terça-feira, 9 de abril de 2013



En Mapiá, además de la tradición chamánica indígena de la Ayahuasca, más un cierto esoterismo masónico aportado por los Viejos Maestros, se practicaba también el gran legado mágico de la raza negra a la cultura ecléctica brasileira: el espiritismo africano, muy mezclado ya con cultos cristianos, conocido por Umbanda. En los últimos tiempos se había establecido en la aldea una escuela de mediums que estaba muy concurrida por todo tipo de alumnas y alumnos. El propio Padrino Sebastián había sido medium sanador desde su juventud, o sea, que incorporaba -hacía de canal de manifestación en este Plano- a dos espíritus de médicos que, aunque ya habían desencarnado, seguían prestando sus servicios desde el Astral.
El Espiritismo es una de las cosas que más llaman la atención a los europeos que llegamos al Brasil: también es uno de los temas mas difíciles de observar y comentar objetivamente por personas de otra raza o país, por lo que prevengo al lector anticipadamente de que todo o parte lo que cuento puede estar equivocado por mal comprendido.
Cuando, en las sesiones de limpieza y cura, el Daime comenzaba a producir desdoblamientos astrales, las personas que tienen facultades mediúnicas -y rara es la familia brasileira donde no hay alguna- entraban de repente en trance, contorsionándose sus cuerpos como si estuviesen siendo penetrados por otro invisible, y saliendo finalmente de sus bocas una voz inusual, cantando un himno identificador -el "punto de caboclo"- con la que un espíritu del astral, que se incorporara en el cuerpo prestado (o que, tal vez, fundiera o simplemente hiciera resonar su energía astral o etérica con la del medium), pedía permiso a los jefes de la sesión para manifestarse.
Una vez autorizado por el comandante, exponía su parlamento. Ahí, nos enterábamos si se trataba de un espíritu sufridor, un desencarnado que, por apegos o remordimientos terrenos o por falta de luz, no había conseguido remontarse a planos más altos a seguir su evolución como espíritu y se encontraba padeciendo de desesperadas carencias energéticas en las tinieblas del bajo astral... o si era un espíritu ya más adelantado, que se dedicaba a cooperar con las mesas espíritas en trabajos de limpieza y cura de los cuerpos etérico y astral, trabajos que ellos podían desempeñar perfectamente por encontrarse en la misma frecuencia de onda que estos cuerpos.
Me fijé que la mayoría de aquellos espíritus ya no se autodenominaban más con el nombre que habían usado en su última encarnación (tal vez porque eso ya era pasado semiolvidado y poco importante en su nueva vida astral), sino con nombres genéricos que se correspondían con cada una de las diversas líneas vibracionales presididas por las entidades-guías más conocidas del espiritismo afrobrasileiro, las cuales podían manifestarse como indios salvajes, o como viejos esclavos negros, o juguetones y traviesos niños. Se presentaban también en forma de elementales de la selva y del mar (sirenas, princesas, cobras y demás "encantados"), así como "exús" de bajísima vibración, o cascarones astrales o elementales malignos, algunos de los cuales daban bastante guerra hasta que se les obligaba a dejar en paz a la persona a la que estaban obsesionando...
Entrar en el tema de las entidades que incorporan en los mediums, es entrar en un campo vastísimo y confuso: llegué a contabilizar hasta 150 "guías" diferentes, cuyos nombres se repetían, no sólo en Mapiá, sino en toda parte del Brasil donde estudié las incorporaciones espíritas. Era claro que algunos de estos nombres designaban a una misma entidad, que respondía a un carácter específico.
Poco a poco, fuí llegando a las fronteras de la Umbanda Esotérica, y entonces me dí cuenta de que los espíritus del Plano Astral que bajaban a incorporarse en los mediums pertenecían a una o a otra de siete falanges, o coros, o líneas, o familias, presididas, cada una, por un arquetipo del Plano Mental que les daba su carácter, los cuales eran entidades tan altas que nunca descendían a tomar cuerpo en el plano denso. Los arquetipos son abstractos, lo que se manifiesta de ellos son los ectipos.
La manifestación de ectipos como "guías" pertenecientes a ésta o aquella falange acontecía mas favorablemente en días y horas específicas, que coincidían con el ciclo astrológico clásico de la influencia predominante de la energía de cada planeta sagrado sobre cada día de la semana y sobre cada hora del día.
Se distinguían en el ritual, no sólo por sus nombres, sino también por colores diferentes para cada falange, atributos y distintas grafías en la escritura sagrada, llamada de Pemba, o tambien Adámica, Wattan, Vatánica o Devanagárica, en círculos de iniciados, los cuales consideran que procede de la antiquísima y mítica civilización Lemuriana, que la transmitió a los maestros de la Raza Negra Drávida de la India, quienes, en sucesivas migraciones, la llevaron al Egipto Interior y a la espiritualizada civilización Yoruba del Centro-Oeste de Africa, de donde pasò a la fuerza al Brasil durante el trágico período de las travesías negreras en busca de mano de obra esclava para las plantaciones del Nuevo Mundo.
Alguien me confidenció que estas grafías trazadas a tiza eran acúmulos sagrados de formas-pensamiento dotadas de brillo y sonido interdimensional, y también de poder para invocar o evocar energías aliadas de los otros planos, y que habían sido enseñadas en el albor de los tiempos a las hijas de los hombres por el arcángel Gabarael y otros Hijos de Dios que encontraron agradable fundirse con sus auras, y que, compadecidos, como el Prometeo griego, por su falta de luz, también las habían iniciado en la agricultura, el conocimiento de las plantas mágicas y medicinales, y todas las artes y técnicas con las que la especie humana pudo comenzar a civilizarse.
Las esquinas de todos los terreiros, o centros ceremoniales de Umbanda y Candomblé, estaban siempre protegidas por aquellos mandalas hechos de inscripciones vibrátiles, y lo primero que hacía el espíritu guía protector de un templo cuando incorporaba en el medium-sacerdote encargado ("pae de santo"), era dar una ronda por las grafías, para comprobar si estaban correctamente activadas.
En todos los terreiros había también un recinto astral delimitado por grafías de Pemba, donde se depositaban ofrendas de colores, esencias, alimentos, especies o tabaco intencionadamente consagrados para que los espíritus del Bajo Astral o de la Naturaleza pudiesen alimentarse de sus energías etéricas, ya que más valía tenerlos como aliados que como enemigos.
Como todo es dual ante las apariencias del mundo manifestado, los Exús vienen a ser las sombras de la luz, el polo negativo de las energías sutiles positivas de la Naturaleza, con ellas y con el poder agregador obtenido de la substancia astral de las ofrendas materiales que se les ofrecen, crean vehículos formales para sí mismos, convirtiéndose en elementales inferiores, inconscientes, amorales y traviesos... o verdaderamente malvados, como los llamados "Kimbas", que se ponen al servicio del mago que les alimenta, si los sabe controlar y dirigir con firme voluntad, según su grado de consciencia, hacia los campos magnéticos del aura de las personas que desee, ya sea para protegerlas o para atacarlas.
Generalmente eran empleados para deshacer trabajos sucios, ya que "Lo semejante cura a lo semejante", o para retornar a los magos negros (practicantes de Kimbanda) sus propias radiaciones de ataque psíquico. Algunos paes o maes de santo los empleaban para devolver mal por mal; cosa que siempre me chocó, e influía mucho sobre mi valoración posterior del mago en cuestión. No me podía imaginar a un verdadero maestro espiritual en semejantes actitudes.




