terça-feira, 9 de abril de 2013



Algunas otras sesiones eran de limpieza y cura, y normalmente se celebraban en la Casa de La Estrella, edificio de madera no muy grande de tejado cónico y doce lados, que se había construído siguiendo las instrucciones canalizadas "del Rey Salomón" como hermético condensador arquitectónico de las energías grupales. Por la casa de la Estrella tenían que pasar los enfermos y, al menos tres veces, todos los visitantes, para limpiarse de las vibraciones del "Mundo de Ilusión" del que provenían, y para afinarse mínimamente con la onda de los mapianos o de los visitantes más sabiamente integrados, los que, de verdad, lograban vivir "El Cielo" de Mapiá, es decir, en un estado de consciencia conectado, que comenzaba por conectar amorosamente con la Comunidad.
Se convidaba a los enfermos a que se acostaran pasivamente sobre un colchón en unos cuartitos anexos, y a que se relajasen y abriesen. Los guerreros y guerreras se apiñaban todo lo que podían en el reducido espacio, cada uno compuesto en su lugar de la rueda energética. Y los padrinos o madrinas más conectados de la comunidad se sentaban en el centro, alrededor de una mesa en forma de estrella, desde donde canalizaban las energías curadoras de sus guías, sostenida su vibración por los cánticos del colectivo. Se tomaba un Daime superespeso, concentradísimo, casi miel, pero hiel, de amargo y de pesado, que actuaba rápidamente como removedor de cualquier negatividad encostada y que hacía que la mayoría  de nosotros se disolviese en vómitos al tiempo que vivía un intenso proceso de autoaclaración interna acerca de las causas espirituales de su dolencia.
Más tarde, en el momento oportuno en que la intuición del "Guardián de la Santa María" se lo dictaba, se abría el corazón y el ánimo de los participantes con una pitada o fumada ritual de hojas de una planta sedante; y por fin alguien hacía un anuncio: "Segunda toma" y, aunque el cuerpo se revolvía sólo de oírle, todos se entregaban valientemente a la tremenda purga, a un nuevo lavado energético de himnos, y al proceso de conscienciación paralelo, que acababa de limpiar cualquier residuo de negrura astral. Muy raro era que hiciese falta una tercera toma.
Las "Padriños" y "Madriñas" del Pueblo de Juramidán, aquellos que vivían en la frecuencia más conectada, demostraban claramente, no con palabras, sino por su amoroso brillo armonizador, que "estaban" en este mundo, el de los pobres sufridores automatizados, y que lo compartían, igual que un maestro comparte amigablemente con los párvulos el aula, pero que vivir, "vivían" en otro mundo, o en otra dimensión de éste (que ocupaba el mismo espacio y el mismo tiempo): el de su celebración continua de la maravilla que es La Vida y en el de la Luz que resultaba de su celebración, luz que repartían por doquier, espontaneamente, sin proponérselo siquiera, tal como los astros hacen, a aquellos hermanos y hermanas que pasaban por balanceantes períodos demasiado nocturnos.
En estas Sesiones en La Casa de la Estrella -edificio circular, bien cerrado, para que sirviese de acumulador de energía fluyente, y cónico, para que ésta fluyera hacia arriba-, al igual que en cualquier terreiro (centro ceremonial) de Candomblé, de Umbanda o de Espiritismo Cristiano, y apoyados por la energía grupal de los guerreros y guerreras que se ordenaban a su alrededor, cantando himnos y llamadas a los orixás o espíritus curadores, los mediums iniciados incorporaban entidades desencarnadas provenientes de las dimensiones baja y media del Astral .
 Esas regiones energéticas semidensas son las partes de nuestro Subconsciente Colectivo mas próximas a la dimensión física, por donde erran toda clase de espíritus de baja intensidad luminosa. Aquellos que estaban tratando de hacer méritos para elevarse eran los que colaboraban con nosotros (al tiempo que con su propia elevación), dando consejos, limpiando el aura de los pacientes, prescribiendo remedios naturales o practicando sobre el imaginal operaciones quirúrgicas completamente increíbles para un europeo... mas, sin embargo, extraordinariamente efectivas, ya que numerosos deshauciados se recuperaron allí, saliendo luego a caminar limpios y renacidos como bebés, hacia una segunda vida de su vida...
 ...O, cuanto menos, aquello les llevaba a aceptar con alivio la muerte inevitable, a la que ya no se veía como un agujero negro aterrador, sino como una liberadora vuelta a nuestra eterna casa, aquella por donde volvemos a pasar entre cada una de las infinitas manifestaciones de Nuestro Ser en Sus infinitas Moradas.
De esas curaciones o alivios se está recogiendo abundante documentación testimonial; la Medicina del Tercer Milenio consistirá sobre todo, en aprender a mantenernos directamente canalizados con la Fuente de La Eterna Juventud: Dios, la Suprema Armonía, y a utilizar la imaginación conectada y sentida para re-establecerla sobre las estructuras psico-corporales desorganizadas.
Uno o dos fiscales videntes afuera, y otros en el interior cuidaban, en colaboración con los Aliados Astrales, de que las energías negativas que el trabajo curador desenganchaba del aura de los “obsediados”, fueran expulsadas o transmutadas realmente. También se encargaban de mantener a raya a las miríadas de “oscuros” que por toda parte pululan tratando de prenderse a algún alma débil para chuparle su luz.
También deshacíanse trabajos de magia negra, Macumba o Quimbanda, muy común en el Brasil y, a veces, se llegaba a luchar duramente contra entidades obsesoras que se negaban a desprenderse del cuerpo etérico de la persona a quien vampirizaban.

Nacido en la verde y nubosa Galicia, que es tierra céltica de brujas, fantasmas y apariciones, pero también de demasiada superstición e ignorancia, mantenidas por el predominio continuado de una estructuración social alienante que ha separado al pueblo de las fuentes de su cultura, estas historias de ultratumba atraían, por un lado, parte de mi atención imaginativa con un cierto fascinio, pero por otro, para mí estaba claro que todo eso formaba parte del lado poético, fantasioso, deformado y folklórico de lo que quedaba de los mitos ancestrales, igual que la ficción literaria de las leyendas y los cuentos, y que de ninguna manera se podía tomar en serio ni mezclar con la realidad racional de la vida cotidiana.
Sin embargo, al comenzar a introducirme en el Espiritismo Brasileiro, se me hizo evidente que nuestra realidad racional e individual es apenas una parcelita muy pequeña de un campo de realidad inmenso e invisible, en cuyos niveles medios nuestra aparente individualidad se diluye, para convertirnos en un haz o en un colectivo de consciencias. En un nivel más alto todavía, el colectivo se unifica en una sola Consciencia Universal, la del Ser Que Es, que interactúa eternamente Consigo Misma.
Años antes, en la bella isla fluvial de Mosqueiro, cerca de la desembocadura del Amazonas en el Atlántico, donde nuestra hija menor nació, mi compañera y yo nos hicimos amigos de un "Pae de Santo", medium o sacerdote de Umbanda, muy joven y muy buena gente, llamado Lico. Fue con él que asistimos a las primeras sesiones de incorporación espírita sanadora. Lico recibía principalmente, tras una especie de bailado, a un guía del Astral de la línea de Marte-Ogún, que había sido un poderoso guerrero indígena, un caboclo, llamado el Señor Rompe-Mato, tan noble como rudo; cuando lo incorporaba, los músculos gráciles del cuerpo joven de Lico parecían hincharse, como si su energía se triplicara, al tiempo que se encorvaba su espalda, siempre el brazo izquierdo doblado y el puño cerrado contra ella, como si retuviera allí alguna energía de reserva o conexión, mientras que se endurecían sus facciones. También su voz sonaba distinta, y su manera de hablar.
Incorporado en nuestro amigo, el caboclo Rompe-Mato recibía al anochecer a numerosos pacientes con problemas y angustias en una arenosa playa del Gran Río, trabajaba con sus relaciones astrales, deshacía traumas subconscientes, daba consejos y prescribía remedios naturales para las dolencias físicas, que a menudo se curaban. Era un trabajo caritativo de ayuda psicológica (o espiritual) totalmente gratuíto, que consumía gran parte del tiempo de Lico y que también lo obligaba a vivir en disciplina, oración, meditación y buena onda, ya que su alianza y ligazón interna con sus guías iba pareja con su compromiso de adoctrinarlos y alimentarlos espiritualmente varias horas al día, para ayudarlos en su evolución astral.
Todo eso nos encantaba, pero no dejaba de parecernos un teatro, en el que Lico curaba a la gente de males imaginarios por sugestión, simplemente revistiéndose de una personalidad poderosa y sobrenatural en la que la gente simple y supersticiosa pudiese confiar, mejor que en la frialdad profesional, burocrática y casi robótica, de los médicos mal pagados que una Sanidad Estatal masificada y anónima asignaba a los humildes.
Creíamos tan poco en la realidad de aquellos supuestos espíritus que se incorporaban, que llegamos a ofrecer nuestra casa a Lico para que celebrara una sesión semanal de espiritismo con unos mediums que estaba preparando.
Una noche, cuando ya estábamos todos reunidos, y viendo que Lico se retrasaba muchísimo, autoricé, como dueño de la casa, a abrir la sesión sin él... y se desató el caos. Comenzaron a incorporar descontroladamente diversas entidades muy alborotadoras y, al poco, ya había tres o cuatro mediums contorsionándose al mismo tiempo alrededor de la mesa, uno de ellos poseído de una manera tan fuerte por una energía tan extraña y tan turbulenta que me hizo tomar consciencia, de repente, de que había sido una total irresponsabilidad mía abrir aquella Caja de Pandora que, al parecer, contenía algo más que fórmulas de autosugestión.
Cuando mayor era el caos, y ya estábamos a punto de entrar en pánico sin saber que hacer, se me ocurrió de pronto que si todas aquellas energías diabólicas parecían tan reales, de la misma manera podrían serlo las entidades divinales de la mitología cristiana en la que se nos había educado, y me centré fervorosamente en la oración, pidiendo ayuda a Lo Alto.
La oración pareció llevar un poco de calma a mi ánimo en medio de toda aquella escandalera, y sólo entonces acudió a mi mente un nombre que en alguna parte había leído u oído: Astrea, jefe de la policía del Astral. Parecía cosa de cómic.
Sin embargo, era lo único a que podía agarrarme en ese instante, así que me levanté, y con firme voz y mi mayor seriedad invoqué, en nombre de la mesa espírita consagrada, al espíritu de Astrea, para que se llevase de nuevo al Astral a todas aquellas agitadas entidades.
Y, ante mi alivio y asombro, la invocación surtió efecto; los mediums se quedaron inmóviles de repente; poco a poco, fueron recuperando sus personalidades habituales y la calma volvió a la sesión. Todos los presentes nos centramos entonces en oraciones tradicionales, agradeciendo sinceramente habernos librado de aquello. Cuando Lico apareció por fin, se dedicó a re-energetizar a los mediums y fué extraordinariamente delicado con mi irresponsabilidad, dándome un toque suavísimo -a la brasileira- para que anduviera más atento con lo desconocido,  sin reprocharme nada.
Pero durante todo el mes siguiente había una vibración pesada en la casa y sentíamos que extrañas presencias invisibles nos rodeaban, como esperando una nueva ocasión para que, abierta la puerta entre las dimensiones, pudiera organizarse de nuevo una parranda brujil... Tuvimos que acabar mudándonos de casa y de barrio.
Un año después ocurrió la única experiencia espontánea de visión clarividente, sin estimulante químico alguno, que tuve en mi vida... ocurrió en el mismo Mosqueiro, en el año 1986: estábamos en plena temporada turística y yo me había pasado todo el fin de semana pintando retratos a los veraneantes. Pintar es una actividad que se realiza con el tercer ojo, el cual equilibra en una armonía expresiva los datos recibidos por los dos ojos físicos cuando éstos se entrecierran.
