terça-feira, 9 de abril de 2013



Aparte de los típicos riesgos de adicción o dependencia psicosomática, o de envenenarse por sobredosis (lo que convierte a los estimulantes en depresores o en verdaderos venenos), o por juntarles alcohol (eso sí que puede ser mortal), u otros estimulantes, o por consumirlo demasiado a menudo... consecuencias de la inmoderación y los excesos de quien experimenta sin un mínimo de madurez emocional o de un guía experto, dos son los principales peligros de las drogas específicamente visionarias:
-El primero lo conlleva el hundimiento de los esquemas prefabricados de falsas suposiciones y juicios sobre los que se asienta nuestra estabilidad psíquica, es decir, la personalidad, la máscara, el ego, la "Buena Imagen" que pacientemente hemos fabricado a base de auto-ocultarnos lo que menos nos gusta de nosotros mismos y de presumir continua y exageradamente de aquello que nos gusta.
El Daime, como también los hongos Psilocibes, la Mescalina del Peyote y el cactus Sampedro y (dicen, yo no los he probado) la Amanita Muscaria, el Ergot o Cornezuelo, y otras plantas visionarias tradicionalmente usadas como sagradas por muchas culturas, (además del sintético, aunque excelente LSD), desmontan de un tirón, en cuanto hacen efecto, si convenientemente acompañados de un ritual de seria y sentida invocación a la Luz Divina, todo lo que no tiene base en tu mente. Y te sumergen en la locura más lúcida -un remolino mental vertiginosamente caótico, sin ninguna referencia estable- hasta que encuentras en tus profundidades una roca segura a la que asirte, la cual no puede ser otra, no hay otra, que tu Identidad Real, el Ser Auténtico Espiritual y Cósmico que eternamente has sido.
Este Ser es tan real que nadie debería dejar de sentirlo, pero desde tu adolescencia -como todos nosotros- te has esmerado en enterrarlo bajo toneladas de máscaras huecas con las que preferiste identificarte, fuertemente influenciado por una programación social que ha establecido como paradigma de "normalidad" la más fácil, baja y común de las alienaciones psíquicas: el Materialismo, aunque tratando de moderar su voracidad autodestructiva, al facilitar al pueblo llano ciertas dosis, cada vez menores, de moral religiosa o ética ciudadana, encaminadas a mantenerlo tranquilo, consolado, moderado en sus ambiciones y, sobre todo, conformista con las directrices de los miembros de la minoría dominante, para quienes todo está permitido, mientras sepan guardar las apariencias elegantemente.
MUCHO OJO: Las plantas sagradas de poder visionario, enteógenos, en las que nunca se pierde la consciencia despierta, sino que se intensifica, no se deben confundir, ni de lejos, con los alucinógenos de la familia de las solanáceas psicoactivas, como las daturas, la mandrágora, el beleño, la lechuga silvestre y la belladona, así como las brugmansias andinas, que, además de ser muy tóxicas, te sumergen en un viaje tan inconsciente que muy facilmente olvidas que has tomado un alterador psíquico. Un amigo mío tomó hace muchos años en la isla de Tenerife un té de Datura Extramonio, y sus acompañantes hubimos de recurrir a todas nuestras dotes de convencimiento para disuadirle de que cogiera su coche y se lanzara a las carreteras camino de su casa, lo cual habría podido ser mortal para él y para otros. Nuestro amigo estaba seguro de que aquel té no le había hecho el menor efecto y estaba aburrido, pero se había pasado toda la media hora anterior intentando colocar una cinta cassette en el plato del tocadiscos.
En Colombia, la escopolamina contenida en una solanácea arbórea de la familia de las daturas, llamada borrachero, ha sido empleada por algunos delincuentes para doblegar las voluntades de sus víctimas, hasta el punto de que las llegaban a acompañar a su banco, donde les hacían firmar cheques a través de los cuales les desvalijaban del contenido de toda su cuenta impunemente, ya que después de drogada la persona por un simple bombón o caramelo de concentrado, o por el contenido de un spray fumigado ante su nariz, ya no se acordaba de nada de lo ocurrido.
El Tabaco Rústico usado por los chamanes amerindios en sus ritos es un verdadero modificador del estado de la consciencia y nada tiene que ver con el tabaco mezclado con toda clase de porquerías perfumadas que se comercializa en Occidente en forma de cigarrillos. No cualquier sustancia tiene poder para hacer que los espíritus de antiguos enemigos mortales se sientan de nuevo hermanados tras fumar juntos la Pipa de la Paz.
Las plantas visionarias sagradas, enteógenos, bien diferentes de los alucinógenos, producen, además de un cambio de la frecuencia cerebral predominante y de una hiperactivación de los neurotransmisores, un gran aumento de la oxigenación del cerebro (como persiguen, también, las prácticas profundas del Kundalini Yoga y de la Meditación Dinámica, mediante inspiraciones o ejercicios acelerados), lo cual activa el despertar, la expansión emocional y vibracional, la lucidez múltiple y el afloramiento a la consciencia de todos los contenidos de la mente, en una zarabanda de inconexas imágenes nuevas, que aparecen y desaparecen a toda velocidad ante un ojo interno que se quedó sin marcos reconocibles de orden y medida, ya que todos estaban monopolizados por el ego lógico, que fué lo primero en desintegrarse al comenzar la aceleración.
Si en ese momento no tienes un mínimo desarrollo espiritual que te permita invocar a tu Núcleo Sólido Eterno y reordenarte en torno a él, bien puedes perderte en la locura y cuando, por fin, la droga remita en sus efectos, y la memoria de tu ego vuelva a montar el edificio de tus esquemas rutinarios habituales, no sería extraño que te quedaras sufriendo el temor subsconsciente de estar viviendo apoyado en una idea del mundo absolutamente frágil, que cualquier viento emocional puede echar de nuevo por tierra en el momento menos oportuno. En tal inestabilidad no es difícil que se instale en tí la paranoia o la angustia existencial, hasta que te vuelvas realmente loco en tu confusión, sin asidero posible, o hasta que comiences, por pura necesidad, a buscar lo Auténtico de tí mismo.
Por lo contrario, si ha habido un desarrollo espiritual en tí, pero no lo suficientemente abierto e infinito, profundo y holístico, sino encajonado y limitado por la fijación fanática y supersticiosa a una visión religiosa muy parcial, a su estilo, su lenguaje y sus símbolos -lo de fuera-, es posible que te quedes más enganchado todavía al símbolo envolvente y a tu secta, haciéndote, tras tu experiencia, más fanático y más supersticioso aún.
Ya que, al no estar tú vislumbrando realmente la Esencia Invisible que subyace tras los símbolos de estabilidad a los que te agarraste para ordenar tu caos, sino que estás tan sólo mirando la cáscara que la envuelve y le dá forma mental, -en este caso las imágenes o símbolos con los que tu creencia escogida representa a esa Esencia (que es universal y no sectaria)- puede ser que interpretes falsamente la solidez de la Esencia, la cual intuyes pero no ves, como prueba subjetiva, pero evidente, de la autenticidad del símbolo sectario que la revestía en tu mente, y que sí ves.
No pocos furibundos profetas y asesinos-suicidas fundamentalistas han nacido de experiencias semejantes, que luego han dedicado el resto de su vida a imponer su "Verdad Unica" al mundo, con absoluta intolerancia hacia quien cultúa la misma Esencia, pero usando diferentes imágenes, nombres, descripciones o símbolos.
-El segundo peligro de las drogas visionarias no reside tanto en la sustancia misma, sino en el ambiente en el que habitualmente se toman: quien lo hace tan sólo dentro del espacio ceremonial y doctrinal de una secta exclusivista, acaba por volverse facilmente manipulable por sus dirigentes o por el "que dirán" de sus correligionarios.
El Daime, por ejemplo, nos hacía muy sensibles emocionalmente y muy impresionables, lo cual provocaba que los guerreros o guerreras de nivel cultural y crítico bajo, que podían confundir a cualquier jerarca simplemente político del Pueblo de Juramidán con un Maestro de Sabiduría, acusasen cualquier llamada superficial al orden o cualquier sermón de un dirigente por motivos puramente reglamentarios -y los había muy poco delicados en sus expresiones- como si el mismo Dios de los Ejércitos hubiese bajado furioso a reprenderles.