En Umbanda, las falanges de "guías" de distinto color, temperamento y momento de incorporación, están presididas por siete FORMAS MENTALES o entidades muy elevadas, altísimos ángeles, por decirlo de una manera familiar, casi dioses, aunque todos ellos por debajo de la Divinidad Suprema (Olorún), que es incognoscible, abstracta e inasible (inasible en el sentido de que, aunque siempre se tenga en cuenta que Todo es Uno, a la hora de operar magística o energéticamente, hay que invocar el Poder o Virtud Divina específicos para lo que se pretende realizar, o sea, echar mano de los apropiados Guías subsconscientes arcangélicos o angélicos, y no de otros que no sirven a la oportunidad).

Estas siete entidades se denominan "ORIXÁS" (Orixás casi suena, en portugués, como Orígenes), y entendí que conforman la Hierarquía de Emanaciones Divinas que extienden, como los rayos de luz de una estrella, las diferentes cualidades esenciales de Dios por todo Su Cosmos. Existe una Hierarquía Divina de Siete Orixás Ancestrales (Los Siete Arcángeles ante El Trono), que es la primera transformadora de la pura Voluntad del UNO en las Leyes que rigen Su manifestación en la Creación Toda.
Estos emanan de sí a los Siete Orixás Intermediarios, que constituyen la Hierarquía Cósmica; Y éstos emanan de sí a los siete Orixás que rigen cada Sistema Estelar o Solar del Físico o del Astral, como espejos que reflejan la luz que viene de la Jerarquía Sagrada (Hieros= Sagrado) que está sobre ellos; y éstos, a su vez, transmiten la Voluntad Divina o Plan Cósmico Evolutivo a los Siete que rigen cada planeta del sistema, a los que llamamos la Hierarquía Planetaria.
Los Orixás de la Hierarquía Terrestre son, pues, los Señores de las Vibraciones Originales que conforman y que controlan las fuerzas sutiles que generan las fuerzas elementales de la Naturaleza terrestre, tanto dentro como fuera de nosotros: representan a los siete arquetipos o moldes psicólogicos básicos de la evolución del espíritu humano en este planeta, las siete caras de nuestro Ser; Las Potencias del Ser; Los mismos Alhim, Alahim o Elhoim de los hebreos: el nombre (o potencia verbal) del que se reviste Dios en el Génesis para crear el mundo, que es el mismo de Los Ángeles o Dioses Del Verbo. Los siete colores o notas musicales que resultan de la manifestación o éxpresión (multiplicidad, emanación, universalidad) de la Luz Blanca o el Sonido del Silencio del Uno.
Son, también, los Devas védicos, los Guardianes de las Funciones universales; los señores, jueces y guardianes funcionales de las condicionalidades divinas; la suma de las 7 letras evolutivas del Wattan (469) que se corresponden con los 7 planetas sagrados que nos rigen astrologicamente (4,6,9, en sánscrito da “DEVATA”, las Leyes de Dios); Las Letras Funcionales, equivalentes armónicos y orgánicos de la potencia creadora de la Palabra del Verbo. Los siete tipos, en suma, de posibilidades evolutivas latentes en la semilla de cada humano.
Son, pues, los siete Maestros de evolución, Modelos Canónicos de la mayor perfección que puede ser alcanzada por el hombre, los cuales vemos representados tanto en la simbología de todas las antiguas religiones místicas como en los panteones de las mitologías animistas y paganas, donde se les conoce como los SIETE REGENTES O DIOSES PLANETARIOS:
7- OXALÁ: Refleja, a escala planetaria, y en el chakra Coronario de cada hombre, la Consciencia Pura del ARCÁNGEL GABRIEL, que personifica el Principio Activo Increado del Logos Padre Cósmico, o polaridad masculina del Dios Uno (Olorún), llamada Obatalá en Africa o Brahma en el Hinduísmo, o JURA, en el Daime: La Primera Persona de la Trinidad Logoica indisoluble con la Unidad Divina: El Padre, en el Cristianismo. El IHOH, o YO REAL, YO SUPERIOR de cada ser humano. La Esencia, el Sujeto, el Pensamiento, el Absoluto, La Unidad, el Centro, el Universo Invisible.
El Espacio Cósmico, inmutable, neutro y vacío, donde se juega eternamente el juego vital y cíclico de las relaciones entre el Espíritu y la Energía. Su Voluntad de Ser, desplegando Sus infinitas potencias en lo que llamamos manifestación, le lleva, por un lado, a proyectarse en la creación, resultado de la estructuración de la Energía Eterna en un universo de formas diferenciadas; Por otra, a vehicularse en ellas, impregnándolas con la consciencia de Sí, auto-conscienciándose dentro de su creación; esto es, enviando a la Tercera Persona de Su Trinidad, El Hijo, El Espíritu, a encarnarse en los cuerpos evolutivos generados por la Segunda Persona, la Madre Cósmica. Como orixá rige a los más elevados caboclos y al Sol. Es el Señor de la Vibración Original Espiritual que actúa en la Humanidad.
6- YEMANJÁ: Refleja, a escala planetaria, y en el chakra Frontal o Tercer Ojo de cada humano, la Consciencia Pura del ARCÁNGEL RAFAEL, que personifica el Principio Pasivo Generador del Logos MADRE COSMICA, o polaridad femenina que emana del Dios Uno al manifestarse en el mundo dual, llamada Espíritu Santo por las religiones patriarcalistas, Odudua en Africa, Shiva-Shakti en la India: La eterna Energía en continua transformación.
La Substancia, El Objeto, El Cumplimiento, el Cambio. El Infinito, La Universalidad, la Circunferencia, El Universo Visible... EVA (565), la Vida, la suma de las 12 letras involutivas del Wattan (565) que forman los signos zodiacales; La Matriz y Madre de toda forma etérica de los Planos Físico y Astral; AVE: la Virgen, la Reina de la Floresta en el Santo Daime y la del Mar (La Sirena) en la Umbanda Popular... Rige la línea de espíritus femeninos del Astral que incorporan como Caboclas del Mar y Sirenas; También a LA LUNA, y es la Señora de la Vibración Original MENTAL que actúa en la Humanidad.
5- YORI: Refleja, a escala planetaria, y en el chakra laríngeo o cervical del hombre la Consciencia, pura percepción eterna de Sí Misma, no importa en que vehículo, del ARCÁNGEL YORIEL (¿URIEL?) que representa La Esencia revestida de Substancia: El Producto Generado por la unión del Padre Espacio y la Madre Energía: La Existencia, El Verbo, La Palabra, la Relación, la Correspondencia, El Diámetro, La Humanidad, El Espíritu Encarnado, la Consciencia Viva del Creador dentro de Su Creación; La Persona de la Trinidad llamada EL HIJO; Ad-Am (Unidad-Universalidad); IHOH, la esencia de Agni, el Fuego Espiritual del Padre, el Amor Divino Creador, (el YHOH Superior), reflejado y proyectado en su Hijo, Y-PhO, DIOS VERBO (IPh, en hebreo y árabe = manifestación de la Perfección; Phi: la Palabra, la Boca de Dios,) Pho, Phos, Phoné en griego, el aliento, la luz, la voz. El Verbo o Voluntad Creadora de Dios hecho carne; MIDAN en el Santo Daime, El Intimo, el Maestro Interno, La Voz de la Conciencia. Ph (D'Alveydre) es la letra planetaria de la zodiacal wattan Sh: Y-ShO = Jesús.
El Cristo; ViShnú en la India, el Avatar Redentor, amoroso Guía de la Evolución en cada ciclo. También representado en la Umbanda Popular como El Niño Interno, el Alma Pura; O como IBEJI, los gemelos alquímicos, (las energías de los nadis, que se han de juntar en el canal interno o Sushumma para producir la ascensión de la Kundalini y la iluminación...) Es el Señor de la Vibración Original ETERICA, que actúa tanto en la Humanidad como en el resto de los seres de la Naturaleza. Es obedecido por las simpáticas entidades del Astral llamadas Los Niños (En Brasil, Crianças). Rige al planeta MERCURIO.
Estos tres arquetipos espejean la vibración de LA TRINIDAD DIVINA en el planeta Tierra, la jerarquía espiritual mas elevada; por debajo de ellos están LOS SEÑORES DE LOS CUATRO ELEMENTOS DENSOS:

