En Mapiá, además de la
tradición chamánica indígena de la Ayahuasca, más un cierto esoterismo masónico
aportado por los Viejos Maestros, se practicaba también el gran legado mágico
de la raza negra a la cultura ecléctica brasileira: el espiritismo africano,
muy mezclado ya con cultos cristianos, conocido por Umbanda. En los últimos
tiempos se había establecido en la aldea una escuela de mediums que estaba muy
concurrida por todo tipo de alumnas y alumnos. El propio Padrino Sebastián
había sido medium sanador desde su juventud, o sea, que incorporaba -hacía de
canal de manifestación en este Plano- a dos espíritus de médicos que, aunque ya
habían desencarnado, seguían prestando sus servicios desde el Astral.
El Espiritismo es una de las
cosas que más llaman la atención a los europeos que llegamos al Brasil: también
es uno de los temas mas difíciles de observar y comentar objetivamente por
personas de otra raza o país, por lo que prevengo al lector anticipadamente de
que todo o parte lo que cuento puede estar equivocado por mal comprendido.
Cuando, en las sesiones de
limpieza y cura, el Daime comenzaba a producir desdoblamientos astrales, las
personas que tienen facultades mediúnicas -y rara es la familia brasileira
donde no hay alguna- entraban de repente en trance, contorsionándose sus
cuerpos como si estuviesen siendo penetrados por otro invisible, y saliendo
finalmente de sus bocas una voz inusual, cantando un himno identificador -el
"punto de caboclo"- con la que un espíritu del astral, que se
incorporara en el cuerpo prestado (o que, tal vez, fundiera o simplemente
hiciera resonar su energía astral o etérica con la del medium), pedía permiso a
los jefes de la sesión para manifestarse.
Una vez autorizado por el
comandante, exponía su parlamento. Ahí, nos enterábamos si se trataba de un
espíritu sufridor, un desencarnado que, por apegos o remordimientos terrenos o
por falta de luz, no había conseguido remontarse a planos más altos a seguir su
evolución como espíritu y se encontraba padeciendo de desesperadas carencias
energéticas en las tinieblas del bajo astral... o si era un espíritu ya más
adelantado, que se dedicaba a cooperar con las mesas espíritas en trabajos de
limpieza y cura de los cuerpos etérico y astral, trabajos que ellos podían
desempeñar perfectamente por encontrarse en la misma frecuencia de onda que
estos cuerpos.
Me fijé que la mayoría de
aquellos espíritus ya no se autodenominaban más con el nombre que habían usado
en su última encarnación (tal vez porque eso ya era pasado semiolvidado y poco
importante en su nueva vida astral), sino con nombres genéricos que se
correspondían con cada una de las diversas líneas vibracionales presididas por
las entidades-guías más conocidas del espiritismo afrobrasileiro, las cuales
podían manifestarse como indios salvajes, o como viejos esclavos negros, o juguetones
y traviesos niños. Se presentaban también en forma de elementales de la selva y
del mar (sirenas, princesas, cobras y demás "encantados"), así como
"exús" de bajísima vibración, o cascarones astrales o elementales
malignos, algunos de los cuales daban bastante guerra hasta que se les obligaba
a dejar en paz a la persona a la que estaban obsesionando...
Entrar en el tema de las
entidades que incorporan en los mediums, es entrar en un campo vastísimo y
confuso: llegué a contabilizar hasta 150 "guías" diferentes, cuyos
nombres se repetían, no sólo en Mapiá, sino en toda parte del Brasil donde
estudié las incorporaciones espíritas. Era claro que algunos de estos nombres
designaban a una misma entidad, que respondía a un carácter específico.
Poco a poco, fuí llegando a
las fronteras de la Umbanda Esotérica, y entonces me dí cuenta de que los
espíritus del Plano Astral que bajaban a incorporarse en los mediums
pertenecían a una o a otra de siete falanges, o coros, o líneas, o familias,
presididas, cada una, por un arquetipo del Plano Mental que les daba su
carácter, los cuales eran entidades tan altas que nunca descendían a tomar
cuerpo en el plano denso. Los arquetipos son abstractos, lo que se manifiesta
de ellos son los ectipos.
La manifestación de ectipos
como "guías" pertenecientes a ésta o aquella falange acontecía mas
favorablemente en días y horas específicas, que coincidían con el ciclo
astrológico clásico de la influencia predominante de la energía de cada planeta
sagrado sobre cada día de la semana y sobre cada hora del día.
Se distinguían en el ritual,
no sólo por sus nombres, sino también por colores diferentes para cada falange,
atributos y distintas grafías en la escritura sagrada, llamada de Pemba, o
tambien Adámica, Wattan, Vatánica o Devanagárica, en círculos de iniciados, los
cuales consideran que procede de la antiquísima y mítica civilización
Lemuriana, que la transmitió a los maestros de la Raza Negra Drávida de la
India, quienes, en sucesivas migraciones, la llevaron al Egipto Interior y a la
espiritualizada civilización Yoruba del Centro-Oeste de Africa, de donde pasò a
la fuerza al Brasil durante el trágico período de las travesías negreras en
busca de mano de obra esclava para las plantaciones del Nuevo Mundo.