Pintar retratos además, supone la captación intuitiva de la energía o carácter del retratado, junto con su imprescindible parecido físico, en un corto espacio de 15 a 20 minutos de pose, lo cual es casi una actividad adivinatoria, absolutamente propia del hemisferio cerebral derecho, que supone una inmensa concentración sobre el ojo interno... Yo no había parado de trabajar seguido durante todo el día, así que sentía el latir de mi glandula pineal como si tuviese un pequeño martillo blando golpeándome ritmicamente la frente, entre los ojos, desde el interior del cráneo.
De repente, tras firmar una obra y entregarla, me di cuenta de que el gran disco rojizo del sol tropical comenzaba a caer a pico sobre el río-mar, cuya otra orilla casi no se alcanzaba a ver en el horizonte. En torno a mí los chiringuitos playeros se estaban vaciando y los veraneantes regresaban a sus casas con el fin de la tarde.
Mis posibilidades de seguir trabajando se habían acabado: los únicos clientes que quedaban en las terrazas de la playa de Murubira eran los borrachos, que rumiaban el fracaso de más un día tirado por la borda, apalancados sobre mesas cubiertas de botellas de cerveza vacías que el camarero sólo retiraría al contarlas para cobrar la cuenta. Y yo, por experiencia, sabía que aquel tipo de público, si bien pudiese acceder facilmente a hacerse un retrato a cambio de compañía para su vaciedad, no serían capaces de estarse quietos durante la pose, ofrecerían una imagen patética a mi lápiz y, por mucho que los tratase de humanizar, se mostrarían probablemente conflictivos a la hora del pago.
Así que, dando por finalizada mi jornada, me dejé derrumbar sobre la primera silla a mi alcance, aún con mis materiales de trabajo entre las manos, y permití a mi cuerpo y a mi mente relajarse profunda, profunda, profunda y gratamente.
Entonces ocurrió:
Ante mí, a menos de tres metros, había una mesa llena de botellas con dos hombres semiinconscientes, repatringados en sus asientos, que todavía sorbían de sus copas; y tras ellos yo estaba viendo claramente, con mis propios ojos bien abiertos, a una especie de enormes pájaros que los sorbían a ellos con sus picos, largas trompas o tubos cónicos que mantenían clavados en las nucas de los bebedores.
Sus formas se presentaban bastante bien definidas, pero vaporosas, casi transparentes, como globos plásticos hinchados, teñidos de colores fuertes y sucios; cada bebedor tenía a tres o cuatro de aquellos pajarracos acoplado a la médula de su columna vertebral, y cuando tragaba hacia la garganta y el estómago la parte líquida, material, de la cerveza, yo podía ver claramente como el espíritu del alcohol, sus fluídos etéricos, ascendía trompas arriba, chupado avidamente por los repugnantes bichos, que se llenaban con la energía de sus parasitados, lo que hacía que, por un momento, sus sucios colores pareciesen brillar más.
Con la consciencia de estar ante una oportunidad única, vencí mi sorpresa inicial y esbocé rapidamente lo que estaba viendo en un papel con una barra roja de cera; al hacerlo, debí activar mis mecanismos habituales de percepción lógica, los del otro hemisferio, con lo que la visión se desvaneció y sólo quedaron de nuevo ante mí los infelices bebidos-bebedores bajo el resplandor rojizo del sol poniéndose.
No se repitió el fenómeno por mucho que traté de relajarme; más tarde reforcé mi esbozo a bolígrafo y lo enmarqué en azul; lo conservo como una curiosidad vivencial entre mis álbunes de viaje.
Cada vez que paso por una taberna o por un barrio de copeo vuelven a mis sentidos las sensaciones de repugnancia que me causó la visión de los demoníacos elementales del alcohol; sé que están ahí, agazapados en la sombra o entre las cubas, impregnados de olor a fermentación, esperando a que cualquiera abra sus defensas etérico-psíquicas para acoplarse a su nuca y vampirizarlo, pidiéndole más y más. Desde entonces guardo una prudente distancia con respecto al alcohol, a pesar de haber sido educado en su cultura; Y estoy seguro de que atrás de cada vicio o cada pasión de un hombre -y la más alta virtud se puede volver un vicio cuando perdemos su control y su equilibrio- hay una pandilla de parásitos astrales estimulándolo, encadenándolo y chupando su médula, sin importarles llegar hasta las últimas consecuencias.
Cuando pocos años más tarde volví a abrir mi visión astral, esta vez usando un psicoactivador, es decir, entrando en el trance provocado por los elementales de la Ayahuasca, pude ver como cada persona va siempre acompañada por un grupo, a veces numeroso, de entidades astrales: espíritus aliados u obsesores prendidos a su energía, que pueden parecer ángeles o demonios según la calidad de ésta.
Además de eso percibí claramente como cada uno de nosotros somos una legión más o menos conjuntada de diversas entidades inconscientes, semiconscientes, conscientes o superconscientes, cada una con su karma o memoria positiva o negativa determinante, y con su propio carácter, que viven al mismo tiempo en todos los Planos de Manifestación del Ser. Y que sólo estamos aparentemente individualizados en el Físico y en el Astral Bajo y tal vez Medio (lo que quiere decir que todas, o la mayoría de las entidades que nos conforman sepusieron de acuerdo en diseñar una imagen colectiva que las resuma y represente, la llamada personalidad). De manera análoga, el pensamiento sostenido de todos los seres humanos sobre el mundo, es lo que determina que el mundo -que no es sino nuestro espacio mental próximo- tenga el carácter o personalidad y hasta las leyes físicas que actualmente tiene (o que aparenta tener para nosotros). Eso se llama el Paradigma, y cada época construye el suyo, que determina, incluso, la media de vida de sus participantes.
Los físicos cuánticos, por otra parte, han descubierto que el comportamiento de la energía universal es caótico, y que sólo se estructura en un sistema de leyes que conforma un mundo cuando nuestra propia mente imagina un paradigma o conjunto de circunstancias que ordenan al caos que nos envuelve en un cosmos.
Además, no cabe duda de que, aumentando la vibración, la Realidad se modifica y la consciencia se expande: en el Plano Mental Superior ya no cuentan nuestras personalidades psicológicas celulares, sino sólo nuestro Ser Planetario; y de ahí para arriba tan sólo nuestras Entidades Cósmicas Mayores; hasta llegar al Plano Espiritual propiamente dicho, donde cualquier diferenciación, dualidad o paradoja aparente se diluye en nuestro Ser Divinal Unimúltiple, que representa, a través de millones de formas imaginadas, todos los papeles vivos de Su sueño creativo.
Lo que de manera más sensible vivenciamos todos los días consciente o inconscientemente, son las relaciones entre el plano Astral y el Físico: LOS INVISIBLES DEL ASTRAL nos acompañan y nos influencian a toda hora, dependiendo eso que llamamos providencia, suerte o destino, en gran parte, de nuestro grado de resonancia de antipatía o simpatía con ellos.
  ...Todo lo cual fué registrado literariamente en la más antigua tradición cultural europea, cuando los Dioses Olímpicos apoyan o combaten en la Ilíada a los héroes de la Guerra de Troya, usándolos como peones de ajedrez físico en su propio combate astral entre ellos; o tejen combinaciones de "casualidades" alrededor de nosotros que desencadenan hechos imparables, y no hay más remedio que aliarse con sus fuerzas positivas, o que defenderse de su negatividad, para poder controlar minimamente nuestro destino.
... Y no vale desentenderse, ya que las energías del Astral son las de nuestro propio emocional, individual o colectivo... Según como cuidemos o no de mantener armónico o desarmónico nuestro ánimo y nuestros humores, así serán las energías que atraigamos a construir cotidianamente el mundo que nos rodea y todo lo que somos.
Es propio del trabajo espírita considerar, en cierto nivel, que aquello que se manifiesta en el mundo físico como nuestra identidad individual no es sino la punta del iceberg que, en el plano subconsciente, conforman innúmeras entidades astrales, ya innatas y personales o ya ajenas, y agregadas por afinidad -la legión de nuestros egos, o la parte mas afín a nosotros del Inconsciente Colectivo de que habló Jung-, a los cuales debemos llegar a reconocer, permitiendo que se expresen a través nuestro.
 Además, por bajo que sea su nivel de consciencia, es deber ético de caridad fraterna aceptarlos y asumirlos como parte nuestra, controlar su influencia sobre nosotros, adoctrinarlos con paciencia y con constancia (eso es lo que significa conocerse a uno mismo)... y darles oportunidad de que vayan aprendiendo a utilizar de manera positiva sus potencias, transformando así en aliados de nuestra misión a nuestros demonios o a los espíritus vagabundos que han conseguido pegarse y fundirse a nosotros, a ser atraídos a  nuestras energías más bajas por resonancia e identificación...
Un maestro mexicano que tuve posteriormente, llamaba a esa legión de egos que nos conforma "NUESTRAS RELACIONES" y decía que todos estos espíritus interdimensionales -que, en realidad, no son sino los distintos personajes que el Ser Supremo y Unico representa- están ligados a nuestra propia evolución y, según su nivel de consciencia y de poder, nos pueden ayudar o precisan ser ayudados por nosotros.
Los que tienen verdadera capacidad para ayudarnos, aunque sólo lo harán si se lo pedimos, son las entidades que, conformando nuestro Yo, emiten una calidad de energía-consciencia más elevada que nuestro ego habitual o, hasta elevadísima, comparada con él: Desde la de nuestro Yo Cósmico, Sus altos Arcángeles y Regentes Planetarios, entre ellos el del propio Planeta Tierra, los grandes avatares y los grandes guías de la Humanidad, los maestros ascendidos, los santos y santas... hasta los ángeles que incorporan nuestras virtudes más puras y aquellos otros, llamados guardianes, que inspiran nuestro mental y nuestra base ética (la voz de la conciencia) o, simplemente, nos avisan de posibles peligros...
Todos ellos, a quienes algunas Escuelas llaman La Gran Fraternidad Blanca, están normalmente velando por nosotros, igual que cada persona cuida, o debiera cuidar, de la limpieza, salud y bienestar de los sistemas, órganos y células de su cuerpo, de su casa y de su medio ambiente, por la cuenta que le tiene, ya que todo es parte del todo que somos.
Y dependiendo de la amplitud de consciencia de nuestro cuidador, él cuida -y se hace responsable por ello ante La Vida- de parcelas más o menos amplias de la Entidad Multidimensional que somos, ya sea, por ejemplo, la de nuestro Ser Planetario, o la de nuestro Ser Humanidad o la de nuestro Ser Celular Individual... Siempre permisivos y tolerantes con nosotros, siempre respetando nuestro libre albedrío para decidir y experimentar por nosotros mismos, porque es nuestra única manera de aprender...
Como consecuencia de la Ley Universal del Amor, dentro de la Hierarquía o de la Escala de la Consciencia General, cada ser tiene como maestros a otros seres que, sin necesidad de haber llegado a un tipo de consciencia que podríamos llamar divinal, se encuentran, sin embargo, en un nivel ligeramente superior al de sus circustanciales discípulos. Un ser puede ser ahora maestro y mas tarde discípulo de aquellos a quienes orientó, como ocurre con muchos hijos que, después de haber sido protegidos e intruídos por sus padres se convierten, ya de adultos, en guías y protectores de éstos.
Todos los Seres son hermanos emanados, al mismo “tiempo” eterno, de la misma Fuente Primordial; mis hijos recibieron de mí hace pocos años tiernos cuerpos jóvenes, pero sus espíritus son tan viejos como el mío. Yo estoy, apenas, representando el papel de su Hermano Mayor Iniciador en ésta encarnación, y en otra, los papeles podrían invertirse. Así un padre debe ser infinitamente atento y servicial con sus hijos, y respetar, estimular y facilitar al máximo sus tendencias positivas profundas y sus particulares vocaciones innatas, que son, sin duda, los trabajos y misiones que vinieron a realizar en este plano.
Como amorosos Hermanos Mayores nuestros que son, los Seres Expadidos  de la Gran Fraternidad del Ser Unimúltiple procuran no interferir con las voluntades de los Seres Aún Densificados, al menos que sea absolutamente necesario o si se lo demandamos. Y, eso sí, mantienen en nuestras consciencias correspondientes la semilla del Plan Cósmico para cada ciclo, a fin de que tendamos a colaborar con él, ajustándola a nuestros particulares tipos de comprensión, según estemos más o menos vibracionalmente expandidos.