4- XANGÓ: Refleja, a escala planetaria, y en el chakra Cardíaco de los hombres, la Consciencia Pura del ARCÁNGEL MIGUEL, Vibración Original o Virtud de Dios quien refleja el Principio o Cualidad de Justicia y Equilibrio Divinos sobre todos sus elementos y Gran Jefe de los Ángeles. Señor del Fuego y de las Rocas, de la Vibración Original IGNEA en la Humanidad y en la Naturaleza; Fe (confianza en uno mismo y en la Vida, Valor, Firmeza, Serenidad e Impecable Ecuanimidad
Complementado por su contraparte femenina, YANSÁ, Señora de la Tempestad.. y obedecidos por Caboclos de las Rocas y por los elementales del Fuego o Salamandras. Rigen al planeta JÚPITER y representan en Aumbhandan la Dirección Sur.
3- OXOSSI: Refleja, a escala planetaria, y en el chakra Esplénico, la Consciencia Pura del ARCÁNGEL ISMAEL, Virtud Divina que refleja el Principio de la Acción Envolvente de la Ley Karmica de la Causa y del Efecto o el Principio Hermético de Causalidad. Señor del Bosque y del Aire y de la Vibración Original EOLICA en la Humanidad y en el resto de la Naturaleza. Su contraparte femenina es OXÚM, la bella Señora de las Cascadas y Aguas Dulces. Son obedecidos por las entidades astrales del Aire y de la Selva llamados en Umbanda Caboclos Flecheros, y por los elementales Silfos o Sílfides; Rigen a VENUS. Dirección Este.
2- OGÚM: Refleja, a escala planetaria, y en el chakra y plexo Solar, la Consciencia Pura del ARCÁNGEL SAMAEL, que espejea, a su vez, el principio de la Lucha Sagrada entre la Consciencia Encarnada y sus limitaciones perceptivas durante la Evolución, que es argumento, guión y base del eterno Juego Divino... Es el Señor del Agua, de la Playa y de la Vibración Original Hídrica en la Humanidad y la naturaleza, reina sobre los poderosos caboclos del mar y sobre los gráciles elementales acuáticos llamados Ondinas y Tritones. Planeta MARTE; en el Aumbhandan se le sitúa al Oeste.
1- YORIMÁ: (También llamado OMULÚ o OBALUAIÉ)... Refleja, a escala planetaria, y en el chakra Sacro, la Consciencia Pura del ARCÁNGEL YRAMAEL, reflectora del Principio Divino de la Palabra de la Ley o del Verbo, la Imaginación Decretante, que crea, mantiene, deshace y renueva o transforma las formas materiales del mundo que sirven temporalmente de vehículo a las energías sutiles. Es el Señor de la Vibración Original Telúrica, o sea, de la Tierra,y el misterioso Orixá de la Curación o de la Muerte... Le obedecen las entidades del Astral que en Umbanda son llamadas Viejos Negros porque incorporan como sabios ex-esclavos africanos, que saben dar buenos consejos y curan con remedios naturales. Rige tambien a los Gnomos, o elementales de la Tierra; Personifica perfectamente al viejo SATURNO y también se parece al ángel caldeo-hebreo del tránsito entre la vida y la muerte, AZRAEL. En Umbanda guarda la Dirección Norte.