Alguien me confidenció que
estas grafías trazadas a tiza eran acúmulos sagrados de formas-pensamiento
dotadas de brillo y sonido interdimensional, y también de poder para invocar o
evocar energías aliadas de los otros planos, y que habían sido enseñadas en el
albor de los tiempos a las hijas de los hombres por el arcángel Gabarael y
otros Hijos de Dios que encontraron agradable fundirse con sus auras, y que,
compadecidos, como el Prometeo griego, por su falta de luz, también las habían
iniciado en la agricultura, el conocimiento de las plantas mágicas y
medicinales, y todas las artes y técnicas con las que la especie humana pudo
comenzar a civilizarse.
Las esquinas de todos los
terreiros, o centros ceremoniales de Umbanda y Candomblé, estaban siempre
protegidas por aquellos mandalas hechos de inscripciones vibrátiles, y lo
primero que hacía el espíritu guía protector de un templo cuando incorporaba en
el medium-sacerdote encargado ("pae de santo"), era dar una ronda por
las grafías, para comprobar si estaban correctamente activadas.
En todos los terreiros había
también un recinto astral delimitado por grafías de Pemba, donde se depositaban
ofrendas de colores, esencias, alimentos, especies o tabaco intencionadamente
consagrados para que los espíritus del Bajo Astral o de la Naturaleza pudiesen
alimentarse de sus energías etéricas, ya que más valía tenerlos como aliados
que como enemigos.
Como todo es dual ante las
apariencias del mundo manifestado, los Exús vienen a ser las sombras de la luz,
el polo negativo de las energías sutiles positivas de la Naturaleza, con ellas
y con el poder agregador obtenido de la substancia astral de las ofrendas
materiales que se les ofrecen, crean vehículos formales para sí mismos,
convirtiéndose en elementales inferiores, inconscientes, amorales y traviesos...
o verdaderamente malvados, como los llamados "Kimbas", que se ponen
al servicio del mago que les alimenta, si los sabe controlar y dirigir con
firme voluntad, según su grado de consciencia, hacia los campos magnéticos del
aura de las personas que desee, ya sea para protegerlas o para atacarlas.
Generalmente eran empleados
para deshacer trabajos sucios, ya que "Lo semejante cura a lo
semejante", o para retornar a los magos negros (practicantes de Kimbanda)
sus propias radiaciones de ataque psíquico. Algunos paes o maes de santo los
empleaban para devolver mal por mal; cosa que siempre me chocó, e influía mucho
sobre mi valoración posterior del mago en cuestión. No me podía imaginar a un
verdadero maestro espiritual en semejantes actitudes.
En Umbanda, las falanges de
"guías" de distinto color, temperamento y momento de incorporación,
están presididas por siete FORMAS MENTALES o entidades muy elevadas, altísimos
ángeles, por decirlo de una manera familiar, casi dioses, aunque todos ellos
por debajo de la Divinidad Suprema (Olorún), que es incognoscible, abstracta e
inasible (inasible en el sentido de que, aunque siempre se tenga en cuenta que
Todo es Uno, a la hora de operar magística o energéticamente, hay que invocar
el Poder o Virtud Divina específicos para lo que se pretende realizar, o sea,
echar mano de los apropiados Guías subsconscientes arcangélicos o angélicos, y
no de otros que no sirven a la oportunidad).
Estas siete entidades se
denominan "ORIXÁS" (Orixás casi suena, en portugués, como Orígenes),
y entendí que conforman la Hierarquía de Emanaciones Divinas que extienden,
como los rayos de luz de una estrella, las diferentes cualidades esenciales de
Dios por todo Su Cosmos. Existe una Hierarquía Divina de Siete Orixás
Ancestrales (Los Siete Arcángeles ante El Trono), que es la primera
transformadora de la pura Voluntad del UNO en las Leyes que rigen Su
manifestación en la Creación Toda.
Estos emanan de sí a los
Siete Orixás Intermediarios, que constituyen la Hierarquía Cósmica; Y éstos
emanan de sí a los siete Orixás que rigen cada Sistema Estelar o Solar del
Físico o del Astral, como espejos que reflejan la luz que viene de la Jerarquía
Sagrada (Hieros= Sagrado) que está sobre ellos; y éstos, a su vez, transmiten la
Voluntad Divina o Plan Cósmico Evolutivo a los Siete que rigen cada planeta del
sistema, a los que llamamos la Hierarquía Planetaria.
