subconsciente colectivo y compuesta por miles de entidades. El
uso del Daime no era más que la medicina que usaba para recuperar a los más
enfermos y descarriados... y el dedo que le servía para apuntar al Amor; aunque
muchos se quedaban prendidos al dedo y no a lo que apuntaba.
Una medicina es una cosa muy
benéfica cuando se usa para rebajar la gravedad de una infección mientras se
corrigen las causas que motivaron la enfermedad, que es lo único que la elimina
de raiz.
Pero la misma medicina puede
convertirse en una droga nefasta cuando el paciente vive acallando sus dolores
con ella sin corregir la causa de la dolencia, que continúa desarrollándose
enmascarada y convirtiendo al paciente en un dependiente continuo del médico y
del farmacéutico, que se enriquecen a su costa.
Así sucedía en aquella
comunidad con un buen número de personas, que por causa de la noción católica
de eternos culpables que portaban, y por la propia facilidad comunitaria de
tomar Daime continuamente -aunque oficialmente se aconsejaba, salvo caso de
enfermedad, no comulgarlo más de una vez cada quince días- no tenían tiempo ni
perspectiva para reflexionar sobre los horrores descubiertos en su
subconsciente, corregir sus causas y re-armonizarse consigo mismas, sino que
acababan acomodándose a la idea de que aquellos monstruos constituían su
verdadera personalidad y a asistir a cada nueva sesión para pedir perdón a un
Dios castigador y lejano y para recibir su castigo en forma de un agitado
balanceo del ánimo o "mal viaje" -al que llamaban "pea"-,
del que salían doloridos, pero en el fondo aliviados, porque lo veían como una
especie de pago o multa, que les permitía seguir viviendo igual, sin corregir
las causas, hasta la próxima paliza.
A veces es posible compensar
los errores cometidos, a veces ya no, pero siempre es posible corregir las
causas, que se encuentran en nuestras malas tendencias y hábitos negativos,
nuestros demonios personales, que no son otra cosa que nuestras energías
angélicas sucias y descuidadas. Una buena limpieza es capaz de transmutarlas positivamente,
siempre que uno quede luego atento y vigilante para no volver a chocar,
maquinalmente, con la misma piedra, ya que el desatento automatismo, y no la
maldad consciente y premeditada, es el motivo principal de nuestra repetición
de errores.
Aunque la mayoría de los
hombres y mujeres de selva que habían creado la comunidad con el Padrino eran
probados guerreros impecables, algunos de ellos hasta verdaderos Maestros, toda
una aristocracia del espíritu con la que conectaban enseguida los más conscientes
y pulidos de los que llegaban, la difusión del Daime fuera de la Amazonia había
ido haciendo que también arribaran a Mapiá, en los últimos años, cantidades
cada vez mayores de gentes ciudadanas, procedentes, sobre todo, de Rio de
Janeiro, donde se construyera una iglesia daimista -O Ceu do Mar- dirigida por
un yerno de Sebastián Mota. Y no sólo ellos, sino hasta muchos extranjeros que,
como vislumbraran el Maestro Irineu y el Padrino en sus miraciones, habrían de
sucumbir a la atracción sobre los espíritus aventureros del misterio y el
encanto natural de la ruta que bordea la selva hasta Macchu-Pijchu y hasta mas
allá, hasta el corazón de la Amazonia, ruta que yo llamaba el Camino de
Aquaria...
Algunos brasileiros
procedentes de las enormes urbes del Sur, antiguos militantes izquierdistas, se
sorprendieron de encontrar, aislada del resto del Brasil, una comunidad
comunista por naturaleza, que casi se correspondía con su largamente soñado
modelo utópico de sociedad... si no fuera porque aquél era un comunismo
fraternal, de primitivos cristianos, sin otra estructuración política que el
liderazgo en el trabajo, tipicamente amazónico, de los guerreros más capaces de
prestar esforzados e inteligentes servicios a la comunidad, y de la atención
respetuosa a los consejos de los más ancianos en las reuniones comunitarias; es
decir, el viejo sistema tribal.
Uno de aquellos miembros del
"Pueblo Venido de Afuera", que hasta había sido guerrillero y
escritor durante los siniestros años de la dictadura, Alex Polari de Alverga,
se integró tan bien a través de su amor al Padrino, que no sólo fundó un
importante centro daimista en Mauá, en las montañas al norte del estado de Rio
de Janeiro, sino que se convirtió en el mayor propagandista del Daime por medio
de sus escritos.