¡...De repente, el sentido práctico de la vieja Astrología Occidental cobró sentido para mí! ¡Por comparación con aquella cultura exótica, pero bien viva, percibí, por primera vez, que lo que hasta ahora sólo me había parecido puro simbolismo erudito y arqueológico de mi propia cultura vernácula, tenía posibilidades de ser usado como poderosa herramienta mágica en el eterno juego humano de transformación psicológica!
Los arquetipos planetarios del subconsciente podían, pues, invocarse e incorporarse como ectipos en el trabajo mágico; No sólo pidiéndoles consejo como guías, sino también sirviendo mediunicamente como canal a la manifestación de sus poderes.
¿Por qué? ... porque los arquetipos y ectipos son yo mismo, como los dioses, los ángeles y los demonios, y toda la legión de entidades elementales, astrales, físicas y mentales que me conforman. Todos ellos estan en mí, más allá de los conceptos duales de interior o exterior, personal o ajeno, ya que yo soy la Vida, el Universo, o la Mente Universal, vibrando simultáneamente en todas las dimensiones del Ser en el Cosmos. Cada pedazo del espejo refleja holográficamente la misma imagen que el Espejo Entero.
Siempre en mi opinión (que es la de un extranjero, recuerden), cuando en el Espiritismo se invoca a un determinado guía para que se incorpore a trabajar en el cuerpo de un medium, no se hace otra cosa sino permitir a uno de los egos arquetípicos que conforman nuestra personalidad individual y colectiva que se manifieste tal como es, en forma de ectipo, y sin trabas ni influencias, ni interferencias de los demás egos. Así, él puede actuar con todas sus cualidades y potencias particulares y específicas; si el espacio donde actúa ha sido previamente consagrado como es debido, el aspecto sombra de ese ego estará controlado por el poder luminoso del Íntimo, nuestro Yo Mayor Divinal. Si no ha sido consagrado o si no existe suficiente impecabilidad, seriedad y firmeza en el jefe de sesión y en los participantes, el Yo Mayor Colectivo no controla, y la sesión puede convertirse en una zarabanda de demonios sueltos divirtiéndose a sus anchas.
Todo esto, así leído, suena muy bonito y muy teórico, pero imagínalo cuando tú lo estás viendo claramente en trance de Ayahuasca, en la miración, geometrizado en las mil perspectivas caleidoscópicas del astral y sintiendo su evidencia hasta en la médula de los huesos.




"Si el Espíritu Universal Todo estuviese
conformado por células, cada una de ellas
contendría al Espíritu Universal Todo".

EL SER ES; y eso es todo lo que puede decirse de Él, de la Realidad, de Nuestra Realidad, de Dios y de Su Esencia, que es Nuestra Esencia, porque no hay otra. La existencia de LO QUE ES sostiene la existencia de los universos que en Él son, el llamado Mundo de Manifestación (porque es la manera en que la Esencia pasa de la posibilidad al acto, de existir en potencia, en el Vacío Primordial, a existir realizando sus potencialidades, es decir, a manifestarse como Vida Cósmica en continua transformación... hasta que, cumplido el ciclo, se reabsorbe de nuevo en Su Vacío.)
De la misma manera que la Manifestación y la No-Manifestación son sólo dos caras o fases simultáneas de la eterna existencia del Ser, los infinitos mundos y entidades vivas en que se manifiesta, por individualizadas y personalizadas que parezcan, tampoco dejan de ser otra cosa que las infinitas caras o fases de la Única Entidad que Es, que Somos y que Vive:
La propia Vida Cósmica del Ser: un único actor que representa todos los papeles del universo, que juega el eterno juego al escondite consigo mismo, desdoblándose, extendiéndose, separándose y diversificándose en múltiples formas, cada una de las cuales, como su Esencia, es una paradoja total: una, dual, trina y múltiple al tiempo... y que existe simultaneamente en todas los planos y dimensiones de Aquel Que Es, incluída la del Vacío.
Alguien podría denominar la Nada, o la No-Existencia, al Vacío del Ser; pero la Nada es sólo una palabra hueca que usamos, ya que el paso del Ser por el Vacío de Manifestación no es más que una de las fases por las que transcurre en Su vivencia, fase contenida en la propia vivencia, y que, invariablemente, va seguida de una nueva fase de manifestación, ya que Ser es lo mismo que vivir, y vivir es transformarse, moverse de forma en forma y de fase en fase, a través del Juego del Amor, o sea de las infinitas posibilidades de combinación de Lo que Es... Consigo Mismo, a lo largo de su Eternidad, disgregándose, buscándose, encontrándose, haciéndose otra vez Uno y otra vez separándose para jugar una nueva etapa del Gran Juego; el único, por otra parte, que la Esencia Cósmica juega, pero que es el padre y la madre de todos los juegos posibles.
El Juego Divino de la Involución-Evolución, de la Transformación, de la Alquimia, del Amor, de las infinitas combinaciones ENTRE SUS ARQUETIPOS BASICOS DE REALIZACION, O MODELOS EVOLUTIVOS DE MANIFESTACION, que las viejas culturas de la Tierra han sintetizado simbolicamente en los Siete Planetas Sagrados evolutivos o en los Siete Chakras o en las etapas de la Iniciación... o en los doce signos involutivos del Zodíaco, las doce hebras del ADN, o en los 72 Nombres de Dios, o en las letras de los alfabetos sagrados, los Sephirot de la Cábala, las Ordenes Celestiales de ángeles y arcángeles de la Magia y de la Astrología caldea... o en las 22 Letras de todos los Alfabetos Sagrados; las mismas de los 22 Arcanos Mayores y 56 Menores del Tarot... o las Cuatro Direcciones Sagradas de los indios americanos, que es lo mismo que las cuatro puertas de un mandala tibetano, las cuatro letras del Nombre del Dios Hebreo, los cuatro elementos alquímicos, las cuatro estaciones o edades, etc...
Y de este eterno juego El Actor Único, el Ser, extrae, como cualquier niño que juega en soledad -siendo ahora el policía y, en el minuto siguiente, animando al bandido contra él-, el placer de jugar y la consciencia de Sí Mismo en la acción, en la experiencia, en la vivencia, en el vivir...
Una noche, ya mucho tiempo después de haber vivido mis más fuertes experiencias en Mapiá y Anhangás, le participaba yo mis descubrimientos a Chico Correntes en la Colonia Cinco Mil de Rio Branco y le decía, refiriéndome al juego que ejecuta el chamán sobre la mente individual y colectiva, para transmutar nuestros estados de consciencia:
- Pero Chico... todo ésto no es más que un teatro.
- Claro que es un teatro... -me respondió sonriendo muy serio al tiempo que levantaba la ceja y me guiñaba un ojo- ...pero no es un teatro cualquiera, sino El Teatro Divino, mi hermano.