Esto facilitaba los comportamientos borreguiles, los cuales, a su vez, propiciaban el encumbramiento de egos dictatoriales ávidos de poder sobre el sometimiento masoquista de los asustados, quienes tenían que echar mano, para mantener tan espúreo tipo de autoridad, a inyectar mayor miedo y sentimiento de culpa  por sugestión, mayor superstición y mayor censura, en nombre, además, del Cielo; todo lo cual mataba de dolor al Padrino en aquella época y envenenaba gradualmente el ambiente social de la comunidad, la cual en mi propio viaje -otros visitantes, tal vez más puros que yo, sólo veían maravillas- se iba sintiendo más y más inquisitorial y sectaria; desfigurándoseme incluso la sacralidad de algunas sesiones de Daime, que no pocas veces se convertían en un castigo psicológico colectivo para purgar una falta contra la autoridad temporal, a causa de la mala vibración introducida en las mentes de los participantes por el rapapolvo culpabilizador del dirigente, desencadenado justo cuando comenzaba la Fuerza a elevarse.
Tales comportamientos desconsiderados y egocéntricos -afortunadamente, propios de una minoría de pequeños jerarcas todavía poco pulidos- me parecían pura magia negra, pero fué, en verdad, fuera del Pueblo de Juramidán, en Rio Branco, donde asistí a los mayores abusos y juegos brujiles de intento de dominio psicológico sobre las mentes hipersensibilizadas de los ayahuasqueros; habiendo tenido, incluso, que defenderme, con todas mis fuerzas psíquicas, durante dos horas, del ataque telepático de alguien que me había invitado a una ingestión en su casa, y que, aunque externamente no paraba de hablar, exponiendo vagas elucubraciones filosóficas, me estaba dirigiendo, subliminarmente, una retahíla rítmica de mensajes hipnóticos impositivos que yo capté enseguida, y que eran tan poderosos que sólo me pude desligar de ellos concentrando toda mi atención en dibujar en la pared con un lápiz, mientras él seguía hablándome, una imagen sagrada a cuya Esencia (para mi sentimiento, benéfica y protectora) pudiese mi mente prenderse. Con todo, pasé los dos días siguientes con la sensación de que había agotado la mitad de mi energía en el combate psíquico no declarado contra el incógnito vampiro.
Creo que ha quedado claro, por lo expuesto hasta ahora, que el mayor potencial de una planta de poder, un enteógeno visionario, consiste en desmontar de un tirón todos los esquemas mentales, positivos o negativos, que la específica cultura en la que nacimos nos metió en la cabeza durante nuestra crianza y educación (a fin de que nuestras aspiraciones y nuestro comportamiento en la vida se correspondiesen con aquello que constituye el canon o modelo de "normalidad" aceptable como conveniente por esa cultura)... y colocarnos, de repente, ante un vacío creador en el cual podemos dialogar directamente, más allá de la dualidad y de las imperfectas categorías del pensamiento lógico, con la Fuente Primordial de todas las culturas.
Esta Fuente de Luz que aparece en nuestro interior cuando se diluye todo lo que no era sino pensamiento programado (y ajeno, por no íntimamente comprendido en sus causas)... no es otra cosa que el Ser Humanidad mismo, el Genio Subconsciente Colectivo, el Espíritu de la Especie Humana, que reside en el fondo del subconsciente individual de cada ser humano.
A partir del silencioso diálogo interno con Su arquetípico lenguaje de imágenes míticas, himnos e intuiciones, intensamente sentidas por nosotros como evidentes y confiables (ya que nos sentimos revelados, purificados, instruídos, aconsejados y confortados por algo que el corazón y todos nuestros genes CONOCEN como El Amor Mismo), podemos estructurar de nuevo todas nuestras concepciones mentales de una forma más lúcida y auténtica.
Lo cual, aunque no podremos evitar re-traducir esos descubrimientos subconscientes a términos explicativos extraídos de nuestro antiguo condicionamiento cultural, sin duda supondrá un activo y personal avance de nuestra consciencia (aunque relativo), en relación con su pasivo y alienado estado anterior.
Nuestra Identidad Mayor, el Ser Humanidad, es una altísima consciencia intimamente conectada a su propia Identidad Mayor, el Ser Planetario regente de La Tierra, y éste, a su vez, al Regente del Sistema Solar, y éste al regente de varios sistemas, y éste al de la Galaxia que llamamos Vía Láctea; y así sucesivamente, en una Jerarquía o Hierarquía Universal de la Consciencia que podemos tan sólo imaginar en unos pocos eslabones de una cadena espiral infinita, formada por todos los seres del Cosmos, siendo cada uno de ellos una consciencia más o menos autónoma (según el alcance de sus percepciones y capacidad de libre acción) que se ocupa de animar y hacer evolucionar su propia parcela de influencia vibratoria.
El conjunto de todas las consciencias del Universo funcionando interconectadas conforma la Consciencia Cósmica, lo que es lo mismo que decir que Dios es la inter-relación dinámica y viva de todos los infinitos Seres Divinos de todas las dimensiones del macrouniverso manifestado e inmanifestado, ya que habita, al mismo tiempo, en el núcleo sutil de cada uno de ellos y en el conjunto, que Su Voluntad mantiene coherente, a pesar de su impensable diversidad.
Como es en el Macrocosmos, es en el Microcosmos, y si nos fijamos en lo que tenemos más cerca, nuestro propio cuerpomente, tras ingerir un enteógeno, descubriremos facilmente como nuestra "personalidad individual" es también un pequeño universo de consciencias elementales más o menos autónomas y a menudo conflictantes entre sí, aunque concatenadas en jerarquías y mantenidas cohesas por una invisible voluntad de evolución positiva que rige tanto el núcleo de cada una de ellas como el del conjunto.
Esto es, por la voluntad de la Chispa Divina que anima cada ser denso o sutil, desde la Célula hasta la Galaxia, desde el más ínfimo elemental hasta el Arcángel, pasando por lo que llamamos el Hombre, que es un buen ejemplo de como todo el Universo está contenido en potencia en cada una de sus partes, igual que en una semilla se contiene el bosque.
La semilla de lo que hoy es la orgullosa Civilización Occidental, que tiene la firme vocación o presunción de convertirse en modelo aglutinador de la Civilización Terrestre en breve tiempo, fué seguramente esbozada en algún remoto pasado por las visiones de algún recolector de alimentos tribal, tal vez una mujer, y probablemente después de haber ingerido, "por casualidad" algún psicotrópico natural que puso a su mente primitiva (acostumbrada a tan sólo reaccionar instintiva y pasivamente a los condicionamientos del entorno), en disposición de recibir conscientemente revelaciones de su Divinidad Interna, con lo cual pasó a convertirse en un canal original de producción activa de cultura, sobre todo desde el momento en que pasó a beneficiar a su comunidad con los descubrimientos derivados de su reciente lucidez.
Durante muchos siglos, mientras aún vivían en pequeños grupos independientes en un ambiente bien natural que abastecía a todos por igual, el conocimiento mágico así descubierto fué patrimonio de todos, y cualquiera podía entrar en contacto directo con la Fuente Reveladora de su interior sin intermediarios ni intérpretes, tan sólo ingiriendo la Planta de Poder. Así ha sido hasta hoy entre los pueblos selváticos, aunque todos los amazónicos recuerdan un tiempo mítico en que las mujeres quisieron monopolizar el uso de los enteógenos, lo que acabó dando pretexto para que, en la mayoría de las tribus, los hombres se rebelasen, sometiesen a la mujer y, por contra, estableciesen el monopolio exclusivo del patriarcado sobre el uso de los medios para entrar en trance.