Polari entendía, superando
su visión revolucionaria anterior, que la nueva fuerza motriz de la Historia en
esta etapa ya no sería, como había escrito Carlos Marx, la lucha de las masas
ciegas e inconscientes de desheredados materiales, que realmente no podían
aspirar a renovar el mundo más que superficialmente, sustituyendo, si podían, a
las clases que ocupaban el poder para teñirse con su misma mentalidad en cuanto
la recaudación pública comenzase a corromper de ambición a sus manos
repartidoras... tal como los gobiernos socialistas acabaron demostrando en la
práctica histórica, especialmente aquellos que llegaron al poder por la fuerza,
y que sólo se pudieron mantener convirtiendo en opresivas prisiones a los
países que anteriormente habían jurado liberar.
La renovación del mundo no
podía esperarse de la simple sustitución de una clase social dominante por
otra, dominada, que al asumir el poder se convertía en lo mismo que su
opositora era. Contemplando al pueblo del Padrino y a su búsqueda de la
Consciencia Conectada entendió que el cambio real vendría de pequeños grupos de
gente sensible que despertarían aquí y allá al desarrollar una antena mental
suficientemente potente como para que pudiesen sintonizar las instrucciones
actuales que el Programa Evolutivo de la Humanidad depositó en la atmósfera que
nos circunda. Cada receptor, individuo o grupo, filtraría el Mensaje Renovador
a través de su propio condicionamiento cultural y lo teñiría de sus propias
insuficiencias, querencias y prejuicios personales o tribales; pero, andando el
tiempo, se vería que, por debajo de la paja egoica o local, el contenido
esencial de lo recibido por cada grupo era similar y común y válido para todos
los seres humanos, sin exclusivismos.
... Fue lo mismo que me hizo
pensar que en este momento en que el mundo todo se convierte en una aldea,
donde los mass-media acabaron con las mentalidades contrapuestas de las clases
sociales, uniformizándonos a todos en una subcultura vulgar, superficial,
morbosa, pesimista, masificada, blanda, mezquinamente pequeño-burguesa en su
visión de La Vida, controlada, manipulada y consumista-consumida, donde se
hacen uno el materialismo capitalista con el socialista... la alternativa
liberadora sólo puede venir del eclectismo profundo, re-descubridor de la
esencia fundamental común, el Tesoro de Sabiduría que los verdaderos Maestros e
Iniciados de todas las culturas y etnias de la Historia han llegado a
descubrir, cada una por debajo del colorido formal, ritual o folklórico, de su
estilo propio y su frecuencia energética, esto es, de su Rayo específico del
Iris, a base de Vivir con mayúscula.
"Cuando la tierra esté
enferma y los animales desapareciendo, llegará una tribu de gente de todos los
credos, colores y naciones. Gente que creerá en los hechos y no en las
palabras; Serán llamados los Guerreros y Amazonas del Arco Iris, y restaurarán
la antigua belleza de la Tierra".
-Profecía
de los indígenas norteamericanos-
Este Tesoro oculto en
nosotros mismos y desvelado será la semilla actual y eterna transmisora del más
importante contenido de la experiencia humana. Y las personas que la plantarán
en la tierra fértil de las jóvenes generaciones mundiales, para que de ella
crezca el Arbol Multicolor de la Vida del Tercer Milenio serán, logicamente,
las más sensibles y profundas de aquellas etnias que menos se han comprometido
en el proceso masificador y superficial que produce la decadencia por sequedad
-al haber perdido el contacto con sus raíces-, del que antes fuera orgulloso
Árbol de la Civilización Occidental... aliadas y hermanadas con los espíritus
geniales, rebeldes y adelantados que, habiendo nacido y habiéndose desarrollado
en el Sistema Imperante en decadencia, lo viven al máximo, mueren en él antes
que él y resucitan, vivencialmente vacunados contra los virus que lo
envejecieron y llenos de fuerza; siendo ya, en sí mismos, la Nueva Era que
crece; convirtiéndose en las potentes semillas de regeneración que lanza el
propio árbol moribundo del ciclo ido.
Como siempre, los últimos
serán los primeros, y a los más humildes se les revelan cosas que no tuvieron
ojos para ver los cultos y poderosos.