Los Orixás de la Hierarquía
Terrestre son, pues, los Señores de las Vibraciones Originales que conforman y
que controlan las fuerzas sutiles que generan las fuerzas elementales de la
Naturaleza terrestre, tanto dentro como fuera de nosotros: representan a los
siete arquetipos o moldes psicólogicos básicos de la evolución del espíritu
humano en este planeta, las siete caras de nuestro Ser; Las Potencias del Ser;
Los mismos Alhim, Alahim o Elhoim de los hebreos: el nombre (o potencia verbal)
del que se reviste Dios en el Génesis para crear el mundo, que es el mismo de
Los Ángeles o Dioses Del Verbo. Los siete colores o notas musicales que
resultan de la manifestación o éxpresión (multiplicidad, emanación,
universalidad) de la Luz Blanca o el Sonido del Silencio del Uno.
Son, también, los Devas
védicos, los Guardianes de las Funciones universales; los señores, jueces y
guardianes funcionales de las condicionalidades divinas; la suma de las 7
letras evolutivas del Wattan (469) que se corresponden con los 7 planetas
sagrados que nos rigen astrologicamente (4,6,9, en sánscrito da “DEVATA”, las
Leyes de Dios); Las Letras Funcionales, equivalentes armónicos y orgánicos de
la potencia creadora de la Palabra del Verbo. Los siete tipos, en suma, de
posibilidades evolutivas latentes en la semilla de cada humano.
Son, pues, los siete
Maestros de evolución, Modelos Canónicos de la mayor perfección que puede ser
alcanzada por el hombre, los cuales vemos representados tanto en la simbología
de todas las antiguas religiones místicas como en los panteones de las
mitologías animistas y paganas, donde se les conoce como los SIETE
REGENTES O DIOSES PLANETARIOS:
7- OXALÁ: Refleja, a escala planetaria, y en el chakra
Coronario de cada hombre, la Consciencia Pura del ARCÁNGEL GABRIEL, que
personifica el Principio Activo Increado del Logos Padre Cósmico, o polaridad
masculina del Dios Uno (Olorún), llamada Obatalá en Africa o Brahma en el
Hinduísmo, o JURA, en el Daime: La Primera Persona de la Trinidad Logoica
indisoluble con la Unidad Divina: El Padre, en el Cristianismo. El IHOH, o YO
REAL, YO SUPERIOR de cada ser humano. La Esencia, el Sujeto, el Pensamiento, el
Absoluto, La Unidad, el Centro, el Universo Invisible.
El Espacio Cósmico,
inmutable, neutro y vacío, donde se juega eternamente el juego vital y cíclico
de las relaciones entre el Espíritu y la Energía. Su Voluntad de Ser,
desplegando Sus infinitas potencias en lo que llamamos manifestación, le lleva,
por un lado, a proyectarse en la creación, resultado de la estructuración de la
Energía Eterna en un universo de formas diferenciadas; Por otra, a vehicularse
en ellas, impregnándolas con la consciencia de Sí, auto-conscienciándose dentro
de su creación; esto es, enviando a la Tercera Persona de Su Trinidad, El Hijo,
El Espíritu, a encarnarse en los cuerpos evolutivos generados por la Segunda
Persona, la Madre Cósmica. Como orixá rige a los más elevados caboclos y al
Sol. Es el Señor de la Vibración Original Espiritual que actúa en la Humanidad.
6- YEMANJÁ: Refleja, a escala planetaria, y en el chakra Frontal
o Tercer Ojo de cada humano, la Consciencia Pura del ARCÁNGEL RAFAEL, que
personifica el Principio Pasivo Generador del Logos MADRE COSMICA, o polaridad
femenina que emana del Dios Uno al manifestarse en el mundo dual, llamada
Espíritu Santo por las religiones patriarcalistas, Odudua en Africa,
Shiva-Shakti en la India: La eterna Energía en continua transformación.
La Substancia, El Objeto, El
Cumplimiento, el Cambio. El Infinito, La Universalidad, la Circunferencia, El
Universo Visible... EVA (565), la Vida, la suma de las 12 letras involutivas
del Wattan (565) que forman los signos zodiacales; La Matriz y Madre de toda
forma etérica de los Planos Físico y Astral; AVE: la Virgen, la Reina de la
Floresta en el Santo Daime y la del Mar (La Sirena) en la Umbanda Popular...
Rige la línea de espíritus femeninos del Astral que incorporan como Caboclas del
Mar y Sirenas; También a LA LUNA, y es la Señora de la Vibración Original
MENTAL que actúa en la Humanidad.