En el momento en que surgió cualquier clase de exclusivismo en relación al control de los medios para entrar en contacto con Uno Mismo, surgió la Magia Negra. Mago Negro es cualquier mujer u hombre que trata de utilizar el mayor poder del que disponemos, que es el de conexión con la Divinidad, en beneficio exclusivo, o en el de la propia familia, clan, partido o clase social, y como instrumento de manipulación y dominación del resto de las personas circundantes.
De ese exclusivismo egoísta surgieron todas las teocracias regidas por una restringida clase sacerdotal, aliada a los jefes guerreros más poderosos, que crearon las grandes civilizaciones colectivas en los diversos lugares del mundo donde las condiciones ambientales eran tan duras que los hombres no tuvieron más remedio, para sobrevivir, que agruparse en organizaciones numerosas, complejas y jerarquizadas.
Naturalmente, los sacerdotes y guerreros ocupaban los grados jerárquicos más altos y señalaban al resto de la comunidad, en nombre de Dios, el canon de "normalidad" y los objetivos que más convenían a su bienestar y a la perpetuación de su poder como clase dominante.
Para defender su monopolio, la clase sacerdotal acabó por declarar ilegal y nocivo el uso de enteógenos (salvo secretamente entre sus grados jerárquicos más altos, en el seno de exclusivos Colegios Mistéricos e Iniciáticos), así como por asimilar o eliminar a los ancianos que aún sabían reconocerlos y usarlos, y por acusar de brujería y perseguir a aquellos ciudadanos de a pié que lograban encontrarlos, consumirlos, curarse de la alienación general y tratar de curar a otros.
Y fueron apedreados o quemados, también, como herejes, todos aquellos que llegaban a elaborar en su mente un modelo evolutivo que no se correspondiese con el de la jerarquía dominante y que se atrevían a intentar comunicárselo a los demás.
Sin embargo, como los tales modelos de "normalidad" dominantes estaban viciados en su base, tarde o temprano arrastraban a toda la comunidad al conflicto permanente, interno y externo, y a la infelicidad. Pero como el Espíritu de la Humanidad no admite estancamientos en su dinámica evolución, siempre acababa por inspirar a un pastor de ovejas o cabras o camellos de alma honesta y pura y de corazón lleno de firmeza, para que, en lo alto de una montaña o en el desierto, abriese de nuevo sus percepciones a La Fuente Interna.
Esto ocurría, ya por medio de un psicoactivo que aparecía "casualmente" como alimento, o mediante sueños visionarios que, tras desmontar toda la estructuración manipulada en la que fué criado el sujeto, la reestructuraban ajustándola a las Verdades Universales de la Sabiduría Permanente reveladas por las entidades divinales de su Plano Arquetípico subconsciente.
Así surgieron los grandes profetas reformadores de las antiguas religiones, que, por muy puros que demostrasen ser, nunca pudieron evitar que sus revelaciones fuesen, incluso antes de ellos morir, manipuladas por sus seguidores y adaptadas, como ideales y valores culturales, a los intereses de una nueva jerarquía sacerdotal y aristocrática dominante.
Estúdiese, por ejemplo, en lo que se convirtió el mensaje de Cristo y de los mártires en tiempos de Constantino, Justiniano y de los primeros papas romanos. La Humanidad avanza incontenible hacia su realización, pero siempre entre mares de lodo.
Tal vez el Espíritu consiente el predominio de los corruptos y de los magos negros porque, cuanto mayores son los obstáculos que ellos colocan, mayor es el salto hacia adelante de la especie toda cuando sus pioneros consiguen superarlos.
Cualquier persona inteligente puede aplicar este desarrollo hasta el día de hoy, y entender como siguen siendo los intereses de control de las clases dominantes en nuestra "democrática" Sociedad Occidental los que siguen señalando (con pretextos arbitrarios y sin estudios imparciales que respalden sus anatemas), como malditos y espúreos... o viciosos y delincuentes, a todos los que se atreven a buscar vías eficientes, inmediatas y accesibles a cualquiera, de conexión personal y directa con la Fuente Interna a través de Plantas Sagradas; aunque toleren los sistemas místicos y yóguicos porque saben que sólo unos pocos lograrán, con muchísimo tiempo y esfuerzo, obtener resultados de esa manera, y que esos pocos serán bien más fáciles de controlar que las multitudes.
Todos estos argumentos en favor de la libertad autoexploratoria, no dejan de considerar que los enteógenos son instrumentos poderosísimos de cognición que, irresponsablemente utilizados, pueden desestructurar los viejos esquemas de muchos y dejarlos colgados en la inseguridad total sobre sí mismos por falta de una base sólida sobre la que reestructurarse. Este suele ser el caso de aquellos que se lanzan a un viaje psicodélico sin preparar su psique ni el ambiente, y sin otro objetivo que curiosear y divertirse con nuevas sensaciones.
Peor todavía es encontrarse con una secta de magos negros que manipulan tu reestructuración sobre cauces que se dirigen a crearte un compromiso de obediencia ciega a sus postulados y a sus jerarcas. Recuerda siempre que uno toma una planta de poder para consultar con su propio Maestro Interno, y que nadie tiene el derecho de convertirse en su infalible intérprete.
Así, es recomendable salir corriendo de todos aquellos círculos donde tu corazón y tu cabeza intuyan excesivo paternalismo, o sacralización del dirigente, falta de transparencia entre las cabezas y la base, exclusivismo o irrespeto a otras vías de conocimiento, dogmatismo, fanatismo, intentos de control sobre la ideología y la vida privada de sus miembros, interés económico, político o sexual.
La mejor de las doctrinas puede fallar, a la hora de aplicarse, por carencias de los seres humanos que la aplican, y convertirse en un sistema opresivo. Así que hay que observar muy bien a las personas con las que uno juega juegos tan íntimos como el de desnudar la propia mente. Por sus obras los conoceréis, pero no demoreis mucho tiempo en usar vuestra discriminación.
También son un peligro los elementos negligentes o torpes que existen hasta en la mejor de las comunidades de crecimiento interno: En Mapiá, durante la alquimia del Feitío, los guerreros veteranos estaban continuamente vigilando que los novatos no fueran a cometer el menor error de ritual y a veces eran excesivamente duros en sus reconvenciones... Pero tiempo después, ya de vuelta a Rio Branco, donde existen muchas Iglesias en las que se sincretizan cristianismo y enteógenos, tuve ocasión de comprender y aprobar su marcial nivel de exigencia, al experimentar un "viaje" horrible, producido por la ingestión de Ayahuasca en el templo de otra Iglesia que no cuidaba ni la disciplina, ni la perfección ritual, ni la limpieza, tan puntillosamente como los seguidores del Padrino Sebastián.
Ya que tenían claro que el Daime era una especie de catalizador mental, una película fotográfica en blanco, donde se imprimirían todos los pensamientos y sentimientos de los dos equipos de ambos sexos participantes en su elaboración. Si lograban mantener una buena armonía durante el feitío, esa armonía impregnaría posteriormente las sesiones de ingestión del brebaje; pero, si se creaban conflictos y tensiones entre los participantes -abundaban los carácteres primitivamente soberbios, machistas y competitivos- y éstos, en lugar de vibraciones de amor y de contacto espiritual, impregnaban la neutra Ayahuasca con sus odios, rencores, envidias y luchas de poder, tendríamos luego tormentosas sesiones, en las cuales, el Maestro Juramidán colocaría ante nuestro ojo astral un espejo donde se reflejara crudamente el horror de nuestros demonios interiores, los mismos que se correspondieran con las malas energías que los elaboradores habían dejado, negligentemente, que contaminaran la mezcla.