Recuerdo una tarde en que nos vestimos de blanco y azul y fuimos caminando por entre las lindas cabañas de madera de Mapiá, hasta reunirnos ante la Casa de la Estrella. Un laboratorio exagonal especialmente construído y astralmente acorazado para la práctica del trabajo mágico.
Entramos ordenadamente y cada uno fué colocado, por el jefe de sesión y sus fiscales, en su lugar de poder en la apretada cadena humana de energía que se estaba formando.
Guerreros a un lado, guerreras al otro, como siempre, para jugar con las energías complementarias de los sexos; en el centro, junto a cada vértice de la mesa de ceremonias, que tenía forma de estrella de seis puntas, se sentó uno de los seis mediums o canalizadores mas sensitivos de la Comunidad. Después de una ingestión ritual de Daime, todos nos recogimos en nuestro espirítu para invocar las potencias de nuestro Genio Planetario Director particular y demás Guías.
Cada participante prestaba conscientemente su energía al esfuerzo común de crear una egrégora, esto es, una forma-pensamiento colectiva de energía espiritual colectiva acumulada y condensada en forma de punta de flecha o puente hacia Lo Divino; una esfera sutil de comunicación interdimensional en la que la elevación de la sinergía -el conjunto sincronizado de nuestras invocaciones y deseo de conectar- propiciara que pudiera manifestarse una poderosa Entidad, que sería la suma amplificada de las potencias del mismo signo que se contenían en el microcosmos individual de cada uno de nosotros, y en el Macrocosmos que también éramos en grupo y en Esencia, y que nos completaba.
Los seis mediums incorporaron, cada uno, a un guía perteneciente a la falange comandada por su regente planetario.
Entre los seis, pidieron luego al Yo Soy la manifestación en un ectipo de uno de los más poderosos arquetipos de nuestro subsconsciente sobre la mente del colectivo: Júpiter, Señor del Fuego.
Y lo pidieron, invocando, con su "llamada" específica, el descenso sobre nosotros de la energía espiritual del Arcángel Miguel.
No olvidaré, mientras viva, la sensación que me posesionó en aquella sesión, la más fuerte que sentí de entre todos los trabajos colectivos desarrollados en Mapiá; mis visiones y sentimientos, referidos a aquella sesión, son absolutamente indescriptibles.
Sólo decir que mi fascinación, sorpresa, asombro, respetuoso temor, ante las más poderosas manifestaciones de la Naturaleza, cuando ella desata en pleno sus potencias -una tempestad en el mar, una erupción volcánica, un terremoto, un tifón- son poco para esbozar siquiera una idea sobre mi sentir cuando aquella cálida ola de inmenso poder espiritual nos inundó de repente, nos separó de lo habitual, nos envolvió hasta fundirnos con ella y, arrebatándonos en trance, nos elevó a una dimensión donde Nuestro Ser se contemplaba a Sí Mismo, en absoluta paz, calma, armonía y abundancia.
Horas pasaron ¿o minutos? en aquel estado, en el que el ser era pleno, en que nada faltaba, como nada puede faltar a uno de los cuatro arcángeles que se postran ante el trono de Dios.
¿Que qué se veía? ¿Que qué se entendía? No había nada para ver ni para entender, sólo había el ser. El ser siendo el Ser. LA SEIDAD. Y eso contenía en sí mismo todas las visiones, todas las comprensiones y todas las sensaciones. Y al mismo tiempo era algo entrañable, vacío, sencillo, conocido desde siempre. Nada del otro mundo, algo que está en todos nosotros cuando estamos en paz.
Si alguien me pregunta algún día:- "¿Para qué te sirvió tu experiencia en el Daime?" - podría responder muchas cosas, soltar todo el contenido de éste libro... pero, realmente, lo más importante de todo fué que el Daime me hizo saborear, aunque sólo hubiera sido por un momento, ese estado de plenitud en el que yo era yo y todo estaba claro y armónico.
Una cosa es oír o leer acerca de ello o traducir a sueños de realización los anhelos más profundos de tu corazón, y otra, llegar a catarlo experiencialmente, vivirlo, sentirlo con todo tu cuerpo, emoción, intelecto y espíritu juntos.
Ahora tengo un norte en mi existir. Hasta en los períodos en que el torrente de la vida me arroja a sus rincones más tenebrosos, donde habitan la duda y la confusión, yo sé a dónde re-dirigirme en cuanto puedo levantar cabeza un momento, sé lo que quiero y lo que busco en mi cotidiano y sé lo que, tarde o temprano, encontraré: recuperar y hacer mía para siempre aquella específica frecuencia vibratoria de mi energía, aquel estado expandido e intensísimo de emotiva y lúcida consciencia de Ser, de perfecta integración y unificación exaltada con todo.
- Pero... ¿y si no fue más que una ilusión virtual de los sentidos, una fantasía vana provocada por la droga? -arguye el abogado del Diablo.
- Las imágenes míticas que afloran del subconsciente en estado de trance, no son meras fantasías sin sentido, la psicología clásica de Jung y sus discípulos ya las reconoció como símbolos constantes de realidades arquetípicas que se contienen en el inconsciente individual de cada persona tanto como en el Subconsciente Colectivo de toda la Humanidad. Aunque sus formas externas cambien en cada cultura, su esencia común es reconocible; a través de un lenguaje no racional de imágenes, el Genio Subconsciente avisa y aconseja al consciente para que se limpie de lo que no le conviene y adapte sus esquemas emocionales y mentales a las nuevas situaciones por las que atraviesa, de la manera en que más correctamente puede el individuo fluir a favor de la Corriente Cósmica en ese ciclo.
Ninguna droga puede proporcionarte experiencias que no se hallen contenidas en las potencialidades de tu ser. Si una planta de poder no consigue sino darte un atisbo pasajero de ese estado de consciencia, de éste elevado nivel en que puede vibrar tu energía, que no es más que un grado más alto que aquel en el que vibras normalmente, imagínate a que niveles puede ascender la calidad de ese estado cuando logras centrar tu vida en él, ya no con sustancias psicoactivas, sino llenándote de amor a todos los seres y de unicidad... y vivenciándolo de una manera al menos tan continua, como vivenciamos nuestras limitaciones, cuando nuestra consciencia está centrada en el plano material convencional.
Ahora sé que existen universos paralelos que conviven en el mismo espacio y tiempo, pero en distinta dimensión de consciencia. Vivir en uno o en otro sólo depende de en que punto sintonices (en qué canal fijes) el dial de tu atención principal.