 Aunque saben, con la mayor comprensión y amor, que somos libres de seguir sus sugerencias o de no seguirlas, no se preocupan demasiado de los desastres que causamos con nuestra libertad...ya que ellos tienen capacidad para corregir y enderezar cualquier entuerto planetario, antes de que llegue a representar un peligro para las Entidades Superiores  que conforman los altos niveles del Ser Mayor. (decir “Entidades”, o decir “Individualidad” es, de todos modos, una metáfora, una ilusión, porque nuestro Yo Auténtico es cósmico y colectivo).
Y si nos empeñamos en jugar con fuego y nos hacemos daño... nos dejan llorar un poquito, para que aprendamos mejor. ¿Dolor? ¿Peligro de muerte? ¿Qué pueden significar esas palabras para unos Seres Divinos de Consciencia Unificada que saben que todo es eterno y que en un instante propulsan cualquier energía más baja de frecuencia que la de ellos y la convierten en cualquier clase de forma corporal con sólo desearlo?
...Por lo mismo, hay muchas parcelas elementales o confusas de nuestro Yo Total, muchas de "Las Relaciones" de lo que consideramos "nuestra individualidad") que más precisan de ser ayudadas por nosotros que de ayudarnos, ya que su frecuencia vibratoria es más baja que la humana... Aunque no cabe duda de que, cuando las ayudamos a elevar su nivel y a vivir en armonía, su armonía nos ayuda, ya que estas entidades están englobadas en la nuestra, porque también son inferiores a la nuestra sus consciencias parciales o sus inteligencias, habilidades, autonomías o fuerzas. Por tanto, es nuestra responsabilidad cuidarlas, y cuidándolas, nos cuidamos.
Estas "relaciones" nuestras que precisan de nuestra ayuda son, en primer lugar, los elementales que conforman nuestro ego y que han de ser aceptados, por negativos que parezcan, purificados, corregidos y mantenidos limpios y bien disciplinados bajo las órdenes del Íntimo Divinal que habita en nuestra alma. Si no comenzamos por ayudarnos a nosotros mismos, nuestra posterior ayuda a otros puede ser más nefasta que eficaz, pero no es necesario esperar a ser un Buda para empezar a prestar servicio, como dicen algunos para justificar su materialismo espiritual, volcado exclusivamente a un ilusorio y farisaico crecimiento interno, más ilusorio cuanto más aislado de la solidaridad activa con el resto de los Seres
Tras ello, viene el desinteresado servicio de amor a nuestros familiares dependientes, especialmente los niños y ancianos. En tercer lugar, a cualquier ser humano vivo que se encuentre en una posición aparentemente más débil o menos libre que nosotros en cualquier sentido, sobre todo aquellos que nos vienen a pedir ayuda de forma directa... y también incluímos aquí a los espíritus humanos desencarnados que aún no han logrado ascender a niveles elevados del astral, y que llegan (o ni consiguen llegar) a las mesas espíritas a pedir la caridad de un poco de atención compasiva y algunas oraciones para reenergetizarse...
En cuarto lugar, están los seres pertenecientes a lo que llamamos los Tres Reinos Inferiores, o los Reinos Naturales; no estoy hablando de los animales, plantas o minerales, que, para la mayoría de nosotros son apenas cosas, vivientes o inertes, sino de los espíritus de mayor o menor consciencia que los animan, ya que todo está vivo en el Universo y todo es la misma Consciencia en distintos grados de manifestación y evolución. y todo eso soy Yo Mismo, se encuentre dentro o fuera de mi cuerpo físico, pues mi cuerpo físico no es más que una de mis envolturas: las hay más grandes, como aquella que llamamos La Biosfera, tan dañada por la contaminación ciega...
Tradicionalmente, se ha dado en llamar "elementales" a los espíritus que animan a los seres que evolucionan en los tres reinos naturales, y que aún poseen una consciencia inferior a la humana. La evolución de los elementales es asunto de ellos mismos, como es asunto nuestro la humana. Sin embargo, de todas "sus relaciones" es La Humanidad la que más incide sobre ellos, los manipula, los explota y hasta depende simbióticamente de ellos para su propia supervivencia elemental. Así que, por correspondencia, pertenece a la Humanidad la responsabilidad directa de ayudar a los espíritus de los cuatro elementos y a su armonía, que es la del planeta todo en que vivimos.
Esta responsabilidad es aún mayor cuando se trata de seres con los que convivimos directamente, como los elementales que animan a nuestros animales domésticos, a nuestras plantas domésticas -que llegan a hacerse claramente uno con nosotros-, o a todos los que viven en nuestro entorno y bajo nuestro dominio o influencia; e incluyo aquí a los elementales ígneos, aéreos, acuáticos y minerales que evolucionan en el medio ambiente de nuestra propia comunidad.
Ecología es el arte-ciencia que cuida de la salud física de "nuestras relaciones naturales". Magia es el arte-ciencia que cuida de la salud emocional y mental de "nuestras relaciones naturales"; y el principal trabajo del mago se realiza con los elementales, sean los que viven dentro de su cuerpo o los de su entorno"exterior" (aunque es sólo una manera de decirlo, ya que para El SER que realmente Somos no hay dimensiones, ni dentro ni fuera, ni superiores ni inferiores, y todo ésto es sólo el lenguaje figurado de la mente dual, por causa de su frecuencia vibracional contraída).
¿Que es lo que hacemos cuando preparamos Ayahuasca en el Feitío y luego la ingerimos ritualmente?... pues una serie de operaciones mágicas, en las que, en primer lugar, extraemos elementales poderosos de un par de plantas naturales de polaridad complementaria, los casamos alquimicamente, tras impregnarlos de nuestra particular mentalidad individual y grupal, y después los volvemos a casar (en una ceremonia colectiva y sinérgica en la que se genera una gigantesca cantidad y calidad de energía interdimensional), con elementales semejantes a ellos, que viven en nuestros tres cuerpos elementales, físico, emocional e intelectual, y que sirven a nuestra mente, añadiendo a su tónica energética habitual un caudal mayor o menor de elementos calmantes o estimulantes ya sean químicos o psíquicos, según el Elemental Rector de nuestro hipotálamo (o cerebro reptil instintivo y automático) considere o no que nuestra armonía general lo necesite.
El Elemental Rector del hipotálamo, que es lo que queda en nosotros de dinosaurio, se conforma con preservar la armonía general básica, la que sirve para mantener al cuerpo físico en buen estado y al mental y al emocional ajustados a las rutinas habituales de la personalidad, o sea, del Ego Elemental que actualmente hace el papel de director de toda la legión de egos psicológicos elementales que conforman nuestra psique, los cuales se mantienen por debajo de su propio nivel de consciencia y de poder. Llamémosle “El Papa”, como el arquetipo que, en el Tarot, hace de puente o pontífice entre el mundo espiritual y el material.
...Pero supongamos que uno de los egos más fuertes de esa legión, que a veces se arroga el título de "Defensor del Cristo Interno", nuestro yo de guerreros (El Emperador, en el Tarot), siempre exigente de una mayor intensidad vital, es todavía más ambicioso que el Papa... ¡quiere dejar de reptar sobre la tierra y volar un rato!
Así que se lanza al asalto del poder con un ejército bien conjuntado y disciplinado de elementales de Jagube y de Rainha enardecidos por cánticos religiosos, arroja de su puesto y emborracha al antiguo ego rector a golpes de Ayahuasca, y refuerza con sus soldados a los elementales estimulantes del cerebro, inundándolo de sustancias psicoactivadoras que lo hacen pasar de un ritmo de bicicleta a otro de avión supersónico.
Durante un cierto tiempo, esa hiperaceleración del ritmo mental produce un caos vertiginoso, mas, si el ego guerrero está bien entrenado, acaba por dominar el potro salvaje de la mente caotizada, reorganiza a sus legiones de elementales y los canaliza hacia los Olimpos del Astral sobre el cauce armónico y seguro de los himnos del Santo Daime. El ritual colectivo está tan bien afirmado en torno, que no hay manera de perderse; hasta los novatos, a poco que presten atención y se entreguen mínimamente al ritmo grupal que se marca, acaban encontrando los cauces por donde todas las energías que se desataron puedan ser reordenadas y canalizadas hacia lo alto.
¿Con qué se encuentran todos esos elementales invasores allá arriba? pues se encuentran con todos los otros elementales, semejantes a ellos -porque todo el Universo está construído con el mismo material, Mente Cósmica- ...que pululan por el Subconsciente Colectivo portando contenedores mentales -es un decir- a sus espaldas.
Los golpistas invasores lo requisan y chequean todo, procesándolo rapidamente gracias a su energía repotenciada, y con todo lo que encuentran, hacen dos montones: en uno colocan toda la basura del Subconsciente, en otro, todas las joyas resplandecientes que descubren.
Primero muestran a tu consciencia hipersensibilizada toda la basura que el ego rector destronado se preocupaba de mantener bien oculta, tal como los políticos corruptos ocultan los trapos sucios de su gobierno... entonces te aterras de lo sucio y negligente que andabas por dentro, te asqueas, lo vomitas y haces propósito de enmienda. En ese momento, lanzando gritos de júbilo, el ego guerrero triunfador ordena volcar ante tus percepciones el carro donde se recogió el botín de visiones celestiales, sabias reflexiones, joyas del espíritu, obras de arte mentales...
Entonces, todo el resto de la sesión se vuelve, a menos que todavía haya resistencias del “antiguo régimen”, puro disfrute de lo adquirido, placentera psiconáutica planeando segura sobre los firmes cauces del ritual; y, cuando éste por fin termina, los guerreros siguen disfrutando, aún más libremente si cabe, pero no de una forma tan entusiasta, del territorio subconsciente conquistado, hasta que, poco a poco, sus energías sobrepotenciadas se van agotando y acaban durmiéndose sobre sus armas y laureles, circunstancia que aprovecha alguno de los egos psicológicos que sobrevivió al combate (por simpatizante de los invasores), seguramente más inteligente y moderado que “el Emperador”, para hacerse con la rectoría de la psique e irla llevando poco a poco hacia su propia versión de lo que debería ser su equilibrio ideal, y que, tarde o temprano, vuelve a convertirse en un equilibrio tan rutinario y ocultador de aquello que no se tiene real intención de transmutar como el que había antes del golpe, aunque, sobre él, continúa flotando gloriosamente el recuerdo de las altas sensaciones obtenidas durante el último asalto revolucionario al Astral, el destronamiento del Malo y la entronización del Bueno... Todo ésto, naturalmente, es pura metáfora, o parábola, o ejercicio literario; quien lo vive, sabe como lo vive, y la vivencia de La Vida, con mayúscula, es personalísima, absolutamente subjetiva, indescriptible e intransferible.
Todo ésto es para ilustrar como, verdaderamente, nuestro trabajo principal, el trabajo de Adán y sus hijos, es lidar con los elementales naturales -algunos tremendamente tercos y resistentes como demonios- que, dentro y fuera de nosotros, conforman nuestro mundo físico, el de nuestro cuerpo físico y el del mundo natural que continuamente transformamos, al igual que nuestros cuerpos emocional y mental.
Las grandes madres y padres los ponen de acuerdo para lograr un hogar lleno de amor y en una familia armónica y sana; los grandes agricultores y jardineros los componen en parques espléndidos, exuberantes de abundancia y variedad; los grandes ingenieros los convierten en impresionantes construcciones materiales; los grandes artistas en maravillosas construcciones sensibles; los grandes sabios en inteligentes construcciones mentales.... Y no hay oficio tan modesto que no se pueda llegar en él a la excelencia, transmutando a través suyo a los más densos elementales en refinadas, complejas y sutiles realizaciones, tan cargadas de genialidad como de virtudes espirituales; integrándolos, con ello, de algún modo, si proceden de otros reinos, en la propia evolución consciente de la Humanidad ...
Sin embargo, la sustitución de un ego rector envilecido y decadente por otro más fuerte brillante y magnético, o de un equipo de ellos, no será más que una renovación transitoria y precaria, al menos que los nuevos gobernantes de la personalidad efectúen una sincera rendición al Íntimo, al Yo auténtico que representa la Voluntad del Alma Espiritual manifestada en los planos elementales.