...Tomábamos un vasito de Daime, santiguándonos previamente, una vez cada dos horas durante el Feitío. Aquello hacía que uno estuviera proyectándose astralmente casi todo el tiempo, con miraciones fortísimas que a veces desdoblaban nuestra consciencia y llevaban nuestro cuerpo etérico muy lejos del físico; a pesar de ésto, allí, más que en cualquier otro sitio, se te exigía un "ora et labora" en el que debías ser capaz de mantenerte muy atento al trabajo y con los pies bien puestos sobre la tierra, para librarte del acoso inquisidor de algunos veteranos que eran verdaderos "pinches tiranos", especialmente aquellos que sentían la necesidad de crecerse por encima de las personas más convencionalmente cultas que ellos, y que volcaban un alud de acres críticas sobre los "urbanitas atontados" que cometían el menor descuido, lo que podía culminar hasta con una grosera expulsión del iniciante que, por mirar demasiado para adentro, cometía fallos en el trabajo externo. Pocos de los novatos eran firmes bastante para aguantar -con su emocionalidad hipersensibilizada- aquel duro trabajo y estricta disciplina; y muchos abandonaban con cualquier pretexto el Feitío en el segundo o el tercer día, por lo que su estancia en Mapiá se abreviaba forzosamente.
Pero los que conseguíamos superar la vagancia y blandura física del hombre urbano y reencontrar -en la obediencia dignamente aceptada y la esforzada cooperación- nuestra hombría arcaica, llegábamos a sorprendernos del extraordinario caudal de poder energético del que normalmente no tenemos consciencia, por causa de nuestro alejamiento de la naturaleza. Y acabábamos adaptándonos, por pura constancia movida por la verguenza.
Así, cuando lográbamos salir de la flaqueza y arrimar el hombro al ritmo general, dejando de hablar tonterías, de quejarnos o de presumir de lo que creíamos que sabíamos, y demostrando al tiempo alegre disposición, espíritu de servicio sin babosería ni sumisión, colaboradora entrega, ganas de aprender practicando y respeto a la veteranía de aquellos ásperos gigantes, éstos nos aceptaban por fin y nos hacían descubrir toda la nobleza cordial de sus corazones de guerreros.




"Santa María é a nossa Mae
Nossas filhas e nossas mulheres
Mas é preciso muito amor
De todas elas se consagrar."

(Fragmento de un himno del Santo Daime)

El Padrino Sebastián, además del Daime, había recibido del YO SOY la autorización para utilizar sacralmente otra planta de psicoactividad infinitamente más leve, y muy conocida hoy en día, cosa, sin embargo, que fué muy criticada por sus antiguos condiscípulos del Alto Santo, la Iglesia del Maestro Irineu en Rio Branco... pero ellos no tenían que mantener unido a un pueblo de guerreros en medio de la jungla: estoy hablando de la Cannabis Sativa o Marihuana.
Se usaba, sobre todo, como forma de propiciar distensión, armonía e introspección antes de las asambleas comunitarias o de las "concentraciones", que eran reuniones para el debate o el estudio grupal de temas específicos; También durante o tras alguna intensa sesión con Daime en la Casa de la Estrella, para acalmar las emociones que se hubiesen desbordado demasiado. No se cultivaba por entonces en Mapiá, para evitar conflictos con el Estado, y se llevaba un férreo control de su distribución, de manera que, oficialmente, sólo podía ser usada en las ocasiones adecuadas, siempre sagradas.
Se contaba que allá por los setenta, cuando aún vivía el Padrino en la Colonia 5000 de Rio Branco, tuvo una visión en la que un guerrero le ofreció una nueva planta curativa de las dolencias del alma. Poco tiempo después llegaron por allí los primeros hippies: dos "malucos" mineiros y un argentino, gentes del "Pueblo del Camino" que vivían vagando de un lado para otro con sus artesanías. Sebastián Mota simpatizó muchísimo con ellos, que fliparon desde el primer momento con el Daime y pasaron enseguida a formar parte del Pueblo de Juramidán, enseñando a los caboclos a comer hortalizas, que ellos mismos plantaban y cocinaban.
También plantaban otras cosas, y un día hubo un escándalo porque uno de ellos confesó en pleno trance de Daime que se había "enmacoñado" antes del himnario y que ahora lo estaba pasando mal por causa del sentimiento de culpa. "Macoña" es el nombre que en las calles del Brasil se le da a la marihuana, y todo el mundo se espantó, ya que tan sólo conocían aquella "droga de vagos y delincuentes" por referencias populares cargadas de prejuicios.
Pero el Padrino jamás emitía un juicio precipitado ni vano, y les pidió algunas hojas de Cannabis para hacer un estudio fino y disciplinado ante El Poder, igual que anteriormente había estudiado los hongos Psilocybes y que después siguió estudiando todo cuanto psicotrópico le traían. En muy poco tiempo entabló perfecta comunicación con el deva de la planta, y la presentó a su pueblo como aquella que le había sido anunciada en la miración. Dijo que en ella estaban contenidas las más altas cualidades femeninas (así como las más bajas, si se usaba mal), y la llamó "Santa María". Don Manoel Correntes, que era la mano derecha del Padrino, recibió del Arcángel Miguel el ritual adecuado para consagrarla y el consejo de comenzar no usándola más que una vez cada quince días.
La Cannabis o Cáñamo es un psicoactivo de reciente uso en el Nuevo Mundo, ya que no existía en él antes de que españoles, portugueses y británicos la introdujeran en sus colonias para poder fabricar cordajes y velas de navíos con sus fibras. Sin embargo, se adaptó maravillosamente a diversos climas americanos, y ya ha habido tiempo para que muchos chamanes nativos conocieran sus virtudes y la incorporaran a sus ceremonias sagradas de contacto con el Padre Cielo y la Madre Tierra, que conforman los aspectos locales más elevados de nuestro Yo Superior.
Se sabe que hace más de diez mil años que se usa la Cannabis en el Viejo Mundo para producir estados alterados de consciencia. Probablemente nómadas y caravaneros la llevaron a Oriente y Occidente desde el Asia Central. Los hindúes la veneraron en los Vedas, la cultivaron con sacralidad y la consagraron a Shiva, el Dios de la Transformación, y a Indra, señor del Firmamento Astral (y, por tanto, de los viajes interdimensionales sobre alfombra mágica conducidos por un genio).
En el Budismo Mahayana tibetano se la considera también una planta sagrada y se cuenta que, durante los seis pasos de la vía ascética que conducen a la iluminación, Gautama, el futuro Buda, se sostenía con el gran poder nutritivo y meditativo de una semilla de cáñamo al día. Asimismo, es muy empleada la Cannabis sacralizada, tanto hoy como ayer, en los rituales tántricos[****].
Cinco siglos antes de Cristo, el historiador helénico Herodoto contó algo sobre "La Sauna Escita": los escitas, tribus de jinetes nómadas que vivían al noreste del Mar Negro, y a quienes los urbanizados griegos consideraban como bárbaros salvajes, hacían una especie de tienda de sudación bastante parecida a los Inipis de los Pieles Rojas o a los Temazcallis Mexicas, sólo que sobre las piedras al rojo vivo situadas en el centro de la sauna, se arrojaban, junto con algo de agua, semillas y hojas de Cannabis, las cuales producían de inmediato una humareda húmeda que, al ser inhalada por los participantes, en el interior de la cabaña herméticamente cerrada por mantas de pieles, los colocaba en un intenso trance colectivo, tan purificatorio como eufórico, que ellos celebraban con sueltas exclamaciones de gozo... parece ser que los escitas estaban "escitadísimos" allá adentro.
Hoy en día es la planta psicoactiva más difundida en el mundo, pero esta gran difusión ha contribuído, también, a su uso automático, profano y vulgar, o sea, desacralizado. Yo doy fe, porque lo conozco muy bien, de la enorme diferencia que hay entre fumarla sacralmente o de una manera habitual e inconsciente. Y como ésto, todo. La vida es mágica, pero sólo se deben contar como vividos los pocos momentos en que nos enfrentamos despiertos y conectados a las maravillas de la creación; el resto del tiempo es letargo vegetativo o infra-animaloide (porque los animales son mucho más sensibles), pilotaje robótico... "zombiedad", si me toleras la horrible palabreja.
A diferencia del resto de las plantas de poder, el principio psicoactivo de la Cannabis no es un alcaloide, o sea un compuesto nitrogenado, sino un aceite resinoso llamado THC o Tetrahidrocannabinol, que se concentra mucho más en las flores aún no fertilizadas que en las hojas, aunque se han encontrado en la planta otras 460 sustancias psicotrópicas en menor concentración, entre ellos 60 cannabinoides de estructura química parecida a la del THC.