Cuando acabó la sesión era de noche. Ya estabámos fuera de la Casa de la Estrella sin que me acuerde muy bien como salimos. En cada grupo, algún fiscal consagró y puso a rondar un pito de Santa María... Cuando aspiré, sentí como si mis labios estuviesen cuatro metros abajo de mí y el humo me llegara, sin casi sabor, por un largo tubo invisible y transparente que hubiera en el aire, entre mi vehículo carnal y mi consciencia. Así, pude darme perfecta cuenta de que mi cuerpo etérico estaba aspirando los éteres de la hierba y que todavía me hallaba fuera del físico, desdoblado, flotando unos dos metros por encima de él, aunque conectado a él por un hilo sutil.




"Sólo existe un nivel de consciencia por debajo del humano: El plano llamado "Infernus", donde habitan las naturalezas irreversibles. Aquellas incapaces de asimilar el único sentimiento que sustenta el mundo: el amor."

Carlos Pacini. Entrevista en Junio 1988

Recuerdo otra noche en que nos hallábamos reunidos en el Templo en una sesión de limpieza y cura. Esta vez no era en Mapiá, sino en otra comunidad del Santo Daime cercana a la villa amazónica de Boca de Acre, llamada Anhangás (pronunciar Añangás), sobre el gran rio Purús, barroso afluente de la Cobra Grande, donde hice muy buenos amigos.
Varios mediums novatos estaban prestando sus auras y sus cuerpos a la incorporación de espíritus sufridores ansiosos por expresarse para pedir ayuda. Lo normal era que se tratase de espíritus de desencarnados que precisasen confesar alguna cosa que corroía sus conciencias, entrar en contacto con algun familiar para pedir o dar perdón, resolver cualquier cuenta que dejaron pendiente al abandonar este mundo o, simplemente, recibir consuelo y energetización espiritual, a base de comunicación fraterna y oraciones, que les permitiesen aumentar su tasa vibracional lo suficiente como para salir de las tinieblas angustiosas del Bajo Astral donde se hallaban y ascender a planos más altos en los que pudiesen ser acogidos por espíritus de mayor nivel.
No era raro encontrarse con espíritus que, por causa de una muerte súbita o accidental, todavía no estaban convencidos de que habían desencarnado (tan real se siente nuestro cuerpo etérico, el verdadero vehículo multidimensional de nuestra consciencia), y que tenían que desapegarse definitivamente del plano material; la mesa espírita cumplía así una función de orientación, humanitario consuelo y ayuda energética muy importante, además de servir para recibir a espíritus colaboradores de mayor luz que trabajaban en aconsejar o curar a los encarnados que lo solicitaran, lo cual contribuía a su progreso vibracional tanto como al de los ayudados.
Desde que yo había llegado al Brasil, hacía ya cinco años, estaba fascinado por el espiritismo, verdadera religión práctica del país, aunque oficialmente la mayoría se declararan católicos o protestantes; y no había perdido ocasión de infiltrarme, haciendo de ayudante de muchos brujos, tratando de descubrirles el truco; porque en el fondo, mi soberbio racionalismo europeo no podía aceptar que todo aquello fuese otra cosa que pura autosugestión manipuladora actuando sobre un pueblo ignorante, supersticioso y mucho más emocional que crítico.
Sin embargo, junto a mucho que se sentía como impostura o ilusión, yo había presenciado también cosas inexplicables, que abrían una brecha en mis esquemas racionales, y ahora, desde que el Daime me proyectaba astralmente, entendía muy bien que la vida racional no es más que un 10% de nuestra vivencia integral. Y en un ambiente como el de la Selva Amazónica, que es el principal vórtice astral del Ser Tierra, el porcentaje era aún menor.
De repente, todas las energías de los participantes en la sesión se pusieron tensas; el cuerpo de uno de los mediums fué incorporado de una manera más violenta que lo habitual y el espíritu visitante se negaba a identificarse.
Las repetidas demandas del comandante o jefe de sesión, un guerrero rubio de bigote y muy joven, hijo de los primeros colonos del lugar, no obtuvieron resultado; así, nos dimos cuenta enseguida de que aquella entidad no estaba allí para pedir luz, sino tratando de posesionarse del cuerpo del medium, de sus fuerzas y percepciones.
- ¡Suéltalo! ¡Sube! -ordenaba el jefe de sesión, comenzando a ponerse nervioso.
- ¡No lo suelto! ¡Este caballo es mío! - Respondía el exú con una voz horrorosa, demoníaca, mientras el pobre cuerpo invadido se doblaba como bajo un gran peso, contorsionándose igual que si una marioneta de tela fuese.-
- ¡Que lo sueltes! -insistió el comandante- ¡Suéltalo o vas a llevar pea!-
Justo entonces, el obsesor trató de sacar a sacudidas el cuerpo del medium mas allá de las defensas psíquicas del templo. El jefe de sesión lo agarró de un brazo y hubo un tremendo forcejeo; los otros participantes estábamos asustados y no sabíamos que hacer. Algunos dejamos nuestros puestos y corrimos a reforzarlo. Pero el comandante acusó inmediatamente en sus fuerzas el debilitamiento de la sinergía del grupo y el conato de pánico y se volvió a nosotros sin soltar el brazo, bramando con imperiosa rabia: -¡Vuelvan a la mesa! ¡Sigan cantando! ¡Firmeza!-
Regresamos avergonzados a nuestros puestos y reentonamos los himnos en tanto que aquel bravo guerrero se debatía solo contra el pertinaz exú. De pronto, nos encontramos cantando un himno enormemente elevador de la energía anímica grupal:
"He entrado en la batalla al ver mi pueblo decaer
¡Hemos de vencer, hemos de vencer,
hemos de vencer si a Dios pedimos el poder!
¡Oh querida Virgen Madre, que poder que tú me das!
¡Con tu fuerza y con tu luz no me pueden derribar!"