Aquello que se llama santos, son gente que, desde la firmeza, no de un fuerte ego rector, sino de un Yo conectado con la Fuente, a base de un amor y consciencia infinitos, consiguen domeñar al dragón, es decir, transmutar a sus elementales internos más magnéticos y elevados en grupos de altas virtudes humanas en armonía, que, en planos superiores, podrían parecerse a bien afinados coros de ángeles.
Los iluminados que en el mundo han sido -pero todos acabaremos llegando allí- a base de fundirse con su alma, aquella parte de sí que está por encima del nivel elemental, aquella en la que se manifiesta lo Sutil y Permanente, han conseguido convertise en pura armonía viva, vencer cualquiera de las resistencias elementales en sí mismos y convertir todo lo que en ellos todavía era densidad material o tendencias hacia la tierra, en pura energía ascensional, primero, y en puro espacio espiritual después, espacio en el que todos los seres existentes son abarcados por la más amorosa identificación e integración, y en el que, por consiguiente, el Todo y sus partes se funden en extática unidad.
Como decíamos antes, además del submundo egoico y caprichoso de los elementales, el único mundo superior del que los seres humanos somos responsables, y al que tenemos que llevar hasta el máximum de perfección y luminosidad, es el de los espíritus humanos, empezando por la propia persona, por dentro y por fuera, la propia familia y la propia comunidad. Construir el Paraíso en la Tierra es nuestro juego de niños-dioses, aquel que nos entrena para construir el Paraíso en el propio espíritu, que es obra ya de adulto, y que no se erosiona tan facilmente con la lluvia y el viento como las construcciones materiales.
Cuando hablamos de espíritus humanos, no nos referimos sólo a los que caminan por este plano dentro de un cuerpo de carne, sino también a aquellos que lo han perdido y todavía están vagando por el Bajo Astral, totalmente desorientados y acosados por las monstruosas formas-pensamiento que ellos mismos han creado y que en ese espacio del Subconsciente Colectivo del Ser Humanidad se contienen; los cuales están, además, llenos de angustia porque los tales monstruos a ellos conectados desde la causa, los acosan y les chupan toda su energía, y cada vez se convierte en un tormento mayor para estos espíritus desencarnados el ir arrastrándose de ninguna parte a ninguna parte en ese infierno oscuro.
El Espiritismo es una movida caritativa -muy denigrada por aquellos espiritualistas "finos", tan pagados de sí mismos que únicamente quieren tratar con entidades de alta jerarquía consciente, de Arcángeles y Maestros Ascendidos para arriba-. El Espiritismo se ocupa, fundamentalmente, como hizo Jesús, del atendimiento a las necesidades espirituales básicas de la gente humilde y del rescate de los espíritus humanos, degradados y sufridores, que penan en el Bajo Astral. Todo lo que necesita el mundo es Amor, accesible a todos, y no Metafísica de Élite para mayor engorde del ego de unos pocos santones o intelectuales.
En las Mesas Espíritas -y no hay aldeíta en el Brasil tan pequeña que no tenga una-, los sufridores son autorizados a incorporarse sobre los mediums, y así pueden comunicarse con los encarnados y ser atendidos. Lo que la mayoría de ellos más necesitan es un desahogo emocional, un pedir perdón por algo que no perdonaron en vida y unas oraciones que les den un poco de energía espiritual luminosa; luego, los propios espíritus aliados de la mesa -generalmente antiguos sufridores, que se han vuelto colaboradores y que con ello se elevan y liberan-, los encaminan hacia regiones más elevadas del Astral donde puedan recibir ayuda, protección y adoctrinamiento para continuar aumentando sus energías de amor, con lo que su frecuencia vibratoria acabará expandiéndose y desprendiéndose por fin de los oscuros planos densos, para acceder a nuevos ciclos de evolución astral, porque el Juego de la Evolución no se circunscribe tan sólo a la dimensión física, sino a todas las dimensiones del Ser Manifestado... hasta los ángeles se encuentran en un sendero evolutivo paralelo, aunque diferente al nuestro.
Mas ¿qué hacer con los espíritus sufridores demasiado rebeldes, embrutecidos por la absoluta carencia de luz, resentidos, diabolizados, a los que la mesa espírita es incapaz de corregir?... Pues no hay más remedio que expulsarlos en Nombre del Supremo Espíritu, rogándole que encuentren una consciencia gigante capaz de redimirlos... Gigante como la del Padrino Sebastián, de quien dicen que tomó sobre sí al Satán que resumía toda la rebeldía, insolidaridad, competitividad y maledicencia de su pueblo, y que lo fué transmutando poco a poco hasta donde pudo, aunque eso le costó toda una vida de tremendos dolores interiores y exteriores, que él ofrecía a La Vida Mayor para la salvación de los más descarriados.
He aquí la segunda venida de Cristo, simbolizada por el segundo brazo horizontal de la Cruz del Daime, la del amor compasivo y redentor de los Hombres y Mujeres de verdad que se realizan en el servicio a la elevación colectiva de la Humanidad, sin reparar en sacrificios personales.
El Santo Daime es una doctrina que se encuadra, de una manera muy peculiar, dentro del amplio y variado abanico del Espiritismo Brasileiro, y el Espiritismo considera que Reencarnación y la Ley del Karma son hechos sobrada y experiencialmente comprobados a lo largo de su continua comunicación con las entidades del Astral. El propio Yo Superior de cada espíritu, tras valorar el balance de acciones individuales de su reencarnación anterior, determina, según la LEY DEL AMOR, si la siguiente ha de ser una reencarnación evolutiva, disciplinaria o sacrificial.
Una Reencarnación EVOLUTIVA es la de los que volvieron para continuar el aprendizaje ascendente del alma en el nuevo marco de algunas de las infinitas potencialidades que nuestro Ser Esencial desea aún experimentar. Algo así como seguir los estudios en un curso superior y en un nivel más alto de consciencia... Los espíritus muy evolucionados que, tras haber pasado por un verdadero renacimiento en vida, están ya casi a punto de sentir integralmente la Dignidad Espiritual de Autoidentificación con la Divinidad, se encuentran en lo que se llama una Encarnación de Síntesis, tal vez la última, la cual viven profunda y aceleradamente, tratando de limpiarse de sus últimos karmas negativos, perdonando todo lo perdonable, amando todo lo que se puede amar, y, sobre todo, generando sin presunción alguna toneladas de vibración positiva, en servicio absolutamente desapegado a la Humanidad.
Una Reencarnación DISCIPLINARIA O PROBATORIA viene a ser, continuando la comparación, como repetir el curso que se suspendió en condiciones diferentes, pero con los mismos aprendizajes, hasta que se asimilen y se superen. Este espíritu tendrá que pasar por las mismas circunstancias en las que estaban los seres que anteriormente despreció, a ver si así es capaz de comprenderlos. Se le dará ocasión de convivir familiarmente con aquellos que fueron sus peores enemigos, para que tenga oportunidad de llegar a amarlos, y volverá a enfrentarse con todos sus antiguos bloqueos, temores, odios, insuficiencias, para tener oportunidad de transmutarlos y vencerlos ...Todo ésto puede conllevar un cierto sufrimiento, pero ¿que es el sufrimiento para un Espíritu Eterno que ha pasado por infinitas muertes y nacimientos? ...pues apenas algo así como la prótesis correctora que se le ponen a unos dientes que se niegan a crecer derechos.
Una reencarnación SACRIFICIAL, sin embargo, es la propia de aquellos espíritus altamente evolucionados, perfectamente unificados con la Consciencia Cósmica, maestros iluminados ascendidos, que regresan a este plano, no porque tengan necesidad de aprender en la Escuela Humana, sino porque se precisa de ellos como Maestros Ayudadores. Podrían haber elegido un Plano Superior absolutamente libre de las limitaciones del Terrestre, pero su Amor aprendido llegó al nivel sublime de comprensión y unificación en el que se dieron cuenta de que no podrían disfrutar felices de lo conseguido si no contribuían libremente a la liberación de las partes de sí -sus hermanos y hermanas- que todavía gemían en la inconsciencia y la tiniebla. Esa es la madera de los grandes avatares y guías de la Humanidad: los Cristos, los Budas y muchísimos otros Maestros menos famosos o completamente desconocidos, con algunos de los cuales nos cruzamos tal vez diariamente sin sorprendernos por su Luz, a causa de que nuestros ojos están todavía demasiado ciegos.
De la misma manera, en el trabajo espírita, hay tres clases de presentación (identificables por las Grafías Sagradas de Pemba) de las Entidades del Astral sin cuerpo físico que acuden a comunicarse con los encarnados para aconsejarles o curarles, o, simplemente, para testimoniar que la vida es eterna y multidimensional y de que existe una Ley del Amor que le da sentido: son entidades de cuerpo astral auténtico, reajustado o sacrificial.
Como la misión principal de la Umbanda Brasileira es lograr la reconciliación y armonización total de los espíritus de las razas que se relacionaron traumáticamente sobre el espacio histórico del Nuevo Mundo, dando oportunidad a que, desde el Astral, aunque actuando sobre el Físico, acaben de perdonarse y compensarse todas las deudas kármicas contraídas por los miembros de cada raza (con la colaboración estrecha de los guías angélicos de cada una, de sus Maestros Ascendidos y de sus espíritus más evolucionados, o incluso de los que no lo son tanto pero que quieren compensar los errores cometidos en sus vidas anteriores, para poder ascender en el tipo de evolución, que continúa en el Plano Astral), tenemos que:
LA ENTIDAD DE CUERPO ASTRAL AUTENTICO es aquella que se presenta con los mismos aspectos raciales en los que vivió su última rencarnación, dentro de un cuerpo y de un Inconsciente Colectivo de cultura amerindia, negra o blanca, continuando su juego evolutivo en esa envoltura.
LA ENTIDAD DE CUERPO ASTRAL REAJUSTADO es aquella que se presenta con un cuerpo astral que no corresponde a su última encarnación, sino que, al encontrarse pasando por una evolución disciplinaria en el Plano Astral, está revestida en ella de las mismas vibraciones características de aquella raza que anteriormente despreciara o de la que abusó; por ejemplo, un antiguo conquistador renace ahora en el seno de una familia indígena humilde, sometida y explotada... Por lo mismo, sería fácil que un espíritu terriblemente machista, que infravaloró o maltrató a las mujeres, se encuentre ahora representando un personaje femenino, o... hasta feminoide, ya que su cuerpo físico puede no tener el mismo sexo que su cuerpo astral... a fin de que comprenda desde dentro, en carne y sentimiento propios, aquello que no fué capaz, anteriormente, de comprender desde fuera en otros. Ley del Amor: Somos unidades de consciencia del Ser y no podemos negarnos a percibir y tomar respetuosa consciencia de cada una de las demás unidades que lo componen ni dejar de tolerarlas y  amarlas. Si nos negamos, nos convertimos en lo negado, hasta conocerlo, comprenderlo y amarlo. Sólo a través de nuestro sincero amor entre nosotros, sus unidades temporalmente individualizadas,   puede el Ser Humanidad amarse a Sí Mismo.
LA ENTIDAD DE CUERPO ASTRAL SACRIFICIAL es, generalmente, un espíritu tan elevado que puede ser que dejase de reencarnar hace milenios, o que no perteneciese a ninguna de las tres razas citadas, y hasta es posible que ni a este planeta, o que sea un espíritu tan puro que ni cuerpo astral tenga... Sin embargo, como para manifestarse en la dimensión física y para comunicarse con los hombres necesita uno, sea físico o astral, lo adopta o lo construye con el poder creador de su mente, para poder desempeñar la misión que le trae a este Plano tan denso.
En todos estos trabajos con los espíritus de diverso signo que se incorporan, se conectan, canalizan sanación, instruyen o, simplemente, se comunican, el Daime (la Ayahuasca), sirve como uno de los más potentes estimulantes psíquicos o puentes esclarecedores y conscienciadores posibles para que los participantes en la sesión superen el abismo que media entre el universo de la percepción física y el de la percepción astral.