Hay muchas maneras de ingerirla, pero la más común es fumar la resina concentrada de las flores, sola o mezclada con las hojitas más finas picadas; o picar simplemente las hojas y fumarlas. En general, quien usa la Santa María como un mago guerrero, acaba por cultivar con el mayor cariño artesanal sus propias plantas de cáñamo, haciéndose uno con el deva de la planta, es decir, con el elemento espiritual que estructura sus elementos químicos, antes de incorporarlo definitivamente a nuestra propia aura en la pitada o fumada.

El THC actúa sobre el hipotálamo, que es el centro neurálgico que, en la base del cerebro, segrega hormonas para la hipófisis o controla el apetito. En el cerebro, activa neuroreceptores del tipo de la dopamina, que ponen en marcha en el sistema límbico respuestas cerebrales de las consideradas "de recompensa": pérdida parcial de la sensación del tiempo y disminución de la ansiedad producida por la preocupación y la prisa; relax y tranquilidad, aumento leve de la líbido, que propicia la sociabilidad y la expresión de afecto, y alegre desinhibición. Al mismo tiempo, se potencia la parte intuitiva y, por lo mismo, se desconecta algo el hemisferio deductivo y surge una cierta desgana de seguir realizando operaciones lógicas y calculadas. Hay un aumento de la sensibilidad, una disminución de reflejos, los ojos se irritan, la boca se seca y aumenta algo la tensión y la taquicardia, por eso es bueno canalizarla en el ritmo del canto y de la danza después. Se le atribuyen, desde la antiguedad, numerosos efectos terapéuticos, aunque éstos, debido al prejuicio y los intereses creados de los gobiernos, jamás han sido adecuadamente investigados por un equipo imparcial.
La mayor parte de la Cannabis que se fuma en Europa cuando yo escribo procede de Marruecos (la principal área productora es la región de Ketama, en las montañas del Rif) y consiste en resina apretada en pastillas compactas y desecada, o sea, el famoso "Hachís". Los traficantes suelen añadirle toda clase de sustancias espesantes que hagan un kilo de unos cuantos gramos de resina, siendo verdaderas basuras alguno de los adulteradores. Luego, el consumidor ablanda la pastilla, quemándola un poco, y se la fuma mezclada con tabaco, en general procedente de cigarrillos rubios, el cual sí es adictivo y muy nocivo para la salud, aunque perfectamente legal, ya que los estados obtienen una cantidad enorme de impuestos del envenenamiento de sus ciudadanos con una droga que aumenta el automatismo y el letargo, sin riesgo de producir ningún aumento de la consciencia que los detentadores del poder político puedan considerar peligroso.
Cuando se ve la diferencia entre una plantita cultivada con sagrado amor y algo ...más o menos parecido por fuera, aumentado con vete a saber que clase de porquerías, y cambalacheado de Africa a Europa por vete a saber que clase de vibraciones, uno acaba por abandonar un día definitivamente tanto los manoseados y adulterados productos que los narcotraficantes venden por los rincones oscuros, como el tabaco manufacturado de forma industrial y ampliamente comercializado por las mismas grandes multinacionales mafiosas que se enriquecen con las guerras o con las prohibiciones, y con la explotación de la debilidad y la sordidez humana.
Muchas personas, en su mayoría ciudadanos de países con amplia libertad democrática duramente conseguida, han formado movimientos que exigen la investigación imparcial y la legalización de la Cannabis. Los norteamericanos, que viven en uno de los países donde la represión es mayor y más interesada, ya no necesitan recurrir a los carteles colombianos del narcotráfico para importar marihuana, ya que han conseguido adaptar a sus propios jardines y patios interiores una especie de excelente psicoactividad.
En Europa, Holanda tiene por orgullo, gracias a la lucha de sus ciudadanos por conseguir y mantener sus libertades cívicas frente a la creciente ansia de los estados modernos por controlar al máximo la vida de sus miembros, de ser uno de los países más tolerantes y permisivos, y cada año se celebra en Amsterdam un concurso internacional que premia la Cannabis casera de mayor calidad, aunque casi siempre los suelen ganar los mismos holandeses, tradicionalmente óptimos jardineros, que han llegado a producir variedades magníficas.
La legislación española de la época en que escribo, sin embargo, presume de ser la más avanzada -dicen algunos estudiosos del tema- en cuestión de tolerancia: aunque está prohibido el narcotráfico, no está penalizado el consumo ni, oficialmente, te pueden quitar una plantita o dos que cultives para tu uso, aunque no conviene que las tengas en el balcón, a la vista de tus vecinos, ya que te podrían denunciar, y si viene la policía y se las lleva, mucho papeleo has de mover después para conseguir que te las devuelvan. El clima español es muy apropiado para el cultivo si se riega y se cuida bien, y no hay María mejor que la de cosecha propia.

Supongo que la marihuana amazónica, como la famosísima colombiana, es de las mejores del mundo, aunque allí, en Mapiá, tratando como tratábamos con la poderosa Ayahuasca, en la atmósfera de alta vibración que la selva es, nos parecía algo flojito, "apenas pra relaxar" como dicen los brasileiros, que de relajar entienden mucho. Ahora bien, el Padrino se tomaba la Santa María muy en serio, y lanzaba indignadas diatribas contra los que se atrevían a consumirla sin consciencia, fuera de las horas de ocio, o como un simple hábito automático.
Como el Universo es mental y todo en esta vida es cuestión de actitud, según la actitud con que la fumásemos, el deva contenido en la planta nos influiría de una o de otra manera, positiva o negativa. Así pues, estaba prohibido el uso de "macoña" en la comunidad, lo cual coincidía con la Ley Federal Brasileña, pero estaba permitido (y bendecido) utilizar oportuna y sacralmente la Santa María, que no era otra cosa que la pícara brujita Mari-Juana cuando elevada a nivel trascendente; lo que sólo se conseguía cultivándola y cuidándola con sacralidad y tan sólo fumándola después de que cambiabámos nuestra actitud y nos sumergíamos en "Estado Interior de Templo". Entonces la consagrábamos, haciendo la Señal de la Cruz con el canuto antes de encenderlo, lo que equivalía a invocar la inspiración de la Reina de la Selva y de sus ángeles sobre nuestra psique a través del poder de la hierba y a sincronizar su más alta vibración con la vibración más alta de nuestro espíritu.
Después había que "pitarla" (fumarla) con consciencia, con respeto y compartiéndola fraternalmente: tomarla con delicadeza, ponerla en los labios, aspirar mientras uno invocaba mentalmente: "Sol, Lua, Estrela", y pasarla a otro. Y nada de perder la pitada hablando de tonterías ni reteniéndola mientras se habla... Tras un tiempo de concentración silenciosa, en el que el éter retenido de la planta se dirigía, inspirando por la nariz, de chakra en chakra, columna arriba hasta el tercer ojo, antes de expulsarse el residuo, los iniciados canalizaban la vibración obtenida hacia lo alto, y agradecían, luego de un rato de meditación, por medio de canciones... tal como hace el canario después que se alimenta con cañamones o semillas de Cannabis, que, por cierto, le hacen cantar mucho mejor.
Las mejores fumadas que yo he tenido han sido siempre en un escenario consagrado, ante un respetuoso colectivo que se pasaba el canuto en completo silencio. Cuando se acaban los cigarrillos, el comandante de la sesión dice: -"Concentración"- y todos cierran sus ojos físicos y se concentran en el ojo interno, elevando su atención hacia las más altas emisoras que puedan captar. Si uno de los miembros de la mesa consigue sintonizar con una de ellas, es fácil que los demás resuenen telepaticamente con él, y que durante un rato todos comulguen intensamente de un momento mágico de conexión sinérgica con un espíritu que es mucho mayor, en su calidad de amor y de sabiduría reveladora, que la suma de las potencias espirituales de los participantes. Algunas de estas experiencias son inolvidables y no tienen nada que envidiar a otras emocionantes comuniones conseguidas en trance de Ayahuasca.