..Así pues, decíamos que en
el antiguo esquema comunitario, el liderazgo pertenecía naturalmente a los más
entregadamente eficaces de los antiguos pioneros y sus hijos, aconsejados por
los ancianos en quienes más se confiaba... Por encima de todo ésto, en los
asuntos rituales y fundamentales, era indiscutible la autoridad del Padrino
Sebastián y de su compadre, el Padrino Correntes, otro druida del mato, padre
de mi iniciador, el maestro de guerreros Chico Correntes. Había madrinas, y
padrinos, tanto ancianos como jóvenes, que eran verdaderas hadas y ángeles
encarnados; mujeres tan firmemente femeninas, niños tan despiertos y guerreros
de tal talla, que le dejaban a uno inevitablemente consciente, con su ejemplo,
de la diferencia que hay entre un Hombre y una idea de hombre. Podría dar
muchos nombres, pero sólo destacaré a Odemir, el apaciguador de rebeldes, al
que iban a parar los más duros toxicómanos llegados de las grandes urbes, a
quienes él sabía devolver su propia dignidad como nadie. También me encantaba
Regina, cuyos himnos, vibrantes y marchosos, me parecían los más alegres de
todo el Santo Daime.
En la generación joven, el
hijo del Padrino, Alfredo -un total artista de la vida con un aura de cálida
simpatía que se sentía a varios metros de distancia-, parecía claramente bien
dotado para ser su sucesor a título de Rey Salomón, o sino su otro hijo,
Waldete, con vocación de sumo sacerdote disciplinador, de quien decían que
canalizaba la energía del arcángel San Miguel; y también Alex Polari, el más
prestigioso de los hombres venidos del Sur, trabajando, tal vez, en la
proyección de la Doctrina hacia el mundo. Tras ellos había una brillante y
creciente formación de impecables comandantes y comandantas natos de aquel
vigoroso pueblo de Dios en marcha.
En un nivel bastante por
abajo de estas figuras, que lucían con indudable luz propia, comenzaron a
formarse grupos de aspirantes a la estructuración política de la comunidad,
alrededor de aquellos miembros más manipulables de ella que, por su parentesco
con los antiguos pioneros de mayor relevancia, tuviesen posibilidades de
heredar algún mando... y se establecieron bastantes alianzas y enlaces
matrimoniales con ellos.
Resultaron ser éstos,
algunos de los jóvenes nacidos en Mapiá que no habían seguido por propia
elección consciente al Padrino selva adentro en busca de independencia y
aislamiento, como hicieron sus mayores, para jugar el juego de la
transformación, sino que se encontraron, por nacimiento y sin conocer más vida
que aquélla, siendo los principitos y princesas de la nación esforzadamente
levantada por sus padres. Una nación que además era muy primitiva y muy
precaria, pero que aquellos interesantes jóvenes venidos de la ciudad estaban
dispuestos a modernizar... con la condición de intercambiar con la civilización
la más refinada producción de la comunidad, el Daime, a cambio de bienes de
consumo.
Toda esta lucha por el poder
temporal, aquella desafiante probación continua del respeto a Dios en el
respeto al hermano que la escuela comunitaria era, estaba en pleno auge cuando
yo llegué a Mapiá y producía fatigosas tensiones, que repercutían forzosamente
en el estado de salud del Padrino, que se agravaría definitivamente poco
después... Siempre los reyes mueren víctimas de sus súbditos.
Cada uno ve en un lugar
aquello que se corresponde con el nivel en el que se encuentra su consciencia;
en el estado en que se encontraba la mía, yo fluctuaba como un delfín arriba y
abajo; por arriba trataba con parte de aquella aristocracia del espíritu hacia
cuya sana emulación lo mejor de mí aspiraba, y me quedaba fascinado por tales
muestras de firmeza humana y de amorosa luz interna... vuelto abajo, tendía a
empantanar mi atención morbosamente en el lado más oscuro de Mapiá, y a buscar
la paja en el ojo de aquellos espíritus con los que convivía más de cerca, y
que estaban tan sufrientes y divididos por el conflicto de sus egos como yo
mismo: odiaba a los fiscales indelicados porque también era inconscientemente
un fiscal de lo más inquisidor, sin compasión ni mesura.
En el fondo de todo
anarquista libertario hay siempre un intolerante dictador. Por todas partes
buscaba una secta. Estaba convencido que a estos grupos enfrentados de
caciquillos intermedios les convenía mantener al pueblo productor ignorante y
sometido a su dirección, y para ello, como escribió Hitler, nada mejor que la
censura y el miedo, que hacen a los gobernados facilmente manejables... y el
pasarse la vida en continua "fofoca", o sea, metiendo la nariz en lo
que hacían o decían, o dejaban de hacer o decir los demás.