Ya no recuerdo si quien presidía la mesa durante mi primera iniciación al Daime en la Colonia Cinco Mil era el Padrino Mario o el Padrino Wilson; en cualquier caso, la persona que más me impactó entonces y a quien considero mi iniciador, fué su ayudante, Chico Correntes, todo un chamán, aunque él seguramente se sorprendería entonces de que lo llamasen así. La primera o segunda vez que, junto a él, había experimentado la elevación acelerada de mi vibración energética producida por la Poción Mágica, me sentí como se debe sentir una serpiente cuando sale a plena angustia de su vieja pero conocida piel, reventándola con la tierna e hipersensible piel nueva. Y percibí claramente como el universo es mental y como nosotros no vivimos normalmente "siendo" la Vida, como decía Carlos Pacini, sino en un esquema intelectual muy rutinario, inconsciente y convencional de la vida.
Cambiando el esquema, la vida parece cambiar, pero no es sino otro tipo de ilusión, otra interpretación mental de la Realidad, otro símbolo convencional. Sólo cuando logramos desprender nuestra atención (que es el punto focal de la Consciencia que somos) de los espejismos y de los esquemas prefabricados con los  que sustituímos la experiencia presente, alerta, intensa y siempre nueva de la Vida en cada momento, es que conseguimos ser uno con ella, ser ella, auto-izarnos a la vivencia integral de la Realidad y Vivirla, al fin, como hombres o mujeres Real-izados, como dioses, o mejor, como Dios, el que somos cuando en verdad Somos...
Claro que eso está destinado a los capaces de remover completamente aquello que impide la manifestación de su pura autenticidad interna, del Íntimo. La mayoría de nosotros no va tan a fondo y se limita, durante largas etapas de su vida o vidas, a sustituir un ego rector y su esquema organizativo por otro, y éste por otro y por otro, como ilustra el mito griego de Sísifo, condenado a cargar eternamente una pesadísima piedra montaña arriba, la cual, al llegar por fin a la cima, indefectiblemente vuelve a rodar hacia abajo.




Otra muy especial ocasión en que se tomaba Daime fuera del templo o de la Casa de Curaciones, era durante el "Feitío", palabra que se puede traducir literalmente como "La Confección", o trabajo de preparación de la bebida sagrada, proceso enormemente complejo, que comenzaba por la exploración de grandes áreas de la esponjosa selva virgen, penetrándola en canoa por sus innumerables ríos o canales entrelazados (igarapés). Hombres y mujeres partían en grupos separados y largas singladuras, en busca de la liana Jagube éstos y del arbusto Rainha aquellas. Aunque hacia 1989 ya se habían comenzado a cultivar en el propio Mapiá, todavía las plantaciones eran demasiado jóvenes o insuficientes, por lo que ambos grupos se pasaban, a veces, hasta una semana escudriñando la selva. Tentábamos las trochas con palos o machetes haciendo ruido ante nosotros al avanzar, para ahuyentar a las serpientes, y oíamos de noche los rugidos del jaguar, unas veces risueños y dulces como los arrumacos de un gato, otros roncos, resonando siniestros en las sombras que se extendían mas allá del resplandor de nuestra hoguera.
En Colombia, en el 83, había yo preguntado a un antiguo explorador qué se podía hacer si uno se encontraba de frente con un jaguar en plena selva.
- Pues para eso...-me respondió seriamente luego de sorber su café tinto- ...para eso hay una oración, mi hermano.
- ¿ Una oración porque seguro que me va a comer?- pregunté chocado.
- No compadre, no te va a comer si rezas bien, -sonrió el viejo con malicia- El tigre no es tonto, compadre, y si ve que, en lugar de correr de él, te le plantas mirándolo firme a los ojos mientras rezas, cuidará de apartarse rápido ¡Avemaría! de un dos patas tan seguro de sí mismo...

Pero las fieras más peligrosas de la selva eran las más pequeñas o las invisibles: mosquitos que te podían contagiar la malaria, o que clavavan su puesta de huevos en tu piel, bajo la cual se incubarían sus larvas, "bichos de pié" corrosivos; moscas que transmitían elefantiasis o lesmaniosis, y sanguijuelas chupasangres. Se hablaba mucho, aunque yo jamás lo ví, ni a él ni a sus obras, del vampiro de selva, que te inyectaba de noche una sustancia anestésica, para que siguieras durmiendo mientras te desangraba.
También se contaban mil historias espeluznantes sobre la Giboia, una serpiente de agua gigante que se tragara, decían, a muchos remeros desprevenidos. En Anhangás me mostraron a unos niños que habían perdido de esa manera a su madre ante sus ojos, cuando ya casi llegaba a la orilla sobre su canoa. Allí mismo, vino una mañana un vecino a exhibir la zarpa, grande como mi mano y muchísimo mas poderosa, de un jaguar que le robaba las gallinas y al que había acechado y cazado de un par de certeros tiros aquella noche.
Para localizar las Plantas de Poder en medio de la maraña, tan espesa que con frecuencia era necesario penetrarla recortando en ella picadas o casi túneles a machetazos, los guerreros veteranos ingerían Daime, entraban en trance y dejaban que la intuición les guiase. Fué así como encontramos un "reinado", o grupo de gruesos Jagubes, enfrente de los cuales habíamos pasado antes varias veces sin percibirlos, tan fundidos estaban con el exuberante entorno. Se diferenciaban de otros cipós por una mota de hojas con nerviaciones doradas que les crecía en el lomo, y porque, una vez cortados a ras del suelo, aparecía algo así como un sol en el tajo, formado por la unión de los seis tubos, mas uno en el centro, que componían por dentro el tallo. Seccionadas sus bases, todo el grupo se colgó de la liana y comenzamos a jalar rítmicamente hacia abajo, con todas nuestras fuerzas.
Después de muchos tirones, desenredado de la copa del enorme árbol y de las de sus vecinos, por los que se había extendido, ascendiendo durante años, el Jagube, casi tan grueso y duro como un cable de alta tensión y enrollado en espiral como el de un teléfono, se nos vino encima junto con toda la vida vegetal y animal que residiera en el gigante desde muchísimas generaciones antes: Durante una media hora -no estoy exagerando- mientras desenmarañábamos las lianas y las cortábamos en haces factibles de ser transportados a hombros a través del mato hasta la distante canoa, fué imposible distinguir individualmente a cada uno de nuestros compañeros; ya que los millones de inocentes insectos de todo tipo que habíamos desalojado de una manera apocalíptica, como quien destruye en un momento una megápolis a bombazos nucleares, tapaban por completo nuestras figuras, unos cubriéndonos y otros revoloteando en torno, formando una ingente nube de dolientes refugiados, tal vez preguntándose que clase de monstruos seríamos, por qué culpas estaban siendo castigados, y que razones de justicia cósmica tendríamos para haber masacrado su mundo tan brutalmente.
En la Casa del Feitío, generalmente apartada del poblado y rodeada de selva, los hombres seguíamos después durante días, en medio de un respetuoso silencio, atento y profundo, con el troceamiento a machetazos de las lianas, la selección, la limpieza extrema de los trozos a base del raspado de musgos y polvo de las cortezas, alternado con la confección, si no estaba ya hecho, de un enorme horno de barro con tres o cuatro bocas de fuego; y la tala, transporte a hombros y troceamiento de muchos pesados árboles para obtener leña para el horno... Seguía, por fin, el ritual batimiento grupal, o "batición", durante muchos otros días y noches, de los trozos de durísimo Jagube a mazazos contundentes y certeros, con los hombres trabajando en batería y sincronizando sus ritmos, para crear una vibración de energía colectiva (sinergía) que se sumaba -lo he comprobado bien- a la de cada individuo y aliviaba bastante el peso de las mazas, hasta que la gruesa y compacta liana era reducida a finos haces de fibras que ya se podían cocer.
Batición: Pocas pruebas de poder más intensas para un guerrero espiritual; machacando lentamente durante horas interminables aquellos troncos rígidos como si fueran las partes más duras y resistentes de nuestro ego, que hay que ablandar en el Buen Combate, mojándolas con nuestro sudor, envolviéndolas en la luz de la miración y en sus entrañables reflexiones, junto con los descubrimientos intuitivos y las claras lecciones de La Vida Interior, impregnando aquella materia prima vegetal de oraciones, cánticos, sentido del honor, hombría visceral, compenetración con el grupo, perfecta atención, constancia viril... cuando alguien no podía más y se levantaba para retirarse, magicamente aparecía otro voluntario recién llegado para cubrir su puesto.
Acompañábase el trabajo con himnos, que cualquiera comenzaba a entonar con voz temblorosa por el esfuerzo en cualquier momento, y a los que se sumaban un hombre más, o dos, y a veces todos, con los que se llamaba al ánimo a los guerreros, para superar su cansancio físico y mental y lograr la hazaña de resistir batiendo hasta el amanecer, el cual era saludado por un último cántico triunfal:
"Bendita la estrella que nos guía
Es tan bonito el amanecer del día..."

Y toda aquella tenaz dedicación concentrada y la perfección en el trabajo se convertía propositadamente en una ofrenda de intenciones positivas a la Vida con la que compensar las proyecciones de negatividad inconsciente que la parte más sombría de cada uno de nosotros y de la Humanidad individual o colectiva emitía automáticamente, ensuciando el astral del Planeta.
Jamás conocí otro pueblo de gigantes como aquellos... si se tuviese que cobrar en su justo precio el inmenso esfuerzo y perfecta concentración de la mano de obra empleada, cada litro de aquel elaborado brebaje tendría que costar mucho más caro que el del más prestigioso de los cognacs artesanales europeos... Pero, en aquel tiempo fundacional y épico, el Padrino no permitía que nadie pagase ni recibiese dinero alguno por tomar u ofrecer Daime. Como mucho, se cobraba el envase y transporte si se enviaba lejos, y también se aceptaban donaciones y ayudas voluntarias a la Comunidad, además de las contribuciones de los fardados extranjeros, ligados por su compromiso iniciático. Pero el Santo Daime no era una industria ni objeto de comercio, ni su comunión estaba reservada a quien pagase dinero por ella... De hecho, ni se usaba todavía el dinero en Mapiá, sólo el trueque de servicios. Por tanto, todo aquel inmenso trabajo era una desinteresada ofrenda de amor del Pueblo de Juramidán al servicio de la curación de cualquier hermano que llegase hasta ellos en busca de ayuda, tanto como el principal estímulo a su propio desarrollo espiritual y armonización comunitaria.
Durante el Feitío, quienes en él estaban -todos voluntarios y sintiendo su voluntariado como un alto honor- se abstenían, en lo posible, de atender otros trabajos de la comunidad, que se consideraban secundarios. No debíamos mantener relaciones sexuales, para permanecer en posesión de todas nuestras energías; y nos alimentábamos exclusivamente de mandioca purísima, apenas cocida sin sal.
Se hacía la "Llamada", o invocación al Espíritu de la Selva, que anima en el Astral al elemental de la planta y le da su poder, y se ingería un vasito de Ayahuasca, al menos cada dos horas, para mantener fuerte el cuerpo -algunas de las operaciones del Feitío requerían gran y constante despliegue de fuerza muscular- así como la mente bien concentrada en el respeto a los materiales y a la sacralidad del trabajo, comunicándonos telepaticamente o con leves gestos más que con palabras, que eran apenas pronunciadas en un susurro y tan sólo si eran necesarias para la coordinación del trabajo.
Sin que nadie, sino nuestro interior, nos lo hubiera dicho, acabábamos sabiendo muy bien que la armonía o desarmonía interna de cada uno y de todos impregnaría la mezcla como si fuese una esponja -todas las cosas, hasta las piedras, son cascarones físicos y astrales, contenedores de energía mental-, y que aquella impregnación de sentimientos, ideas e intenciones en la cocción líquida de los elementos provocaría elevados ascensos al cielo o vertiginosas caídas a los infiernos subconscientes durante las sesiones de ingestión posteriores. Así nos hacíamos intuitivamente conscientes de nuestra gran responsabilidad.