La planta de Cannabis puede llegar a medir hasta dos metros de altura y más; cuando están todas juntas en una plantación aquello parece una selva. Astralmente, la energía que producen es tan potente que, cuando están en flor, algunas personas poco afirmadas hasta se sienten desmayar entre ellas. Las plantas piden mucho sol y mucha agua, y cuidarlas y regarlas es una labor meditativa que requiere dedicación concentrada y muy fino amor; es bueno que no ande demasiada gente entre ellas, sino que tengan uno o dos cuidadores fijos, preferiblemente varones, que las amen y las mimen, y mucho agradecen que se les hable y se les canten himnos mientras se las riega. Lo más refinado de la planta es la resina y la flor, que contiene la mayor concentración de THC y una energía de una femininad maravillosa.
En Mapiá, las muchachas jóvenes, perfumadas de esa "hembría" silvestre, brava, felinamente natural y, al mismo tiempo, modosa, de las hijas de la Floresta, siempre preguntaban -"¿es flor?"- cuando se las invitaba a pitar, ya que sólo esta parte de la planta es digno ofrecimiento a una doncella. Sus enamorados procuraban recoger las mejores flores con delicadeza, secarlas, colgándolas del techo de su casa, liar después un canuto con perfección y, en sus ratos libres, confeccionar unas cajitas decoradas que pudiesen ser adecuado envoltorio de su regalo y en las que pudiesen expresar todo lo mucho que habían pensado en el objeto de su amor durante el "feitío" o la confección meditativa. Luego, en cualquier momento, generalmente en la iglesia, donde todos coincidían, las depositaban con discreción en la mano de su amada. Ella no decía nada, mas, en la intimidad o en el bosque, abría con deleite la cajita y se fumaba el presente, en cuya vibración se comunicaba telepaticamente con el presenteador. Todo era así de mágico en Mapiá, y uno iba de sorpresa en sorpresa si prestaba un mínimo de atención.
Como ocurre con todos los psicoactivos y medicinas, lo ideal es dejar que transcurra un tiempo prudencial entre toma y toma; de esa forma su efecto será pleno e incidirá sobre el aspecto de tu vida que está demandando una reflexión intuitiva. La Cannabis no es adictiva, de manera que quien la usa de continuo no es un prisionero de ella, sino de su propio automatismo rutinario (dependencia psicológica) si la consume profana y automáticamente. Cuando pruebas un pastel de vez en cuando es sano y sabe de maravilla, pero si tomas pasteles en el desayuno, el postre, la merienda y la cena, te empalagas, ya no te enteras del dulce... y engordas, y te embotas.
Había himnos que avisaban sobre la degradación de su consciencia y del mundo de ilusión que provocaba quien fumaba Santa María todo el día: se consideraba, y no sin razón, que se volvía vago, pasivo e indolente en el trabajo, desorganizado, glotón, inconstante, fantasioso, superficial, disperso, indisciplinado e insolidario... y hasta circulaba entre muchos daimistas la superstición de que también habia peligro, si uno hacía el amor después de fumar, de ir adquiriendo impotencia sexual.
La realidad es que la Cannabis Sativa es más bien un afrodisíaco que lo contrario, ya que, al producir una disminución de velocidad en el ritmo habitual del individuo al mismo tiempo que un predominio del hemisferio cerebral más femenino, tierno y creativo, permite un disfrute mayor del instante, aumentando la finura de percepción de los sentidos, además de la cariñosa cordialidad y de una tendencia a ir hasta el fondo de los sentimientos. En un pueblo de durísimos guerreros como el de Juramidán, la Santa María brindaba la oportunidad de dar un necesario reposo a la tensión luchadora y constructiva y de hacer aflorar el ánima femenina de los iniciados, junto con todo su potencial de creatividad blanda, suavidad y ternura, sin la cual es imposible el amor.




"La salamandra tiene el control sobre el fuego sexual...
...no hay fuego superior al fuego del deseo sensual.
Si tienes dominio sobre ésto serás señor de la salamandra"

Carlos Pacini, "El Sol", Goiania 1988.

Ahora bien, durante el juego sexual, la Cannabis excita más bien la mente que el cuerpo, y los machos rudos que están acostumbrados a una relación puramente animal, esto es, excitarse rapidamente hasta el clímax y desahogarse derramándose, sin preocuparse demasiado por la preparación previa o la satisfacción final de la compañera, o por el intercambio afectivo de energías eterizadas, se quedaban aterrados al comprobar que el orgasmo se retardaba y que a veces hasta la excitación se perdía. Ahí, algunos pensaban que se estaban volviendo impotentes.
Los amantes más refinados, sin embargo, que saben muy bien que la mujer demora mucho más que el hombre en excitarse a tope y en llegar al clímax, aún sin necesidad de ser altos iniciados en el Tantra, disfrutan a fondo de esa disminución de la imperativa excitación masculina, jugando con ella sin llegar a perderla totalmente, dando lugar a un imaginativo y cariñoso prólogo de caricias que dure todo lo que haga falta, hasta que la propia mujer se ablande y pida ser penetrada; jugando después, con el movimiento y la respiración controlada, a llegar y retornar del borde de los límites, en conscientes ascensiones y descensos, distribuyendo a lo largo de todo el juego y todo el cuerpo el placer, que en la relación ruda sólo se concentra en el último espasmo vaciador; y educando, al tiempo, a la parte más instintiva de nuestro vehículo material, para que se ponga en todo a las órdenes de la voluntad rectora, haciendo del potro salvaje sobre el que cabalgamos en este plano, y que tiende a desbocarse totalmente, un obediente Pegaso alado que nos lleve volando hasta la Altura...
Cuando por fin su compañera se disuelve en el puro placer y en el vacío del éxtasis, el hombre puede optar por disolverse también, derramándose simultneamente y transmutando su densidad, junto con la de la mujer, en sutil espacio donde ambos se hacen uno... o coagularse, canalizando conscientemente la energía generada de chacra en chacra hasta la cabeza, donde servirá de sutil combustible altamente refinado a su creatividad artística, construcciones mentales, meditación, decretación magística o comunicación espiritual... quedándose además, si la canalización estuvo bien hecha, con una cierta excitación agradable y jovial y constructiva durante todo el día, hasta el próximo juego de amor.
Esta era una de las instrucciones de Carlos Pacini para mantenerse canal del Espíritu : Lla mujer -la tierra, el agua- se disuelve, sutilizándose; el hombre -el fuego, el aire- se coagula para realizarse... la Alquimia se produce. Todo cuanto se visualice en el momento de esta transformación es transformable; lo que se construye y se mantiene entonces en la mente con clara consciencia, intenso sentimiento y voluntarioso deseo, se manifestará magicamente en el astral y luego en el físico, combinándose los éteres cósmicos, estructurándose y vehiculándose sobre la poderosa energía generatriz que la alquimia sexual condensó. Por eso hay que tener infinito cuidado con lo que se pone en mente y con qué entidades se liga uno durante el acto amoroso, que es un acto generador, no sólo de cuerpos físicos, sino de toda clase de envolturas mentales, astrales, etéricas y físicas, para manifestar encarnadas sobre el mundo las formas que se mantengan en el pensamiento y en la emoción en ese momento, en el cual se abren las puertas interdimensionales y se comunican entre sí todas las dimensiones de potencialidad del Ser Integral que Somos.
...Claro está que Carlos Pacini jamás recomendó otro estimulante psicoactivo que mantenerse conectado y rendido todo el tiempo, con el Hijo en el corazón y con el Padre en el tercer ojo.
Esta necesidad de transmutación de bruta energía generatriz animal en elevada energía generatriz mental y espiritual, es la razón de la exigencia del celibato a los sacerdotes de muchas religiones, de las recomendaciones de abstinencia a los sanadores chamánicos antes de transmitir la energía curadora al paciente, o la de la prohibición a los daimistas de mantener relaciones sexuales desde poco antes del inicio del Feitío o durante las ingestiones sacramentales de Daime (lo cual brindaba otro pretexto a ciertos egos inquisidores para meter la nariz en la vida íntima del vecino y chismorrear abundantemente)...