5- YORI: Refleja, a escala planetaria, y en el chakra
laríngeo o cervical del hombre la Consciencia, pura percepción eterna de Sí
Misma, no importa en que vehículo, del ARCÁNGEL YORIEL (¿URIEL?) que representa
La Esencia revestida de Substancia: El Producto Generado por la unión del Padre
Espacio y la Madre Energía: La Existencia, El Verbo, La Palabra, la Relación,
la Correspondencia, El Diámetro, La Humanidad, El Espíritu Encarnado, la
Consciencia Viva del Creador dentro de Su Creación; La Persona de la Trinidad
llamada EL HIJO; Ad-Am (Unidad-Universalidad); IHOH, la esencia de Agni, el
Fuego Espiritual del Padre, el Amor Divino Creador, (el YHOH Superior),
reflejado y proyectado en su Hijo, Y-PhO, DIOS VERBO (IPh, en hebreo y árabe =
manifestación de la Perfección; Phi: la Palabra, la Boca de Dios,) Pho, Phos,
Phoné en griego, el aliento, la luz, la voz. El Verbo o Voluntad Creadora de
Dios hecho carne; MIDAN en el Santo Daime, El Intimo, el Maestro Interno, La
Voz de la Conciencia. Ph (D'Alveydre) es la letra planetaria de la zodiacal
wattan Sh: Y-ShO = Jesús.
El Cristo; ViShnú en la
India, el Avatar Redentor, amoroso Guía de la Evolución en cada ciclo. También
representado en la Umbanda Popular como El Niño Interno, el Alma Pura; O como
IBEJI, los gemelos alquímicos, (las energías de los nadis, que se han de juntar
en el canal interno o Sushumma para producir la ascensión de la Kundalini y la
iluminación...) Es el Señor de la Vibración Original ETERICA, que actúa tanto
en la Humanidad como en el resto de los seres de la Naturaleza. Es obedecido
por las simpáticas entidades del Astral llamadas Los Niños (En Brasil,
Crianças). Rige al planeta MERCURIO.
Estos tres arquetipos
espejean la vibración de LA TRINIDAD DIVINA en el planeta Tierra, la jerarquía
espiritual mas elevada; por debajo de ellos están LOS SEÑORES DE LOS CUATRO
ELEMENTOS DENSOS:
4- XANGÓ: Refleja, a escala planetaria, y en el chakra Cardíaco
de los hombres, la Consciencia Pura del ARCÁNGEL MIGUEL, Vibración Original o
Virtud de Dios quien refleja el Principio o Cualidad de Justicia y Equilibrio
Divinos sobre todos sus elementos y Gran Jefe de los Ángeles. Señor del Fuego y
de las Rocas, de la Vibración Original IGNEA en la Humanidad y en la
Naturaleza; Fe (confianza en uno mismo y en la Vida, Valor, Firmeza, Serenidad
e Impecable Ecuanimidad
Complementado por su
contraparte femenina, YANSÁ, Señora de la Tempestad.. y obedecidos por Caboclos
de las Rocas y por los elementales del Fuego o Salamandras. Rigen al planeta
JÚPITER y representan en Aumbhandan la Dirección Sur.
3- OXOSSI: Refleja, a escala planetaria, y en el chakra
Esplénico, la Consciencia Pura del ARCÁNGEL ISMAEL, Virtud Divina que refleja
el Principio de la Acción Envolvente de la Ley Karmica de la Causa y del Efecto
o el Principio Hermético de Causalidad. Señor del Bosque y del Aire y de la
Vibración Original EOLICA en la Humanidad y en el resto de la Naturaleza. Su
contraparte femenina es OXÚM, la bella Señora de las Cascadas y Aguas Dulces.
Son obedecidos por las entidades astrales del Aire y de la Selva llamados en
Umbanda Caboclos Flecheros, y por los elementales Silfos o Sílfides; Rigen a
VENUS. Dirección Este.
2- OGÚM: Refleja, a escala planetaria, y en el chakra y plexo
Solar, la Consciencia Pura del ARCÁNGEL SAMAEL, que espejea, a su vez, el
principio de la Lucha Sagrada entre la Consciencia Encarnada y sus limitaciones
perceptivas durante la Evolución, que es argumento, guión y base del eterno
Juego Divino... Es el Señor del Agua, de la Playa y de la Vibración Original
Hídrica en la Humanidad y la naturaleza, reina sobre los poderosos caboclos del
mar y sobre los gráciles elementales acuáticos llamados Ondinas y Tritones.
Planeta MARTE; en el Aumbhandan se le sitúa al Oeste.
1- YORIMÁ: (También llamado OMULÚ o OBALUAIÉ)... Refleja, a
escala planetaria, y en el chakra Sacro, la Consciencia Pura del ARCÁNGEL
YRAMAEL, reflectora del Principio Divino de la Palabra de la Ley o del Verbo,
la Imaginación Decretante, que crea, mantiene, deshace y renueva o transforma
las formas materiales del mundo que sirven temporalmente de vehículo a las
energías sutiles. Es el Señor de la Vibración Original Telúrica, o sea, de la
Tierra,y el misterioso Orixá de la Curación o de la Muerte... Le obedecen las
entidades del Astral que en Umbanda son llamadas Viejos Negros porque
incorporan como sabios ex-esclavos africanos, que saben dar buenos consejos y
curan con remedios naturales. Rige tambien a los Gnomos, o elementales de la
Tierra; Personifica perfectamente al viejo SATURNO y también se parece al ángel
caldeo-hebreo del tránsito entre la vida y la muerte, AZRAEL. En Umbanda guarda
la Dirección Norte.