Los guerreros más expertos, rodeados de espesas humaredas de humo blanquecino que salía de las ollas metálicas -tan grandes que para transportarlas había que cruzar un palo entre sus asas para poder llevarlas al fogón entre dos hombres-, removían constantemente la mezcla para evitar que las hojas se quemaran; mientras tanto, no dejaban de inhalar el aroma cargado de esencia de Ayahuasca que salía directo de las perolas bajo ellos, y se notaba muy bien en la expresión de sus rostros como volaban mentalmente en aquellos limpios fluídos, que se esparcían ampliamente por la jungla, como vaharadas de incienso ofrecido a la Reina de La Floresta y a sus caboclos astrales.
Otros veteranos -yo vi un día al propio Padrino Sebastián haciéndolo- recogían el Daime ya filtrado en una tutuma (un cuenco hecho con la mitad de una cáscara dura de un gran fruto de la selva), y lo escanciaban repetidamente, alzándolo y vertiéndolo en chorro sobre la perola, para que la Bebida de Poder se aireara y oxigenara antes de ser embotellada en grandes garrafas de cristal verde, esféricas y de cuello largo, como las probetas de los alquimistas medievales que se ven en los pórticos románicos del Camino de Santiago en la vieja Europa. Todas estas manipulaciones del líquido resultante de la cocción se realizaban con la alta atención, devoción, solemne calma, delicadeza y respeto con que se estaría sirviendo a un Ser Divino.
Había momentos, en el silencio majestuoso y vivo de la Casa del Feitío, en que se notaba claramente la superposición del Mundo Astral sobre el Físico, haciendo que cada objeto vibrase a cámara lenta y en una dimensionalidad diferente de la habitual... o tal vez fuese mi consciencia quien estaba observando todo desde otra dimensión... Aquel recinto era un Laboratorio Mágico que me traía recuerdos de otras vidas ¿...o entrevidas? en las que me veía participando en trabajos semejantes.
Ya que aquello no era una simple química o cocina, sino una alquimia vibracional; y la buena vibración meditativa y la compenetración camarada del grupo elaborador era tan importante, repito, como la perfección del sin fin de cuidadosas operaciones que se realizaban y como la envoltura ambiente. Los grupos de daimistas de fuera del Brasil no saben lo que se pierden por no poder realizar el Feitío de lo que van a ingerir por sí mismos, en alguno de los santuarios naturales de sus propios países, en presencia de los elementales y de los dioses y diosas ancestrales de sus culturas vernáculas que todavía están presentes en el Imaginal local. La potencia inspiradora de nuestras almas depende de que estén tan sumergidas sus raíces en la tierra del subconsciente colectivo de su linaje, como extendidas sus ramas por el cielo de lo universal.
Quien desprecia el Chamanismo por considerarlo una forma de espiritualidad propia de pueblos primitivos, centrada predominantemente en el poder operativo sobre los elementos naturales, es porque generalmente no lo conoce sino através de sus propios prejuicios culturales, o raciales, o de clase social ...o, peor aún, de los prejuicios ajenos.
Por otra parte, la civilización moderna ha penetrado de tal manera en los lugares más remotos con el poder de sus comunicaciones, que hoy en día no debe existir ya un chamanismo predominantemente operativo más que en las muy escasas tribus amazónicas que aún no han sido contactadas. Casi todos los chamanes actuales son tan eclécticos como la Era, juntando a su saber tradicional algo de gnosticismo y esoterismo occidental más conceptos de espiritualidad oriental que concuerdan perfectamente con las visiones obtenidas por los canalizadores chamánicos en sus trances. Así que al poder de la operatividad han juntado el de un cierto intelecto científico (aplicado al intento de explicación de su manejo de las energías sutiles) y el muy fuerte del corazón intuitivo, complementado, en el Hemisferio Occidental, con una manera de entender entrañablemente el Mensaje de Cristo que para sí quisieran muchos de los que se dicen cristianos.
Además de eso, igual que se dan en un mismo contexto religioso Maestros como San Francisco o San Juan de la Cruz o verdaderos padres y doctores de la Iglesia, y, simultaneamente, una multitud de clero fosilizado e inconsciente, creyentes fríos y no practicantes, y hasta fanáticos predicadores de cruzadas e inquisidores fundamentalistas, así mismo se encuentran en el Chamanismo hechiceros, magos negros, embaucadores y farsantes a montones, junto a Maestros de Vida y Realización, con un brillo de amor-sabiduría tan evidente, bajo su sencilla apariencia, como el que se desprende de cualquier verdadero santo occidental o iluminado oriental. Claro que, para percibir esa evidencia, hay que tener ojos que vean y sensibilidad espiritual suficientemente evolucionada como para vibrar con lo vibrante. A quien alguna vez conoció una esmeralda, ya no le deslumbran las bisuterías de fábrica.

... Durante las muchas operaciones de la preparación del Daime, igual que durante las ceremonias, se mantenía una estricta separación de sexos para conjugar luego alquímicamente de la manera más intensificada posible, las puras energías sinérgicas de cada polaridad.
Las mujeres se encargaban en el Templo de la selección y limpieza, hoja por hoja y entre cánticos, del elemento femenino de la mezcla, las hojas de Rainha (pronúnciese Raíña). Y no podían ni acercarse por la Casa del Feitío, donde se machacaba la liana hasta reducirla a fibras que se cocinaban en enormes ollas metálicas, alternándolas en capas con las hojas, que iban siendo recogidas por un hombre, según las guerreras las iban dejando a punto. La mujer que se hallaba menstruando no podía de forma alguna participar en los trabajos, aunque sí ingerir la poción en el himnario, porque se suponía -tal vez por influencia de los indios- que los fluídos etéricos de vida elemental que estaba eliminando con la sangre atraían a muchas entidades de baja vibración que chupaban avidamente aquellas energías para recargarse, así que era preciso mantenerlas apartadas del Daime. Tampoco una mujer menstruada podía manipular o transportar garrafas de la Poción Mágica.
Aquella explicación de tal tabú no me acabó de convencer, me parecía demasiado simplista... posteriormente, profundizando en los mitos indígenas amazónicos, encontré que hay abundante constancia en ellos de que en tiempos anteriores al patriarcado, todo el conocimiento y práctica de la magia era dominio exclusivo de la mujer y estaba ligado a su capacidad gestativa y procreadora, magia de las magias para los antiguos. Sin duda, el concepto más arcaico de Dios (en todas partes del mundo) era femenino: la Gran Madre Creadora.
Si en el momento de la ovulación, toda la potente y misteriosa energía de la mujer se concentra en la construcción de La Vida, en el momento de la menstruación, por el contrario, la misma energía se vuelve destructiva, y se vuelca a eliminar los elementos vitales que no llegaron a fertilizarse.
Los hindúes representan este aspecto destructor de La Diosa bajo el temible arquetipo de Kali, la cortadora de cabezas, o Energía de Transformación Universal, que deshace sin piedad y disipa las formas caducas que ya no sirven a sus funciones. Para los griegos Hécate era la feroz diosa encargada de barrer de los cauces de La Vida y disolver todo cuanto pudiese bloquear o estorbar su eterno fluir.
Como además el ciclo eliminador o menstrual suele acompañarse de molestias fisiológicas que producen cierta irritación en el humor femenino, no es de extrañar que, durante su período, se contemplase a la mujer en las tribus como a alguien potencialmente peligroso para la armonía de la comunidad, ya que el incremento involutivo de sus poderes sexuales pasaba por una fase aparentemente negativa, que podía alterar o viciar las cualidades mágicas de preparados que, como las bebidas de poder, son el resultado de una alquimia emocional y mental conjuntada de ambos sexos, y no sólo de una simple química o cocina.
Así pues, la mayoría de las leyendas amazónicas cuentan, bajo diversas versiones y nombres que, un día, un héroe solar bajó del cielo y luchó contra la jefa de las sacerdotisas lunares, que habían acabado convirtiendo la magia en instrumento de dominación psicológica de las tribus, o sea, en brujería.
El héroe solar la venció, la violó, y arrebató para siempre a las mujeres el conocimiento mágico, así como los instrumentos musicales sagrados que servían para hacer las invocaciones a los espíritus aliados de las chamanas, y también las plantas de poder que las ayudaban a entrar en trance y comunicarse con las otras dimensiones, normalmente invisibles, de Nuestra Realidad.
Se instauró desde entonces un patriarcado que ha mantenido hasta hoy relegadas y sometidas a las féminas de la tribu, que tienen que mantenerse alejadas de la Casona Central del poblado donde se guardan, bajo exclusiva vigilancia de los hombres, los Medios y Bebidas Mágicas. En algunas comunidades indígenas la mujer es incluso apartada durante su menstruación y no se le permite que toque nada para que no lo contamine. El conocimiento mágico sólo es revelado a los varones por medio de iniciaciones secretas, y éstos, muchas veces, hasta llegan a aprender una lengua diferente de la general de la tribu, que sirve para hablar de las cosas importantes y transcendentales, y que ni a las mujeres ni a los niños se les enseña.
Hoy en día, las tribus se encuentran sufriendo un proceso de decadencia y descomposición que parece irreversible, y gran parte de los tabúes ancestrales parece que ya no tengan fuerza para imponerse, mas todavía muchas aldeas continúan celebrando la fiesta de Juruparí, el mentado héroe solar, en la que las mujeres y los niños tienen que encerrarse a cal y canto bajo penas severísimas, mientras los varones se apoderan de la aldea durante un día entero o dos, soplando las flautas mágicas y tomando ritualmente la amarga mezcla cocida de las lianas y las hojas del Poder.

...Las hojas del pequeño arbusto Chacrona o Rainha (La Reina de la Selva), mucho más fáciles y rápidas de cultivar que la liana Jagube, contienen un alcaloide al que el primer investigador europeo de esta planta, Richard Spruce, botánico inglés, llamó, en 1851, "Telepatina", porque abre nuestros sentidos etéricos a la percepción de la Dimensión Astral, en la cual lo individual y lo colectivo resuenan juntos, y donde habitan el resto de entidades desencarnadas que somos y con las que podemos contactar.
Pero la potencialidad visionaria de la Rainha sólo actúa después de que el tremendo poder de la energía acumulada, condensada y reduplicada por la resistencia ofrecida por cada una de las curvas espirales en que la liana Jagube se enrollaba desde el humoso suelo de la selva hasta el cielo abierto en sus altas copas, nos da el vigor necesario para vencer la fuerza de gravedad del ego, soportar la explosión de nuestros esquemas mentales y proyectarnos astralmente a la exploración consciente de los abismos subconscientes del vasto, profundo y oscuro océano emocional interior, cuyo fondo es la memoria colectiva arcaica de la Humanidad.
Esa memoria se contiene en el Inconsciente Astral, en cuyos estratos inferiores más densos se arrastran los espíritus sufridores y formas-pensamiento demoníacas, que conforman nuestras energías más contaminadas, y donde hemos de librar, durante cada sesión, una batalla individual-colectiva en la que, ayudados por las evocaciones positivas y las energías angélicas de las dimensiones más elevadas de nuestra Identidad Esencial, tendremos que limpiar y transmutar nuestra negrura a puros golpes de luz.




  Como datos puramente botánicos y químicos diré que, según el Profesor Antonio Escohotado -entre otras cosas, uno de los expertos mundiales en psicodelia-, en su estupendo libro "Aprendiendo de las drogas" [***], la Ayahuasca, también llamada Hoasca, Yajé, Caapi, Marirí, Dap'a, Mihi, Kahi, Natema, Kamarampi, Pildé o Pindé y otros muchos nombres... es una mezcla bien cocida de una gran liana de la selva -tan gruesa y larga como aquellas que Tarzán usaba para desplazarse en las películas- y algún otro aditivo vegetal. La liana o cipó, que entre el pueblo del Santo Daime se llama Jagube y en latín científico "Banisteriopsis Caapi", contiene -como la Yohimbina, la Rauwolfia y la Peganum Harmala mediterránea-, IMAOS, o sea, alcaloides beta-carbonílicos inhibidores de la monoamino-oxidasa naturales y antagonistas de la serotonina o 5-hidroxitriptamina, tales como harmina, tetrahidro-harmina o harmalina, y una serie de bases relacionadas, estimulantes antidepresivos del tono vital, que la sabiduría ancestral indígena supo complementar y potenciar con extractos de otras plantas de la selva.