Conectar con la altísima Energía Divina depende, fundamentalmente, de convertir en altísima la propia energía básica que nos conforma, esto es, de expandirse. En el proceso de intercomunicar y avivar con energía vital purificada y transmutada cada uno de nuestros siete chakras de abajo a arriba, conseguimos, por resonancia, que se intercomuniquen y se unifiquen también todas y cada una de nuestras siete esferas dimensionales de Realidad, y que el poder de las más altas se transmita a las más bajas si la consciente y sentida voluntad conjuntada lo decreta y facilita.
...Lo que, desde luego, entre el Pueblo de Juramidán (que era suficientemente liberal como para consentir que alguien pudiese tener más de una pareja si de sus corazones salía) sí consistía un verdadero tabú, era mezclar ingestión de Daime y sexo. Se contaban casos espeluznantes de personas que lo habían transgredido, consiguiendo morir o enloquecer. No sé si ésto sería verdad porque, por puro respeto a la sacralidad evidente del Daime, nunca se me ocurrió ultrapasar aquella ley no escrita, pero lo que pienso, es que en el trance de Ayahuasca se está tan desdoblado del cuerpo que poco me podría concentrar en el disfrute de los sentidos táctiles. De hecho, durante las primeras ingestiones, apenas se entera uno del sabor de la comida que se toma comunitariamente tras el descenso de la Fuerza y el acabamiento de la sesión, aunque la sensibilidad física va retornando con la veteranía.
Por otra parte, es la mente la que estimula al cuerpo durante la sexualidad, para lo cual tiene que entrar en una cierta onda de concentración imaginativa en la pura sensualidad material y animal. Esto es imposible de mantener cuando uno está en plena miración, disuelto totalmente en la Unicidad Cósmica, en la que todos nuestros seres amados son Uno con Uno sin diferencia, o girando vertiginosamente en el Caleidoscopio de las Geometrías Etéricas, o enfrentado a sus ángeles o a sus demonios. Visto desde allá arriba, el sexo, la gran motivación humana en esta dimensión, pierde tanto su posible interés como lo pueden perder sus aviones de juguete para un muchacho crecido que ya cabriolea sobre las nubes junto al instructor de vuelo, pilotando una avioneta de verdad.
Así es la vivencia del Mundo Espiritual con relación a la del Mundo Físico, y por eso es por lo que, tras la experiencia con la Ayahuasca, los verdaderos iniciados e iniciadas dejan de temer la muerte física y sólo se preocupan, durante todo el resto de su vida, de no volver jamás a dejarse morir espiritualmente.
Sin embargo, existe una dimensión trascendente y sutil de la sexualidad, y, dejándose llevar por su onda con impecable consciencia, uno puede ser transportado sobre ella a las dimensiones más elevadas de la unificación de los espíritus. Cuando por fin, horas después de haberse acabado la sesión, y aunque la mente sigue flotando en tal luz que se niega a dormirse, uno entrega su cuerpo al reposo junto al del ser amado, basta con abrazarse, vestidos o desnudos, para sentirse telepáticamente conectados hasta lo más hondo. La conexión convierte a ambos amantes en un solo ser divino; y para un ser divino no hay tabúes, ni leyes ni reglas, sino tan sólo aquella clara evidencia interna de lo que es oportuno, armónico y sano hacer en cada momento, lo cual surge de su segura intuición con tanta espontaneidad como surge el perfume de un capullo abierto al sol de la mañana.




Si entendemos como Magia Terapéutica LA ACCION INTENCIONADA DE LA MENTE SOBRE EL ESTADO DE CONSCIENCIA DE UNO O VARIOS INDIVIDUOS PARA PROVOCAR UNA EXPANSION FLUIDA DE SU FRECUENCIA VIBRATORIA, y teniendo en cuenta que nuestro estado sano significa que continuamos fluyendo evolutivamente hacia más y más altos niveles de consciencia, y que estar insano no es otra cosa que padecer uno o varios bloqueos que producen una contracción en los aspectos más limitados del ego y un estancamiento en nuestra evolución... conocí, en Perú y Brasil, tres tipos de magia que casi siempre, en mayor o menor grado, eran usados CONJUNTAMENTE por el mago, chamán, alquimista, terapeuta, sacerdote o cualquier término con el que queramos designar al discípulo adelantado del Sendero que hemos tenido la suerte (o el merecimiento) de encontrar para que haga para nosotros, en Nombre de La Vida, el papel de maestro, instructor, iniciador o probador en cada etapa de nuestro peregrinar por Ella:
1º- Magia de ación removedora de nuestras corazas mentales.
2º- Magia de acción removedora de nuestras corazas emocionales o astrales
3º- Magia de acción desbloqueadora de nuestros nudos etéricos.
Alguien podría sugerirme que incluyera la Magia de acción transformadora sobre las causas de los trastornos especificamente físicos del individuo, pero prefiero darle su verdadero nombre de Medicina, aunque aquellos que creen que el don y la licencia para curar sólo se obtiene junto a un diploma académico, la denominen despectivamente Curanderismo. Los curanderos geniales -o médicos que curan actuando como canales del Genio Interno que nos anima-, resuelven, con frecuencia, los casos que la medicina académica deshaucia.
Además, la Medicina es, desde sus comienzos históricos, una práctica derivada del tercer tipo de Magia, ya que, dejando a un lado los traumatismos, la mayor parte de las enfermedades y trastornos somáticos tienen como causa una insuficiencia energética en el cuerpo etérico del paciente, que es su armadura de protección electro-magnética contra las vibraciones negativas, virus y microbios que en todo momento nos rodean, vayamos donde vayamos. Cuando algún bloqueo impide la libre circulación de la energía vital por él, todo comienza a fallar en el individuo: su sistema inmunológico, su estabilidad emocional y su claridad e independencia mental; y estas tres cosas son las columnas sobre las que se apoya el edificio todo de nuestra salud, corporal e integral.
Observé que los terapeutas occidentalizados que se dirigen a discípulos o pacientes occidentalizados, emplean más las Magias Mental y Emocional, mientras que los ligados a la tradición chamánica de las razas negra y roja usan, preferentemente, las Magias Emocional y Etérica, que causan inmediato y palpable efecto sobre pacientes y discípulos que pertenezcan a esas razas, y ligeramente retardado en los mestizos.
Personalmente, opino que la raza de origen europeo, aunque cada individuo es un mundo, es la que más resistencia ofrece a la mudanza de sus esquemas mentales rutinarios y al cambio interior en general, debido, sobre todo, a nuestro mayor apartamiento del contacto directo con la sutilidad etérica de la naturaleza pura, lo cual desenergetiza los cuerpos y disminuye la sensibilidad de sus percepciones; y también al desarraigo de los arquetipos y valores de nuestras propias culturas y tradiciones vernáculas, lo cual empobrece de la misma manera la imaginación... y para que cualquier Magia pueda hacer efecto, es preciso que funcionen dos agentes receptores básicos en el paciente o discípulo: sensibilidad abierta y ágil imaginación.
Por causa de la subcultura televisiva, nuestra imaginación va siendo cada vez más pasiva y menos activa, es decir: Estamos llenos de imágenes, pero no las hemos creado nosotros, como haríamos si leyéramos, escribiéramos o pintarámos: nos hemos atiborrado de formas mentales ideadas por otros; y lo peor, junto a ellas, nuestro subconsciente se ha dejado impregnar y programar, casi sin selección posible, por toda la filosofía subliminal, la violencia morbosa y la vulgaridad mezquina de la Sociedad de Consumo.
En un nivel ligeramente más alto, hemos sido programados por la pesada cuadriculación intelectual que denominamos Cultura Científica, la cual, por mucho que desconfiemos de que no se trata sino de un dogmatismo más, claramente clasista y limitadoramente materialista, nos hace, en el fondo, contemplar todas las formas de cultura no académicas, sobre todo las propias de otras razas de piel menos rosada que la europea, con un imperialista prejuicio de superioridad y desconfianza. Muy especialmente cuando captamos que el fundamento de esas otras culturas es una concepción religiosa y, a veces, basado en planteamientos aparentemente simplones, legendarios, mitológicos o ligados a la repetición multisecular y acrítica de leyendas tradicionales.