¡...De repente, el sentido
práctico de la vieja Astrología Occidental cobró sentido para mí! ¡Por
comparación con aquella cultura exótica, pero bien viva, percibí, por primera
vez, que lo que hasta ahora sólo me había parecido puro simbolismo erudito y
arqueológico de mi propia cultura vernácula, tenía posibilidades de ser usado
como poderosa herramienta mágica en el eterno juego humano de transformación
psicológica!
Los arquetipos planetarios
del subconsciente podían, pues, invocarse e incorporarse como ectipos en el
trabajo mágico; No sólo pidiéndoles consejo como guías, sino también sirviendo
mediunicamente como canal a la manifestación de sus poderes.
¿Por qué? ... porque los
arquetipos y ectipos son yo mismo, como los dioses, los ángeles y los demonios,
y toda la legión de entidades elementales, astrales, físicas y mentales que me
conforman. Todos ellos estan en mí, más allá de los conceptos duales de
interior o exterior, personal o ajeno, ya que yo soy la Vida, el Universo, o la
Mente Universal, vibrando simultáneamente en todas las dimensiones del Ser en
el Cosmos. Cada pedazo del espejo refleja holográficamente la misma imagen que
el Espejo Entero.
Siempre en mi opinión (que
es la de un extranjero, recuerden), cuando en el Espiritismo se invoca a un
determinado guía para que se incorpore a trabajar en el cuerpo de un medium, no
se hace otra cosa sino permitir a uno de los egos arquetípicos que conforman
nuestra personalidad individual y colectiva que se manifieste tal como es, en
forma de ectipo, y sin trabas ni influencias, ni interferencias de los demás
egos. Así, él puede actuar con todas sus cualidades y potencias particulares y
específicas; si el espacio donde actúa ha sido previamente consagrado como es
debido, el aspecto sombra de ese ego estará controlado por el poder luminoso
del Íntimo, nuestro Yo Mayor Divinal. Si no ha sido consagrado o si no existe
suficiente impecabilidad, seriedad y firmeza en el jefe de sesión y en los
participantes, el Yo Mayor Colectivo no controla, y la sesión puede convertirse
en una zarabanda de demonios sueltos divirtiéndose a sus anchas.
Todo esto, así leído, suena
muy bonito y muy teórico, pero imagínalo cuando tú lo estás viendo claramente
en trance de Ayahuasca, en la miración, geometrizado en las mil perspectivas
caleidoscópicas del astral y sintiendo su evidencia hasta en la médula de los
huesos.
"Si el Espíritu
Universal Todo estuviese
conformado por células, cada
una de ellas
contendría al Espíritu
Universal Todo".
EL SER ES; y eso es todo lo
que puede decirse de Él, de la Realidad, de Nuestra Realidad, de Dios y de Su
Esencia, que es Nuestra Esencia, porque no hay otra. La existencia de LO QUE ES
sostiene la existencia de los universos que en Él son, el llamado Mundo de
Manifestación (porque es la manera en que la Esencia pasa de la posibilidad al
acto, de existir en potencia, en el Vacío Primordial, a existir realizando sus
potencialidades, es decir, a manifestarse como Vida Cósmica en continua
transformación... hasta que, cumplido el ciclo, se reabsorbe de nuevo en Su Vacío.)
De la misma manera que la
Manifestación y la No-Manifestación son sólo dos caras o fases simultáneas de
la eterna existencia del Ser, los infinitos mundos y entidades vivas en que se
manifiesta, por individualizadas y personalizadas que parezcan, tampoco dejan
de ser otra cosa que las infinitas caras o fases de la Única Entidad que Es,
que Somos y que Vive:
La propia Vida Cósmica del
Ser: un único actor que representa todos los papeles del universo, que juega el
eterno juego al escondite consigo mismo, desdoblándose, extendiéndose,
separándose y diversificándose en múltiples formas, cada una de las cuales,
como su Esencia, es una paradoja total: una, dual, trina y múltiple al
tiempo... y que existe simultaneamente en todas los planos y dimensiones de Aquel
Que Es, incluída la del Vacío.
Alguien podría denominar la
Nada, o la No-Existencia, al Vacío del Ser; pero la Nada es sólo una palabra
hueca que usamos, ya que el paso del Ser por el Vacío de Manifestación no es
más que una de las fases por las que transcurre en Su vivencia, fase contenida
en la propia vivencia, y que, invariablemente, va seguida de una nueva fase de
manifestación, ya que Ser es lo mismo que vivir, y vivir es transformarse,
moverse de forma en forma y de fase en fase, a través del Juego del Amor, o sea
de las infinitas posibilidades de combinación de Lo que Es... Consigo Mismo, a
lo largo de su Eternidad, disgregándose, buscándose, encontrándose, haciéndose
otra vez Uno y otra vez separándose para jugar una nueva etapa del Gran Juego;
el único, por otra parte, que la Esencia Cósmica juega, pero que es el padre y
la madre de todos los juegos posibles.