El aditivo usado por los daimistas es conocido con los nombres de Rainha (Reina), Chacrona, o "Psychotria Viridis", mas se sabe que los indios y otros ayahuasqueros llegan a mezclar con la liana Banisteriosis Caapi hasta casi un centenar de plantas pertenecientes a 38 familias vegetales diferentes, que fueron catalogadas por diversos investigadores como contenedoras de Dimetiltriptamina (DMT), una sustancia altamente visionaria, pero que unicamente puede inyectarse o fumarse, y cuyos efectos sólo durarían un máximo de diez minutos, si no fuese por su combinación con los IMAOS del Jagube.
¿De qué manera llegarían los indios a descubrirlo? ¿Mediante una arriesgada experimentación colectiva de siglos, o por revelaciones de sus guías astrales? Esta acertada combinación no solamente le permite ser bebida, sino además, prolongar bastante tiempo su efecto y reducir mucho la brusquedad de su impacto psíquico, con una toxicidad mínima y una eficacia máxima, por lo que la Administración Brasileira no ha encontrado justificaciones suficientes hasta ahora -aunque no dejó de hacer sus intentos-, para hacerla figurar en la lista de drogas controladas o prohibidas; prohibición que solamente serviría para facilitar el enriquecimiento de las mafias que explotan la fascinación del ser humano por todo aquello a lo que no tiene fácil acceso.
Los Daimistas decían que el Jagube da la fuerza y la Chacrona la luz, y los consideraban respectivamente como elementos masculino y femenino de una alquimia que tenía que ser elaborada separadamente por hombres y mujeres hasta su síntesis en la cocción del Feitío. Una mezcla habitual viene a contener 40 miligramos de IMAO por 25 miligramos de DMT.
Para comparar, 200 o 300 miligramos de IMAOS artificiales (o sea, unas siete veces más, y muy tóxicos), son las dosis habituales que los psiquiatras occidentales suelen administrar diariamente a sus pacientes depresivos para mantenerlos más o menos inconscientes de sus angustias existenciales -que, por cierto, no son otra cosa que llamadas apremiantes de su cuerpomente y de su espíritu para que el paciente se ponga a examinar qué es lo que precisa cambiarse en su vida-. La mayoría de estos psiquiatras consideran un mal inevitable la somnolencia letárgica, fatiga permanente, bajada de defensas, acumulación de desechos no asimilados en el organismo, incompatibilidad con gran numero de alimentos y muchos otros costosísimos efectos secundarios derivados de su gran toxicidad, a cambio de aliviar los síntomas externos de la angustia que aqueja a sus pacientes... y muy pocos abordan seriamente el duro trabajo de bucear al fondo del subsconsciente del deprimido, en busca del reconocimiento y remoción consciente de las causas de su depresión crónica (la basura psíquica acumulada), como obliga a hacer el Daime a sus ingestores desde las primeras tomas... En lugar de combatir el mal en su raiz, se dedican a ir podando, simplemente, sus hojas exteriores, con lo que tienen paciente para rato, y de paso lo atontan, para que no moleste mucho.
En cuanto a la sustancia visionaria contenida en la Chacrona, dice el Profesor Escohotado que alcanza un margen de seguridad tan alto que los científicos ni conocen siquiera dosis letal para los seres humanos. Tampoco puede producir dependencia física, ni los "monos" que generan los síndromes abstinenciales de muchas drogas estimulantes o sedantes.
La mayoría del peso de una planta de poder está formado por pura agua, celulosa, hidratos de carbono, proteínas, grasas, sales minerales, pigmentos... tan sólo un uno por mil de ella son principios psicoactivos. Por esa razón los químicos aislan esta parte mínima y la hacen cristalizar. Una vez cristalizados los elementos puros que interesan, se hace posible reproducirlos en laboratorio, es decir, sintetizarlos. Es así como Albert Hofmann obtuvo el alucinógeno de diseño más potente que existe: el LSD, o dietilamida del ácido lisérgico, que es el principio psicoactivo del hongo llamado Ergot o Cornezuelo del Centeno, planta de poder que tenía un papel muy importante en los Misterios Iniciáticos que los antiguos griegos celebraban en el templo de Eleusis dedicado a Démeter, patrona de los cereales.
La ventaja de un preparado sintético es que no sabe tan mal como la mayoría de las plantas y que no hay peligro de introducir nada que cause efectos no deseados, además de que se puede medir la dosis exacta que se ingiere, única manera de experimentar cientificamente con ella. Una dosis mínima de concentrado puro en polvo o pastillita puede producir el doble del efecto que produce algo que va mezclado con muchos elementos diferentes, los cuales el cuerpo ha de ponerse a separar y metabolizar, con considerable gasto de energía.
Quedaría por ver si nos estamos perdiendo algo verdaderamente importante cuando desechamos el resto de la planta, porque los analistas no le encontraron utilidad visionaria; una pincelada naranja aparece más intensa ante nuestras percepciones si se la rodea de azules o verdes que si se la aísla de otros colores, aunque no tengan parentesco con su tono. Los químicos no han hallado principios psicoactivos en los helechos ni en el muérdago, pero uno de los aditivos que algunos indios amazónicos añaden siempre, no sabemos por qué, a la Banisteriopsis Caapi al hacer su bebida de poder, son los helechos Lygodium Tenustum y Lomariopsis Japurensis, así como Prhygylanthus Eugenioides, que pertenece curiosamente a la familia del muérdago, aquella planta que los druidas celtas de la Europa pre-romana cortaban con hoz de oro y con toda ceremonia, tras subirse a las encinas sagradas.
¿Qué es lo que hace que los productos metabólicos nitrogenados de estas plantas, que tienen propiedades alcalinas (alcaloides), ejerzan una acción tan poderosa sobre nuestra consciencia habitual que, practicamente, mudan o transmutan su vibración? ...Pues parece ser que la estructura química de los alcaloides vegetales es muy semejante, o idéntica, a nivel molecular y atómico, a la de las hormonas que segrega nuestro cuerpo para que hagan el papel de inhibidores o transmisores de impulsos y códigos de información entre las neuronas de nuestro cerebro.
Para explicarlo de una manera muy sencilla, parcial y simplista: imagínate que te encuentras en una situación no habitual que te obliga a hacer un esfuerzo para despertarte más: alguien te ataca, o tu coche se queda de repente sin frenos, o te enamoras... inmediatamente el cuerpo reacciona poniéndose a lanzar al torrente sanguíneo (sin pararse siquiera un segundo a consultar cual es la voluntad del ego que oficialmente gobierna en ese momento sobre el conjunto de tu organismo) cantidades extras de hormonas cerebrales, serotonina y adrenalina, por ejemplo, que faciliten una comunicación más rápida, coordinada y eficiente de las neuronas encargadas de enfrentarse con la situación nueva que se está produciendo, dando preferencia a la acción de las áreas más intuitivas y lúcidas y cerrando las compuertas de aquellas otras que precisan de mucho gasto de energía y tiempo y cálculo intelectual para tomar decisiones que, sin duda, estarían viciadas por los prejuicios del ego pensante, sus dudas, sus miedos y sus vacilaciones.
Bueno, pues resulta que cuando te tomas un alcaloide que contiene unas substancias que, a nivel estructural, son practicamente idénticas a la serotonina y adrenalina de tu organismo, estos psicoactivadores actúan igual que ellos: encierran al ego racional controlador y dejan salir al Yo Intuitivo con toda su lucidez holística y purificadora. Con el ego controlador neutralizado, la sensibilidad general se agudiza y el Supraconsciente, el Consciente y el Subconsciente de nuestro Ser se hacen uno, el Uno Multidimensional que siempre fueron y que, simplemente, no podía expresarse con fluidez porque el ego se empeñaba en adaptarlo todo a sus esquemas prefabricados, aquellos que él podía controlar sin demasiado esfuerzo dentro de una visión del mundo muy limitada por causa del encadenamiento a sus hábitos mentales archiconocidos.
Naturalmente, lo que ocurre es algo mucho más amplio, y en nuestro estado de "consciencia contraída" habitual, casi no tenemos perspectiva para comprenderlo: las ondas cerebrales predominantes en nuestro estado "normal" de consciencia "despierta" pasan a ser sustituídas por otras que normalmente sólo usamos en los momentos en los que soñamos, en los que estamos creando o en los que estamos amando con todo nuestro ser: estados de alta intensidad y de atención no contraída ni dispersa, sino expandida y concentrada.
Eso significa que está funcionando libremente el Ser a través de un espíritu creativo e incontrolable que puede canalizar sin trabas aquí y ahora, tras haber limpiado y purificado sus canales, los cuales pueden entonces percibir el mundo como si el mundo fuera nuevo para nuestras percepciones. Conseguir mantenerse en este estado de manera permanente es la meta de toda espiritualidad. Dejo bien claro que, en mi experiencia y conocimiento, las plantas de poder sólo permiten visiones y sensaciones temporales de esa altísima frecuencia, pero no asentamientos definitivos en ella.
Hay quien encuentra que no es válido un atajo hacia la espiritualidad en el que se usan plantas de poder. A mí me parece, fraternalmente, que quien opina así está en su derecho de buscarse otros caminos que a su persona le parezcan más puros o meritorios ...o pesados, o difíciles, o (hagan como que no dije nada), casi inalcanzables para la inmensa mayoría; pero que no por ello debería descalificar a nadie. Quien está obsesionado por las aparentes terribles limitaciones que rodean la condición humana, cree que todas las cosas importantes han de ser obtenidas tan sólo a través de un enorme y sufrido esfuerzo.
Como tu pensamiento, aquello en lo que crees, crea tu mundo, si tú lo crees así, tendrás que hacer realmente grandes sacrificios para llegar a lo alto de tí mismo. Cuando lo consigas, después de haber escalado el pico por la parte vertical, colgado del precipicio, puede que te encuentres en la cima con unos piraos que han llegado allá cantando, bailando, pasándoselo bien y subiendo por el cómodo sendero que había por el otro lado, los cuales tal vez te admirarán y te felicitarán por tu hazaña deportiva, pero sin duda han llegado antes que tú o al tiempo que tú a donde querían, y lo están disfrutando, aunque no piensen quedarse a vivir en la cima.
Dice Thaddeus Golas: "A la iluminación no le importa de qué manera llegaste a ella". Y también dice: "Iluminación es toda experiencia de ampliación de la consciencia más allá de sus actuales límites"[†††].
...Aunque diga eso Thaddeus, los Maestros realizados de Oriente insisten en que una verdadera iluminación es constante y definitiva, y no una corta y brusca fluctuación desde las ondas más bajas de nuestra energía-consciencia a las más altas, para, en menos de tres o cuatro horas, ir volviendo abajo lleno de nostalgia.
La ingestión de psicoactivos dentro de un contexto sagrado ha sido una vía utilizada por la Humanidad desde la Prehistoria para que cualquiera pueda comprobar que nuestras energías sutiles son una realidad, que expandiendo la frecuencia vibratoria de nuestras energías éstas se vuelven enormemente más conscientes, y que aquello de lo que una consciencia expandida nos habla es, esencialmente, acerca del Amor de todos por todos y de la inmensa lucidez y sabiduría y bienestar que tal tipo de amor produce en quien lo vive.
Nuestra mente está conformada por un enorme número de consciencias elementales que se pasan el tiempo peleando entre sí, contradiciéndose, tratando cada una de ellas de hacerse con el poder de dirigir el conjunto. Esa anarquía interior es un buen reflejo de la desarmonía desconjuntada en la que se encuentra nuestro mundo exterior, la sociedad humana, con sus continuas luchas entre individuos, facciones y países, y viciversa.
Los psicoactivos, siempre que debidamente ingeridos en un contexto sagrado, logran que todos esos egos subconscientes, súbitamente sumergidos en el caos de sus esquemas, rebajen sus humos, se acepten, se pongan a dialogar entre sí de una manera que el consciente capta como clara reflexión intuitiva, pulan sus diferencias, consigan ponerse de acuerdo, en virtud de su armonía forzosamente rendida al Yo Real, su único eje ordenador y factor de supervivencia posible, y proporcionen a las percepciones del cuerpomente, en menos de dos horas, la experiencia entrañable y sensible de Unidad, de Totalidad y de Integración con Todo, la cual es demasiado intensa para que nadie la olvide.