Además a mí me parecía que,
en nombre de la superioridad del conocimiento interno experiencial que se
extraía del Daime, se despreciaba demasiado la cultura externa de la escuela
pública, base, sin embargo, de la independencia individual y la democracia; y
los maestros apenas podían enseñar otra cosa que los himnos; eso, cuando había
escuela, porque las familias tenían en aquel tiempo verdadera necesidad de mano
de obra y ni alumnos ni maestros comían si no salían a cosechar sus propias
habichuelas los días de recolección.
Por otra parte, me resultaba
insufrible que aquellos fiscales y sargentillos -que eran los que más en
contacto estaban con la masa del pueblo y de los visitantes- abundaran en el
inquisitorialismo y cargaran las tintas sobre el sentimiento de culpa de los
eternos pecadores, para mantener a las personas humilladas y sometidas,
respetuosas de las jerarquías de los fariseos. En fin ¿para que seguir?... mi
ojo más crítico trataba de ver allí reflejada la vieja historia de cualquier
religión fundada por un iluminado, a la que después, a menos que surjan líderes
de su altura que mantengan la conexión directa con La Fuente, los más mediocres
de sus seguidores intentarán institucionalizar, fosilizarla y convertirla en
instrumento de dominio social.
Ante todo ésto, el Padrino
se indignaba a veces y nos fustigaba: -Vuestras madres sólo han parido vuestra
parte animal, el Hombre es algo que ha de ser construído sobre ella por
vosotros mismos... ¡Hay que renacer! ¿o quereis quedaros en abortos? El Hombre
se distingue del animal porque supo cultivar su espíritu, renunciando al
egoísmo soberbio, a sus irrespetuosos juegos de poder y a la maledicencia, y
descubriendo a Dios en el amor que se solidariza, comprende y da valor hasta al
más pequeño de los hermanos. ¡No hay otro camino! ¡Dios es la unión amorosa de
todos nosotros! ¡Satanás es el espíritu de división y de fofoca y de
intriga!... el que todavía sea un aborto de Hombre cuando llegue su muerte,
conseguirá que muera con él su potencialidad espiritual individual; se
encontrará en el Astral con el verdadero infierno que su negatividad proyectó sobre
él durante su inútil vida ¡y tendrá que vagar con dolor por él hasta encontrar
quien le haga una caridad!
Se refería el Padrino a que
el aborto de Hombre (con mayúscula) se convertiría en un anónimo espíritu
sufridor del Bajo Astral, forzado, por su falta de luz propia, a arrastrarse
por la suprema tiniebla, acosado por las formas-pensamiento diabólicas por él
mismo generadas y por las oscuras formas energéticas afines añadidas a ellas;
hasta que un día, por fin, lograse percibir la luz interdimensional de la vela
consagrada de una mesa espírita, consiguiese conectar, solicitar auxilio y
expresarse a través de un medium, o sea, un espíritu ayudador encarnado en
proceso de autorenacimiento, que le hiciera la caridad de permitirle agregarse
a su aura, que lo adoctrinase, valorase y le diese una oportunidad de hacer,
desde el Astral, el trabajo de ayuda y consuelo a otros hermanos necesitados
que no fué capaz de hacer mientras estuvo en el Plano Físico. Tan sólo así
conseguiría reunir el mínimo de energía espiritual con el que salir de los
niveles mas tétricos del Bajo Astral y ascender a otros donde ya pudiese
recibir algo más de apoyo de los Guías (o Virtudes Puras del Ser)
correspondientes a su falange vibratoria... hasta que se le concediese de nuevo
el privilegio... ¡pero quién sabe cuando! de encarnar de nuevo en un cuerpo
humano y repetir curso.
- No sabeis que lotería os
ha tocado -decía el Padrino- de poder evolucionar con todas las posibilidades
de ganar consciencia a través de la acción amorosa, que disponer de un cuerpo
tiene... si lo supiéseis no desperdiciaríais de esa mala manera vuestro
precioso tiempo de encarnación.