En medio del himno, en cuanto la sinergía mental del conjunto se elevó lo suficiente, otro medium empezó a ser incorporado: era una mujer mulata muy flaquita, pero por el himno saludatorio que los participantes entonaron enseguida, cantando con los ojos cerrados, como si lo que se estaba desarrollando en el salón no tuviese importancia comparado con lo que estaban viendo en la miración, percibí que el espíritu que acababa de encarnarse era un poderoso guía del Inconsciente Colectivo Indobrasileiro, el caboclo Tupinambá, flechero indígena de la falange de Oxossi, el aspecto masculino de Venus, Señor del Bosque (el Inconsciente profundo), del Aire (El Mental) y de los silfos (las inspiraciones intuitivas).
Inmediatamente se lanzó al combate contra el exú, separando a nuestro comandante, quien regresó sudoroso y reasumió su puesto a la cabecera de la mesa, exhortándonos de nuevo a mantener la firmeza en el poder del Yo que Éramos, así como la conjuntada conexión que conformábamos. Sumóse, con voz cansada pero marcial, al himno general, muy estimulante, que nos seguía animando a todos a enfrentarnos a lo que fuera, y a confiar en la pura energía de limpieza transmutadora de la Madre Divina, que la concentrada cohesión del grupo canalizaba sobre sus aliados astrales y sobre el medium, tras haberla invocado antes con nuestras oraciones cantadas.
Incorporado en la frágil mulatita, el tremendo flechero del astral ya estaba librando feroz pelea con el exú. Yo me hallaba tan pendiente de lo que ocurría en el plano físico, que perdí por completo la miración; desde mi visión ocular habitual sólo daba para observar a ambos mediums contorsionándose de un lado para otro, en un extremo de la mesa, dirigiéndose golpes parecidos a los de la lucha popular brasileira llamada Capoeira, con el puño cerrado o con la mano abierta, conformando extraños mudras; pero con golpes que jamás llegaban a la piel, como si sólo fueran dirigidos al aura envolvente del cuerpo.
El resto de la gente a mi alrededor seguía cantando con los ojos cerrados, sin perder detalle de la lucha real que se estaba desarrollando en el plano astral, en el espacio de la mente colectiva. Por dos veces, el exú trató de sacar el cuerpo del medium fuera de las protecciones del templo, y las dos veces el flechero le tapó enconadamente la salida.
Durante la pelea energética, el obsesor lanzaba rugidos entrecortados, en tanto que el guía lo instaba a rendirse y a soltar al "caballo" en una extraña jerga gutural, mitad portugués y mitad tupí-guaraní macarrónico. Por fin, el exú fué tocado por un golpe fluídico en alguno de sus centros etéricos fundamentales y se desplomó.
En ese momento, el cansado guía subió al astral y una nueva entidad de ayuda incorporó seguido en la mulatita. Por el canto o punto saludatorio, entendí que se trataba de otro flechero de la misma falange, el caboclo Arariboia, quien  se lanzó a la lucha de una.
Pero esta vez ya no hubo forcejeo; tras unas puñadas y algunos pases magnéticos, el guía ascendió al astral después de decir:
-Éste ya está arreglado.-
Dicen los brasileiros: "Sube el Santo, baja el Santo"... así, todavía incorporó en la mulata un guía más de la misma falange; la popular cabocla Jurema, una especie de Diana Cazadora Lunar de la mitología subconsciente indígena, que además es el espíritu de una planta de poder, tipo acacia o mimosa, cuya raiz contiene dimetiltriptamina, el mismo alcaloide visionario que metaboliza la Rainha o Chacrona. La cabocla fué saludada por todos con un alegre cántico:
"Jurema, su hoja cura, Jurema, su flecha mata,
quien es hijo de Jurema, jamás se pierde en las matas".

Moviendo el cuerpo de la medium con una soltura graciosa que ésta, por sí misma, jamás tuvo y devolviendo el saludo a la concurrencia como si de una cantora de samba se tratase, simplemente se certificó del K.O. astral del obsesor, es decir, de que ya estaba totalmente fuera de combate, y lo hizo regresar, sometido, a la dimensión de los espíritus, donde había, sin duda, una guardia astral esperándolo; dedicándose luego a dar pases al cuerpo del medium liberado, para limpiarlo de todo resto de malas energías y realimentarlo etéricamente.
Después, lo dejó reposar y reciclarse, mientras ella daba consejos médicos a algunos pacientes de la sala, ya completamente relajada; consejos en los que abundaban baños descontaminadores de malos fluídos y defumaciones con hierbas, hojas y cortezas de la selva... Finalmente, pasó un rato departiendo alegremente con una vieja conocida, ahijada suya, tal como dos comadres en el mercado, casi olvidadas del resto del personal, que seguía cantando seriamente himno tras himno.
Cuando la simpatiquísima cabocla regresó al Astral y hubo un descanso en la sesión, yo me acerqué a ambos mediums. Ni la mulata ni el casi posesionado tenían la menor conciencia ni recuerdo de todo lo que había sucedido en sus cuerpos quince minutos antes. Me dijeron que habían estado viajando por una aldea de indios del Astral, donde los trataron con mucho cariño, asistiendo como convidados a bellos cánticos y danzas indígenas. El cuerpo del segundo medium se veía algo fatigado, pero su voz sonaba tan tranquila como si hubiese acabado de despertar de una siesta plácida.