El Juego Divino de la
Involución-Evolución, de la Transformación, de la Alquimia, del Amor, de las
infinitas combinaciones ENTRE SUS ARQUETIPOS BASICOS DE REALIZACION, O MODELOS
EVOLUTIVOS DE MANIFESTACION, que las viejas culturas de la Tierra han
sintetizado simbolicamente en los Siete Planetas Sagrados evolutivos o en los
Siete Chakras o en las etapas de la Iniciación... o en los doce signos involutivos
del Zodíaco, las doce hebras del ADN, o en los 72 Nombres de Dios, o en las
letras de los alfabetos sagrados, los Sephirot de la Cábala, las Ordenes
Celestiales de ángeles y arcángeles de la Magia y de la Astrología caldea... o
en las 22 Letras de todos los Alfabetos Sagrados; las mismas de los 22 Arcanos
Mayores y 56 Menores del Tarot... o las Cuatro Direcciones Sagradas de los
indios americanos, que es lo mismo que las cuatro puertas de un mandala
tibetano, las cuatro letras del Nombre del Dios Hebreo, los cuatro elementos
alquímicos, las cuatro estaciones o edades, etc...
Y de este eterno juego El
Actor Único, el Ser, extrae, como cualquier niño que juega en soledad -siendo
ahora el policía y, en el minuto siguiente, animando al bandido contra él-, el
placer de jugar y la consciencia de Sí Mismo en la acción, en la experiencia,
en la vivencia, en el vivir...
Una noche, ya mucho tiempo
después de haber vivido mis más fuertes experiencias en Mapiá y Anhangás, le
participaba yo mis descubrimientos a Chico Correntes en la Colonia Cinco Mil de
Rio Branco y le decía, refiriéndome al juego que ejecuta el chamán sobre la
mente individual y colectiva, para transmutar nuestros estados de consciencia:
- Pero Chico... todo ésto no
es más que un teatro.
- Claro que es un teatro...
-me respondió sonriendo muy serio al tiempo que levantaba la ceja y me guiñaba
un ojo- ...pero no es un teatro cualquiera, sino El Teatro Divino, mi hermano.
Recuerdo una tarde en que
nos vestimos de blanco y azul y fuimos caminando por entre las lindas cabañas
de madera de Mapiá, hasta reunirnos ante la Casa de la Estrella. Un laboratorio
exagonal especialmente construído y astralmente acorazado para la práctica del
trabajo mágico.
Entramos ordenadamente y
cada uno fué colocado, por el jefe de sesión y sus fiscales, en su lugar de
poder en la apretada cadena humana de energía que se estaba formando.
Guerreros a un lado,
guerreras al otro, como siempre, para jugar con las energías complementarias de
los sexos; en el centro, junto a cada vértice de la mesa de ceremonias, que
tenía forma de estrella de seis puntas, se sentó uno de los seis mediums o
canalizadores mas sensitivos de la Comunidad. Después de una ingestión ritual
de Daime, todos nos recogimos en nuestro espirítu para invocar las potencias de
nuestro Genio Planetario Director particular y demás Guías.
Cada participante prestaba
conscientemente su energía al esfuerzo común de crear una egrégora, esto es,
una forma-pensamiento colectiva de energía espiritual colectiva acumulada y
condensada en forma de punta de flecha o puente hacia Lo Divino; una esfera
sutil de comunicación interdimensional en la que la elevación de la sinergía
-el conjunto sincronizado de nuestras invocaciones y deseo de conectar- propiciara
que pudiera manifestarse una poderosa Entidad, que sería la suma amplificada de
las potencias del mismo signo que se contenían en el microcosmos individual de
cada uno de nosotros, y en el Macrocosmos que también éramos en grupo y en
Esencia, y que nos completaba.
Los seis mediums
incorporaron, cada uno, a un guía perteneciente a la falange comandada por su
regente planetario.
Entre los seis, pidieron
luego al Yo Soy la manifestación en un ectipo de uno de los más poderosos
arquetipos de nuestro subsconsciente sobre la mente del colectivo: Júpiter,
Señor del Fuego.
Y lo pidieron, invocando,
con su "llamada" específica, el descenso sobre nosotros de la energía
espiritual del Arcángel Miguel.
No olvidaré, mientras viva,
la sensación que me posesionó en aquella sesión, la más fuerte que sentí de
entre todos los trabajos colectivos desarrollados en Mapiá; mis visiones y
sentimientos, referidos a aquella sesión, son absolutamente indescriptibles.