Bien es verdad que no ha sido más que un atisbo efímero de Unificación; bien es verdad que no fue posible mantenerse en ella más que un rato, pero, en adelante, aunque retorne a frecuencias cotidianas más bajas, uno tenderá a volver a vivir estados de vibración expandida, y acaba descubriendo, si es inteligente, que la manera mejor de propiciarlos, mejor, desde luego, que volver a tomar una y otra vez psicoactivos de acción efímera, es... rendirse al Yo Real, ENTREGARSE APASIONADAMENTE A SU AMOR UNIVERSAL, la vía que se experimentó como más cierta, segura y directa durante el trance.
¿Cual es la otra alternativa? pues la de creer a los que dicen que han logrado llegar a la misma experiencia empleando ascetismo, oración, aislamiento, silencio, mortificación, penitencia, yoga, ayuno o meditación durante años. Creerlo y, mientras tanto, imitar con con la mayor fe y perseverancia a los que te dijeron que por tales métodos se puede llevar a tu mente más allá de los esquemas habituales del ego rutinario.
Yo ya he invertido algo de energía en algunos de esos métodos, y, aunque jamás dudé de que, muy a la larga, pueden liberar sustancias potenciadoras de los neurotransmisores cerebrales y conseguir estados modificados de alta consciencia, sobre un cuerpo y una mente suficientemente entrenados y fortalecidos para mantener esa vibración un buen tiempo... bien es verdad que no me duraron ni meparecieron suficientemente intensos sus efectos,hasta que llegué a pensar que esos lentos procedimientos no cuadraban con el carácter impaciente de mi ínfimo grado de evolución presente, que quiere siempre ver y hacer las cosas ya; y las plantas de poder me dieron esa inmediatez y esa intensidad que yo pedía.
No fue una iluminación integral, ni profunda, ni constante, pero, por lo menos, ahora ya se lo que puede significar eso de iluminarse. Dejó de ser una entelequia leída o contada por otros para convertirse en un objetivo mínimamente vivenciado que me interesa. Ese es el sentido de la etapa de la Escala Iniciática Humana donde las plantas de poder te instruyen, tal como se instruía con Ergot a los atenienses en Eleusis: hacerte sentir, con evidencia sensible, qué es lo que venimos a alcanzar en esta Escuela de la Vida. Luego, repotenciados por ese estímulo, tendríamos que ser guerreros y guerreras bastante para proponernos acceder a tales  escalones superiores entrevistos sin más muletas.
Los animales y la Humanidad vienen usando estimulantes psicoactivos enteógenos (enteógeno significa "vivir la experiencia de sentir a Dios dentro de uno") desde que el mundo es mundo para purificarse, curarse, vigorizarse, inspirarse o tener un atisbo del tipo de la alta vibración de consciencia expandida hacia la que tienden naturalmente en su evolución. A nadie le parece mal que un yogui realice un ayuno prolongado que producirá, junto con ejercicios respiratorios de aumento de su oxigenación cerebral, una alteración psicoquímica en su metabolismo que no se diferenciaría mucho del efecto que causa la ingestión de drogas semejantes a los inhibidores o estimuladores naturales del cerebro.
De forma semejante actúan algunas fiebres, por ejemplo la malaria, en la que se tienen fuertes alucinaciones. Pero ni el yogui va a iluminarse sólo por comer vegetales o ayunar o enfebrecer, ni el daimista va a conseguir la Seidad que conquistó el Padrino con sólo beber Ayahuasca cada día. Hace falta, además, un consciente trabajo cotidiano con la consciencia, que no necesita ser un sacrificio; una continua auto-corrección y conexión, cuanto más serenas y desdramatizadas mejor; y un amor universal en constante acción desapegada... y dentro del desapego, se incluye, no nlo olvidemos, el desapegarse también del orgullo del "elegido" que escoge realizarse de una manera más meritoria, extraña y difícil que la de los demás.
Todos llegaremos allá arriba, hermanos y hermanas, la iluminación no es sólo cosa de Cristos y Budas, nadie va a quedarse sin su éxtasis, porque la tendencia a unificarse con Todo está contenida en nuestro programa evolutivo eterno, de una forma tan natural como la tendencia a crecer después de la infancia, aunque algunos estimulen un crecimiento mayor jugando al baloncesto... Vaya cada uno a su ritmo y a su manera, y que todos lo disfruten.
Pero ojo: el que cree que tiene miles de encarnaciones por delante para conseguirlo, y que, por tanto, puede dedicarse a, simplemente, rascarse el ombligo en ésta, podría encontrarse, en su próxima reencarnación, que su consciencia eterna no siga caminando a partir de las facilidades evolutivas con que terminó la actual, sino que su entorno de aprendizaje retrocedió muchísimos pasos hacia atrás en calidad.
La Naturaleza es nuestra gran profesora; observa un frutal: miles de flores, pero sólo unos cientos consiguen desarrollar frutos. Al cabo, viene un viento y arroja al suelo flores y frutos. Hay muchas flores que portan en sí la semilla de su transformación en un futuro árbol, pero es claro que ni ellas ni los frutos que cayeron al suelo demasiado verdes tendrán las posibilidades que tiene aquel fruto que cae lo suficiente maduro para que su pulpa nutra a la semilla durante el delicado período de su germinación, arraigo y primer crecimiento.
Bueno, pues, es no olvidarse de madurar el propio fruto... de lo contrario, la semilla puede pudrirse sin germinar ...y tendría que recomenzar otra enorme evolución desde el principio: desde el Reino Mineral... o tal vez consiga germinar, pero para desarrollarse raquítica y débil, en su nueva vida, por falta de nutrientes.
En todas las tradiciones tribales, abuelas de lo que hoy son las orgullosas sociedades civilizadas, se ha iniciado a los aspirantes a guerreros, luego que han demostrado sus valores adultos, en el contacto con los aliados astrales del Inconsciente de su cultura y en el autodescubrimiento energético del joven iniciado, abriendo sus percepciones interdimensionales por medio de alcaloides sagrados u otras sustancias enteógenas.
No existe una sóla cultura importante en el planeta que no haya conformado las raíces de sus cosmogonías ancestrales en un período tribal de gran integración con la naturaleza, hace más de cinco mil años, en el que se usaban plantas de poder para entrar en contacto mental con los arquetipos divinales que existen en el subconsciente colectivo de toda la Humanidad. Los arquetipos siempre han sido los mismos, pero cada grupo humano los traía a una forma material venerable revistiéndolos de sus propias concepciones éticas y estèticas: Siempre el hombre creó a sus dioses a su imagen y semejanza.
Y no sólo eso: una vez creados sus mitos específicos, cada sociedad humana construía toda su organización cultural en torno a ellos, así como sus valores esenciales, religiones, leyes y costumbres. Todo el mundo que hemos construído, incluída la sociedad tecnológica actual, es producto de las visiones de nuestros ancestros, tras la ingestión ritual de alguna planta o fruta, hongo, cactus, infusión o vino mágico.
Busquemos pistas en la propia mitología sumerio-judeo-cristiana: ¿Que clase de fruta sería la que señaló el Gran Tentador (con una maliciosa prohibición) a nuestros más remotos ancestros en el paraíso de la Naturaleza Virgen, para que se animasen a comenzar el Gran Juego de la Involución-Evolución, cambiando su consciencia de pura unificación por una consciencia dual y un sentimiento de separación y culpa? ¿Somos la consecuencia de la embriaguez de Noé tras su entusiasta celebración por haber sobrevivido al Diluvio? ¿Por qué la ingestión de un pedacito de pan y un poco de vino es el sacramento más importante del Cristianismo?
Remito a quien tenga interés al libro de Antonio Escohotado antes citado, y a otro suyo en tres volúmenes titulado "Historia de las Drogas"[‡‡‡]; también al de Josep María Fericgla "Al trasluz de la Ayahuasca"[§§§], en el que se esboza una interesante hipótesis sobre como las sustancias enteógenas están en la base de toda formación de culturas. Por mi parte, no tengo prejuicios contra las Plantas de Poder, si se usan de forma sensata y positiva, esto es, para Auto-religarnos con nuestro Yo Auténtico dentro de un respetuoso ritual y para ayudar a despertarnos del sueño profundo en el que casi siempre nos mantienen sumergidos la legión de elementales que conforman nuestro ego, más el discurso manipulador e imbecilizante de los mass-media del Sistema.
En mi generación y siguientes ha habido mucha gente que sólo actúa siguiendo criterios externos impuestos por la moda; así, cuando se pusieron de moda el naturismo, las medicinas alternativas y el ecologismo, hubo muchas mentes fanáticas y elitistas a las que les parecía un pecado social o, cuanto menos una horterada, tratar una infección con antibióticos o usar un tractor en una comunidad alternativa en lugar de carros de bueyes, como nuestros abuelos. Sin embargo, cuando todos los remedios tradicionales fallaron, los antibióticos salvaron sus vidas; y seguro que si necesitaron viajar a otro continente, utilizaron un avión, y no una carabela. Las plantas de poder, acompañadas por su cuerpo filosófico y vital, son una medicina y una terapia equilibradora, didáctica y orientativa, encaminada a re-dirigirnos a nuestro objetivo fundamental cuando estamos muy enfermos y perdidos, aunque no son un objetivo ni un fin en sí mismas.
Yo no tengo antipatías preconcebidas contra las plantas psicoactivas, ni contra los antibióticos ni contra la tecnología moderna porque los conozco, y sé que son tan neutros, naturales y útiles como lo es el fuego, cuando usados por una mano prudente. Igual que el fuego, también pueden servir para destruir o autodestruirse, pero eso ya no depende del método, sino de la actitud y la inteligencia de quien los usa.
Quien tiene amor, moderación, fuerza de voluntad y consciencia, tiene libertad real, porque sabe como usarla; todo cuanto fue creado es bueno y está a nuestra disposición; sólo de nuestra actitud y de nuestro grado de responsabilidad, correcta intención y prudencia al usarlo, depende si hacemos con ello magia blanca o negra.
Soy consciente de los tremendos prejuicios que desata una postura favorable hacia el libre arbitrio en el uso o no de plantas de poder y, muy a menudo, las personas a las que confié sinceramente mi postura, dejaron de verme como me veían antes, para proyectar a partir de entonces sobre mi persona la imagen popular estereotipada del drogadicto arrastrado e insalvable.
De poco sirvió que yo diese todo ese tiempo ejemplo de comportamiento moderado y de mente clara y consciente, trabajadora y cabal; la etiqueta de "mariguanero" o de vicioso era más fácil o divertida de considerar que, simplemente, observar a la persona; con lo cual, incluso individuos bien degradados por el abuso del alcohol se sentían más virtuosos que yo, y hasta con derecho a condenarme como delincuente, por el simple hecho de que el alcohol es una droga oficialmente tolerada, mientras que algunas de las plantas psicoactivas de las que hablo en este libro todavía no han sido socialmente aceptadas, y ni siquiera estudiadas de manera profunda, experiencial e imparcial por los investigadores.
Estaría muy bien que los Estados formasen, considerasen y tratasen a los ciudadanos verdaderamente adultos como adultos, al igual que los Consejos Tribales hacen; y no que continúen manteniéndonos en una eterna minoría de edad, entregada a la tutela y al arbitrio de los "expertos" oficializados, que generalmente tienen sobre estos asuntos un conocimiento más teórico que práctico, cuando no se limitan a servir descaradamente, sin la menor oposición, las directrices emanadas de aquellos que prefieren tratar a sus administrados como un rebaño estúpido de consumidores aletargados, superficialmente masificados y dóciles a su influencia; esto es, como seres infra-evolucionados en su potencial humano, pero facilmente gobernables y manipulables...
... Y con respecto a las drogas visionarias, no hay magia negra peor ni más hipócrita que prohibirlas oficialmente en nombre de la sanidad pública, para poder enriquecerse vendiéndolas clandestinamente y adulteradas, por veinte, treinta, cuarenta veces su valor en el mercado negro. Demasiado a menudo, quien hace la ley, hace la trampa.

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