Sebastián Mota hablaba de
como, cada vez que se encendía la vela consagrada de la mesa espírita, se
formaba una cola enorme de espíritus sufridores, llenos todos de ansia por
aliviar su angustiosa soledad y hambre de Luz, expresándose por turnos de
incorporación a través de un medium, para reciclarse mínimamente recogiendo
algo de la energía-atención de los asistentes, o aquella otra, más elevada, de
sus compasivas oraciones por él.
Al terminarse el trabajo,
muchos no habrían tenido aún la oportunidad de ser atendidos, y tendrían que
ponerse a la cola, una tras otra sesión, hasta conseguirlo... o desesperarse
-cada vez más agotadas sus reservas de vital energía-consciencia- y, llenos de
resentimiento contra todo, convertirse en exús, o sea en espíritus malignos
totalmente inconscientes, verdaderos diablejos-tiburones de los niveles más
bajos de los Planos Astral y Físico, que harían todo lo posible por arrancar
una porción de energía allá donde se les pusiera a tiro, volviéndose, a causa
de su hambre atroz de vitalidad consciente, rabiosos obsesores de cualquier
desgraciado que tuviese sus defensas psíquicas tan abiertas por el vicio que
les permitiese instalarse en su aura, pegados a ella como una lapa, para
vampirizarlo, encadenándolo con su influencia, y precipitando aún más su
progresiva decadencia.
Pero aquellos espíritus que
habían logrado recibir algo de Luz, cuidaban, por la cuenta que les tenía, de
no desperdiciar la oportunidad; volvían una y otra vez, atentos a hacer méritos
siendo útiles, y se convertían en los colaboradores y aliados fijos de la mesa
espírita, ayudando a curar enfermedades astrales, a separar obsesores de las
auras de los pacientes o a deshacer trabajos de magia negra.
Un día, sin embargo, se
presentarían para agradecer toda la caridad recibida y despedirse, pues ya
tenían, por fin, vía libre para ascender a niveles más altos del Astral... lo
que llenaba de satisfacción redentora a todos los mediums que habían trabajado
con ellos, ayudándoles a elevar su propia energía cada vez que transmutaban en
positiva, dentro de su emocionalidad personal, una energía negativa afín a la
del espíritu acogido...
Sebastián Mota mismo había
conseguido elevar, en su propio trabajo de pulimiento espiritual, a muchos
sufridores que venían de niveles ínfimos de degradación como, por ejemplo, un
endemoniado Exú de la línea llamada Tranca-Rúa, famoso por su inteligente
perversidad, al que acogió en su corazón sin límites, luego que el espíritu
obsesor soltó al hechicero al que estaba poseyendo, quien así pudo morir
liberado de aquella terrible carga, tras acceder a tomarla sobre sí el Padrino.
Con la cercanía de muestras
tales de verdadero amor redentor, yo no tenía que haberme sentido molesto por
las provocaciones de aquellos que necesitaban chupar energía-atención de los
demás tratando de imponérseles, sino comprenderles, como hacía el Padrino,
acogerles en mi amor y, creyendo sin la menor duda en sus potencialidades
divinas internas, sostenerlas confiada y pacientemente en mi visualización
mental, como quien cultiva una planta o un hijo con todo cariño y comprensión,
hasta que esas virtudes divinas se manifestasen en mis aparentes enemigos...
Ese era el cristianismo de Sebastián Mota y su principal enseñanza viva. Pero
yo estaba muy bruto aún, no tenía tanto amor ni tanta paciencia, y mi
emocionalidad estaba todavía muy lejos de la comprensión del mensaje renovador
de Cristo... a pesar de que la memoria recordaba casi todas las palabras y
ejemplos atribuídos a él en los Evangelios.
Sin embargo, antes de que mi
soberbio ego (que continuaba oponiendo una inmensa resistencia a todo lo que
fuese aceptar normas, dirección de nadie, rituales, disciplinas grupales,
fiscalización) ...chocara con los egos de algunos caciquillos intermedios, lo
que me decidió a no continuar en Mapiá, por causa de aquella misma rebeldía
hipercrítica con la que me autoexcluí de tantos grupos de crecimiento y realización
a lo largo de mi vida o vidas (ya que me negaba porfiadamente a aceptar
arbitrarias y destemperadas autoridades jerárquicas, salvo unicamente las que
emanaban de una nobleza y sabiduria evidentes, como la del Padrino)... Antes de
autoexcluirme una vez más, decía, aún tuve tiempo para hacer algunas
observaciones astrales y para recibir mis propios regalos-lecciones del Padre
Juramidán, lo que voy a relatar algo más adelante.
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