Sólo decir que mi
fascinación, sorpresa, asombro, respetuoso temor, ante las más poderosas
manifestaciones de la Naturaleza, cuando ella desata en pleno sus potencias
-una tempestad en el mar, una erupción volcánica, un terremoto, un tifón- son
poco para esbozar siquiera una idea sobre mi sentir cuando aquella cálida ola
de inmenso poder espiritual nos inundó de repente, nos separó de lo habitual,
nos envolvió hasta fundirnos con ella y, arrebatándonos en trance, nos elevó a
una dimensión donde Nuestro Ser se contemplaba a Sí Mismo, en absoluta paz,
calma, armonía y abundancia.
Horas pasaron ¿o minutos? en
aquel estado, en el que el ser era pleno, en que nada faltaba, como nada puede
faltar a uno de los cuatro arcángeles que se postran ante el trono de Dios.
¿Que qué se veía? ¿Que qué
se entendía? No había nada para ver ni para entender, sólo había el ser. El ser
siendo el Ser. LA SEIDAD. Y eso contenía en sí mismo todas las visiones, todas
las comprensiones y todas las sensaciones. Y al mismo tiempo era algo
entrañable, vacío, sencillo, conocido desde siempre. Nada del otro mundo, algo
que está en todos nosotros cuando estamos en paz.
Si alguien me pregunta algún
día:- "¿Para qué te sirvió tu experiencia en el Daime?" - podría
responder muchas cosas, soltar todo el contenido de éste libro... pero,
realmente, lo más importante de todo fué que el Daime me hizo saborear, aunque
sólo hubiera sido por un momento, ese estado de plenitud en el que yo era yo y
todo estaba claro y armónico.
Una cosa es oír o leer
acerca de ello o traducir a sueños de realización los anhelos más profundos de
tu corazón, y otra, llegar a catarlo experiencialmente, vivirlo, sentirlo con
todo tu cuerpo, emoción, intelecto y espíritu juntos.
Ahora tengo un norte en mi
existir. Hasta en los períodos en que el torrente de la vida me arroja a sus
rincones más tenebrosos, donde habitan la duda y la confusión, yo sé a dónde
re-dirigirme en cuanto puedo levantar cabeza un momento, sé lo que quiero y lo
que busco en mi cotidiano y sé lo que, tarde o temprano, encontraré: recuperar
y hacer mía para siempre aquella específica frecuencia vibratoria de mi
energía, aquel estado expandido e intensísimo de emotiva y lúcida consciencia
de Ser, de perfecta integración y unificación exaltada con todo.
- Pero... ¿y si no fue más
que una ilusión virtual de los sentidos, una fantasía vana provocada por la
droga? -arguye el abogado del Diablo.
- Las imágenes míticas que
afloran del subconsciente en estado de trance, no son meras fantasías sin
sentido, la psicología clásica de Jung y sus discípulos ya las reconoció como
símbolos constantes de realidades arquetípicas que se contienen en el
inconsciente individual de cada persona tanto como en el Subconsciente
Colectivo de toda la Humanidad. Aunque sus formas externas cambien en cada
cultura, su esencia común es reconocible; a través de un lenguaje no racional
de imágenes, el Genio Subconsciente avisa y aconseja al consciente para que se
limpie de lo que no le conviene y adapte sus esquemas emocionales y mentales a
las nuevas situaciones por las que atraviesa, de la manera en que más
correctamente puede el individuo fluir a favor de la Corriente Cósmica en ese
ciclo.
Ninguna droga puede
proporcionarte experiencias que no se hallen contenidas en las potencialidades
de tu ser. Si una planta de poder no consigue sino darte un atisbo pasajero de
ese estado de consciencia, de éste elevado nivel en que puede vibrar tu
energía, que no es más que un grado más alto que aquel en el que vibras
normalmente, imagínate a que niveles puede ascender la calidad de ese estado
cuando logras centrar tu vida en él, ya no con sustancias psicoactivas, sino
llenándote de amor a todos los seres y de unicidad... y vivenciándolo de una
manera al menos tan continua, como vivenciamos nuestras limitaciones, cuando
nuestra consciencia está centrada en el plano material convencional.
Ahora sé que existen
universos paralelos que conviven en el mismo espacio y tiempo, pero en distinta
dimensión de consciencia. Vivir en uno o en otro sólo depende de en que punto
sintonices (en qué canal fijes) el dial de tu atención principal.
Cuando acabó la sesión era
de noche. Ya estabámos fuera de la Casa de la Estrella sin que me acuerde muy
bien como salimos. En cada grupo, algún fiscal consagró y puso a rondar un pito
de Santa María... Cuando aspiré, sentí como si mis labios estuviesen cuatro
metros abajo de mí y el humo me llegara, sin casi sabor, por un largo tubo
invisible y transparente que hubiera en el aire, entre mi vehículo carnal y mi
consciencia. Así, pude darme perfecta cuenta de que mi cuerpo etérico estaba
aspirando los éteres de la hierba y que todavía me hallaba fuera del físico,
desdoblado, flotando unos dos metros por encima de él, aunque conectado a él
por un hilo sutil.