Además de los Siete Grandes Orixás, Primeros espejos reflectores de la Voluntad Divina, o Regentes Planetarios, o Espíritus Puros Arcangélicos, o Hierarquía intermediaria de un Dios Uno y Trino tan Alto, tan Pura Consciencia y tan innombrable que ni se le representa ni se le ofrece culto, la Umbanda Afrobrasileira cultúa, o por lo menos respeta, a una octava supra-entidad que se reconoce como El Príncipe de Este Mundo: Exú, el Ego Dualista, sumergido todavía en el conflicto mental interno entre el bien y el mal, el Guardián del Umbral que separa la dimensión física de las otras más sutiles y a quien, necesariamente, hay que pedir permiso, contentar, convencer, sobornar, engañar o embriagar, para que abra la guardia y permita la exteriorización de los arquetipos planetarios del subconsciente profundo en su espacio mental semi-lógico, reservado normalmente para la actuación exclusiva de nuestra personalidad, con todas sus máscaras habituales.
Las fuerzas sutiles que componen la entidad llamada Ser Humano, sean espirituales, mentales o astrales, necesitan siempre un "substratum" material (conformado por substancias de los cuatro elementos) que haga de medium o vehículo sensible para su manifestación en el plano físico; este substratum es su polo negativo, está dedicado enteramente a satisfacer las necesidades materiales del Ser, y lo comanda una parte de Su Consciencia que en psicología se llama la Personalidad y en Aumbhandan el Exú-Guardián.
El Exú Arquetípico es una energía tan abstracta que, al igual que los Orixás, jamás incorpora personalmente. En su lugar lo hacen su corte de exús sub-arquetípicos o ectipos, entre los cuales hay, igual que entre los guías, entidades femeninas que son representadas en la estatuaria de culto como una especie de guapas diablesas llamadas Pomba-giras. El propio Exú se representa bajo la figura clásica del Diablo, en el que los cristianos convirtieron al viejo dios Pan, su competidor más resistente en el campo, el "pagus" latino, donde demoró muchos años en dejar de ser cultuado por los "paganos" o campesinos... con sus cuernos, patas y cola de fauno, representaba para ellos el poder espontáneo y vital de la Naturaleza, la energía física pura, el poder del sexo y la fecunda generación sobre la materia; mas tarde le fueron añadidos capa roja y tridente neptuniano.
Pero eso sólo acontece por causa del sincretismo: la confusa sustitución de sus símbolos ancestrales por símbolos católicos que los esclavos africanos se vieron obligados a hacer durante el período colonial, para poder seguir cultuando a sus espíritus aliados bajo formas permitidas por los opresores.
Así, convirtieron a su Diosa de la Luna en la Inmaculada Concepción, al Dios de la Guerra en San Jorge y al de la Caza, un flechero, naturalmente, en el asaetado mártir San Sebastián. San Sebastián era la figura cristiana trás la que los esclavos negros de la colonia habían cultuado a su viejo Orixá, el flechero Oxossi, Señor de la Selva y de los silfos astrales, que son las consciencias que animan al más puro de los cuatro elementos materiales, el aire, y lo comunican con el quinto sutil: el elemento Éter, donde la energía pura del Verbo comienza a moldearse en forma.

En realidad, el concepto africano de Príncipe de la Tierra dista bastante del concepto católico del diablo:
Después de crearse la Inquisición en 1231 en Alemania para combatir la herejía maniquea, después de quemar en Verona en 1278 a doscientos Cátaros y de ahogar en sangre el Sur de Francia en la Cruzada contra los Albigenses, el sector más conservador y reaccionario del catolicismo institucional se fue convirtiendo... en una religión maniquea. Es una ley: Cuando una idea se combate por la fuerza, ambos contendientes acaban por parecerse y sintetizarse, los extremos se tocan.
El Maniqueísmo divide al mundo en dos extremos opuestos irreconciliables, Dios y el Diablo, en perpetuo conflicto... el dualismo convertido en religión.
El maniqueísmo de las religiones del Libro, tanto el de los musulmanes Hausas que secuestraban a poblados enteros de africanos para vendérselos a los negreros portugueses o británicos, como el de aquellos supuestos cristianos blancos que también les negaban el alma y los trataban como bestias de carga, acabó contagiando a los pobres esclavos, que, conservando sus magias como única arma contra sus explotadores, convirtieron al Exú Protector en Exú Vengador y todo su resentimiento ante aquel inexplicable genocidio en formas-pensamiento de odio y de rencor llamadas Kimbas, que eran los agentes astrales encargados de canalizar la Magia Negra o Kimbanda hacia el tiránico amo.
Fué tan grande y tan traumático el conflicto de las razas en el Nuevo Mundo, tales sus secuelas de negatividad astral y magia negra, que desde poco antes del principio del siglo XX, los Ascendidos Guías Astrales de cada raza (Los Payés indios, los Babaliawó negros y los Maestros blancos), tuvieron que unir sus fuerzas para elaborar un sistema magístico que contuviera elementos de cada tradición iniciática, para que ayudase a despejar el ambiente y recondujese a la reconciliación, por medio de adoctrinación, purificación, curación, consuelo, comprensión, solidaridad y perdón, a los antiguos espíritus enemigos, enfrentados de nuevo en reencarnaciones actuales, y que les brindasen oportunidad de resolver sus ligaciones y deudas kármicas y unificarse.
Así se cuenta que nació la ecléctica Umbanda... De la misma manera, fíjate lo que te digo, se está ancorando ahora mismo en la egrégora de Acuarius a través de sus servidores más sensibles, un sistema magístico global que será capaz de conciliar y aunar en un objetivo de elevación multidimensional común a todas las razas y culturas del Planeta. Y eso es el transfondo más importante, unicista y no dualista,  de toda la filosofía de la Nueva Era puesta en acción, cara a la creación del Otro Mundo Posible.
El dualismo extremista es una mentalidad extraña al buen espíritu africano, tan lleno de ritmo que su vaivén risueño, danzando cadenciosamente de uno a otro extremo, parece justo lo contrario de la rígida polarización inmovilizada en un extremo, desde donde se niega y combate al otro, que acabó con el equilibrio helénico cuando el maniqueismo zoroástrico-judío-cristiano sustituyó, por decreto de Constantino, a los viejos dioses olímpicos de la Civilización Grecolatina.
El símbolo de la Umbanda Esotérica es una ese acostada cuyos extremos se unen por una línea horizontal Una de las curvas de la ese se comba por encima de la línea horizontal, la otra por debajo [††††]. Es un signo dinámico, vivamente unicista, alquímico, conciliador y sintetizador de los extremos, como el Yin-Yang taoísta. No es de extrañar que el arquitecto Oscar Niemeyer lo escogiera como modelo estructural de su diseño del espléndido Edificio del Congreso, en Brasilia, donde los representantes elegidos por el pueblo elaboran y votan las leyes; una cúpula abierta, acogedora, receptiva, junto a otra cerrada, íntimamente recogida en meditación. Entre ambas, un plano horizontal bien pegado a tierra que las comunica. Excelente forma simbólica para expresar la armonía convivencial y el talante conciliador del crisol de razas y culturas que va siendo, cada vez más, el Brasil, Gran Madre Continental, el país con mayores potencias acuarianas que conozco, tan amoroso, tan amado... ¡Saravá Brasil!

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