La Magia Emocional o Astral es usada por todos los terapeutas, ya que son nuestras emociones, especialmente las más sombrías, la piedra que hay que pulir, el dragón que hay que someter sin matarlo, para que la serpiente rastrera de nuestra energía vital inconsciente se transforme en el águila ígnea de nuestra Consciencia Cósmica y nos eleve.
Carlos Pacini, por ejemplo, que era un alquimista bien occidental, un mago de guitarra eléctrica, moto y pantalón vaquero, un mensajero de Aquarius, comenzaba por positivizar tu emocional proponiéndote que aceptaras el compromiso ante ti mismo de rendir tu personalidad al comando de tu Maestro Interior Personal. En el momento en que aceptabas autorendirte sinceramente, se sellaba la promesa con un sentido abrazo suyo, o con el dado a otra persona cualquiera, o a un árbol. Nada más simple. Luego, seguir sus tres instrucciones básicas:
- Mantenerte centrado y conectado con el Padre en tu tercer ojo;
- Obedecer rendidamente las instrucciones emanadas continuamente del Hijo desde tu corazón;
- Y canalizar hacia lo alto la energía generatriz del Espíritu Santo (la Madre Tierra-Agua convertida en Madre de la Luz), sin desperdiciarla derramándote vanamente.
Si las seguías, la semilla de pura pasión por la Vida, transmitida con su abrazo y por su ejemplo, comenzaba a desarrollarse. Tu astral se abría a escuchar al Maestro Interno que siempre habitó en tí y a sus inspiraciones, el cual hacía muchos años que dejaste de oír, por causa de estar tu atención completamente concentrada en la palabrería superficial de tu ego y también por falta de acumulación de energía vital suficiente.
A partir de entonces y hasta hoy, jamás dejé de distinguir claramente la diferencia entre las palabras internas del ego y del Yo. Mi consciencia se volvió mi Musa, mi Profesora, y La Luz que daba sentido o corregía los anhelos confusos de mi corazón en cada momento.
Pacini daba además unas pocas instrucciones dirigidas al Mental, para ordenar lo comprendido y mantener armónicamente ligados la cabeza y el corazón. Por último, te animaba a seguir tu propio camino, sin depender de nada ni de nadie, atento a no interrumpir jamás el diálogo interno con tu Íntimo... y luego se apartaba de tí amorosamente: -"Adios, mi Amigo, mi Hermano, mucha felicidad, transmite aquel Abrazo".- Hace muchos años que ya no sé nada de él, del hombre, pero su vibración en mí es cada día más viva y más grande, tan grande como mi agradecimiento hacia él, Dios le mantenga tan feliz o más... Ésto es un Maestro Moderno.
El Padrino Sebastián Mota, sin embargo, era un profeta antiguo de una raza y una cultura mestiza. Se dirigía preferentemente a hombres emocionales e instintivos inmersos en la naturaleza. Se reía de la prepotencia vana del hombre urbano; utilizaba con maestría el inmenso poder purgante, desbloqueador y purificador del Daime para curar al físico y al astral, y no trataba con el mental sino para reventarlo con miraciones, sabiendo que sólo se puede descubrir algo nuevo tras las ruinas de los castillos de preconceptos obsoletos anteriormente fabricados.
Conocía, apreciaba y usaba con valor y respeto el inmenso poder del mundo vegetal y la energía etérica de las consciencias elementales de la jungla, el Corazón del Mundo. Se aliaba con ellas y con los regentes planetarios para dar la batalla a los magos negros, los demonios y vampiros del astral; y vivía la vida como un reto, intentando preservar un modelo de sociedad alternativa ligada a la naturaleza y al sentimiento de dignidad y hombría del antiguo hombre libre de la selva.
Aconsejaba sustituir los placeres engañosos y las satisfacciones mediocres y mezquinas por el Placer de los Placeres: SER LA VERDAD.
Para ello había que renunciar, lo primero, a toda crítica malévola y maledicencia escandalosa contra los hermanos; atendiendo, como valor superior, a mantener la sincera armonía comunitaria. Había que aprender también el silencio iniciático, refrenando y controlando el pensamiento y la lengua; y a pulirse, corrigiendo los vicios y transmutando los hábitos negativos en positivos, para lo cual, la mejor indicación era terapia de trabajo duro autodisciplinador y fortalecedor (Karma Yoga a la Amazónica). Ésto desarrollaba una gran firmeza en los guerreros y guerreras, que tenía que equilibrarse en la fraternidad amorosa, valoradora y servicial, y con el cuidado de mantenerse integralmente limpios, sin obsesión ni complacencia.
Decía Sebastián Mota que era, como Juan el Bautista (y antes, como el profeta Elías), una voz que clamaba en el desierto, llamando a los pecadores a arrepentirse y purificarse. El agua del Jordán con que bautizaba era el amargo Daime, que te confrontaba con tu suciedad interna y te ayudaba a cambiar con un tratamiento de choque. Como el Bautista, el Padrino anunciaba una Nueva Era y un nuevo Cristo que nacería en los corazones de todos los que trabajaran, tenaz y profundamente, en su autoexamen y propia transformación.
Su Escuela era ideal para las cabezas más inquietas y los corazones más duros. Tal vez por eso me tocó continuar mi aprendizaje en ella.
Su método comenzaba por el desbloqueo y la limpieza de tu energía etérica mediante la bebida de poder, que al tiempo que echaba por tierra todos tus esquemas mentales, dejaba de pronto al descubierto todos aquellos monstruos emocionales que te habías pasado la vida tratando de olvidar o disfrazar.
Además te obligaba a reintegrarte a la naturaleza, a sujetar tu individualismo inútil y errante con las reglas de una colectividad estricta, a recuperar tus energías primarias a base de trabajo físico duro y a vivir marcialmente con austeridad y disciplina, sin concesiones al relajo ni a que los vuelos psíquicos por el cielo te arrancaran los pies de tus responsabilidades en la tierra y de tu sensatez, manteniéndote conectado con tu Fuente al tiempo que atento y útil a la cooperación comunitaria cotidiana: la pura vía del guerrero.
El Padrino era un Bautista disciplinador que se dedicaba, fundamentalmente, a llamar a las almas rudas al arrepentimiento, la purificación y la limpieza, para que pudiésemos recibir dignamente al Yo Soy en nuestro templo interno.
Carlos Pacini, por lo contrario, parecía hablar para personas que ya hubiesen superado el primitivismo emocional y los traumas de autoculpabilidad: nos trataba como a hombres y mujeres libres y autosuficientes, y nos instaba a confiar en la Divinidad Interna que eternamente mora en cada hombre o mujer. Jamás se le ocurrió imponernos nada, construir iglesias o instituciones, crear dependencias individuales o grupales.  
A menudo, nos mostraba el equilibrio entre los polos: en un extremo, el vagabundo, el disperso; en el otro extremo, el prisionero de la disciplina, el esclavo de su propia rigidez. En el medio, el alquimista, el ser libre, el conciliador de sus contrarios merced a la magia del Amor e a la confianza en la Vida. En la Vida que Somos.
-"...Porque vosotros no querréis ser guerreros, ¿no es así?” – nos dijo un día en medio de una charla.
Yo me quedé mirándolo y no supe responder. Algo dentro de mí, con certeza el transfondo fascista de mi educación en la España de después de la Guerra Civil, o su otro extremo, el anarquismo rebelde de mi juventud, se complacía en imaginarse con el ropaje heróico del guerrero.
Pacini penetró en mi mirada y me lanzó otra, profundamente significativa, en la que leí: “lo que uno quiere, lo acaba consiguiendo”.
Ahora, en Mapiá, yo recordaba aquella mirada. Y se me ponía la carne de gallina al percibir que por fin había llegado a una auténtica escuela de guerreros.

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