"Sólo existe un nivel
de consciencia por debajo del humano: El plano llamado "Infernus",
donde habitan las naturalezas irreversibles. Aquellas incapaces de asimilar el
único sentimiento que sustenta el mundo: el amor."
Carlos Pacini. Entrevista en
Junio 1988
Recuerdo otra noche en que
nos hallábamos reunidos en el Templo en una sesión de limpieza y cura. Esta vez
no era en Mapiá, sino en otra comunidad del Santo Daime cercana a la villa
amazónica de Boca de Acre, llamada Anhangás (pronunciar Añangás), sobre el gran
rio Purús, barroso afluente de la Cobra Grande, donde hice muy buenos amigos.
Varios mediums novatos
estaban prestando sus auras y sus cuerpos a la incorporación de espíritus
sufridores ansiosos por expresarse para pedir ayuda. Lo normal era que se
tratase de espíritus de desencarnados que precisasen confesar alguna cosa que
corroía sus conciencias, entrar en contacto con algun familiar para pedir o dar
perdón, resolver cualquier cuenta que dejaron pendiente al abandonar este mundo
o, simplemente, recibir consuelo y energetización espiritual, a base de
comunicación fraterna y oraciones, que les permitiesen aumentar su tasa
vibracional lo suficiente como para salir de las tinieblas angustiosas del Bajo
Astral donde se hallaban y ascender a planos más altos en los que pudiesen ser
acogidos por espíritus de mayor nivel.
No era raro encontrarse con
espíritus que, por causa de una muerte súbita o accidental, todavía no estaban
convencidos de que habían desencarnado (tan real se siente nuestro cuerpo
etérico, el verdadero vehículo multidimensional de nuestra consciencia), y que
tenían que desapegarse definitivamente del plano material; la mesa espírita
cumplía así una función de orientación, humanitario consuelo y ayuda energética
muy importante, además de servir para recibir a espíritus colaboradores de
mayor luz que trabajaban en aconsejar o curar a los encarnados que lo
solicitaran, lo cual contribuía a su progreso vibracional tanto como al de los
ayudados.
Desde que yo había llegado
al Brasil, hacía ya cinco años, estaba fascinado por el espiritismo, verdadera
religión práctica del país, aunque oficialmente la mayoría se declararan
católicos o protestantes; y no había perdido ocasión de infiltrarme, haciendo
de ayudante de muchos brujos, tratando de descubrirles el truco; porque en el
fondo, mi soberbio racionalismo europeo no podía aceptar que todo aquello fuese
otra cosa que pura autosugestión manipuladora actuando sobre un pueblo
ignorante, supersticioso y mucho más emocional que crítico.
Sin embargo, junto a mucho
que se sentía como impostura o ilusión, yo había presenciado también cosas
inexplicables, que abrían una brecha en mis esquemas racionales, y ahora, desde
que el Daime me proyectaba astralmente, entendía muy bien que la vida racional
no es más que un 10% de nuestra vivencia integral. Y en un ambiente como el de
la Selva Amazónica, que es el principal vórtice astral del Ser Tierra, el
porcentaje era aún menor.
De repente, todas las
energías de los participantes en la sesión se pusieron tensas; el cuerpo de uno
de los mediums fué incorporado de una manera más violenta que lo habitual y el
espíritu visitante se negaba a identificarse.
Las repetidas demandas del
comandante o jefe de sesión, un guerrero rubio de bigote y muy joven, hijo de
los primeros colonos del lugar, no obtuvieron resultado; así, nos dimos cuenta enseguida
de que aquella entidad no estaba allí para pedir luz, sino tratando de
posesionarse del cuerpo del medium, de sus fuerzas y percepciones.
- ¡Suéltalo! ¡Sube!
-ordenaba el jefe de sesión, comenzando a ponerse nervioso.
- ¡No lo suelto! ¡Este caballo
es mío! - Respondía el exú con una voz horrorosa, demoníaca, mientras el pobre
cuerpo invadido se doblaba como bajo un gran peso, contorsionándose igual que
si una marioneta de tela fuese.-
- ¡Que lo sueltes! -insistió
el comandante- ¡Suéltalo o vas a llevar pea!-
Justo entonces, el obsesor
trató de sacar a sacudidas el cuerpo del medium mas allá de las defensas
psíquicas del templo. El jefe de sesión lo agarró de un brazo y hubo un
tremendo forcejeo; los otros participantes estábamos asustados y no sabíamos
que hacer. Algunos dejamos nuestros puestos y corrimos a reforzarlo. Pero el
comandante acusó inmediatamente en sus fuerzas el debilitamiento de la sinergía
del grupo y el conato de pánico y se volvió a nosotros sin soltar el brazo,
bramando con imperiosa rabia: -¡Vuelvan a la mesa! ¡Sigan cantando! ¡Firmeza!-
Regresamos avergonzados a
nuestros puestos y reentonamos los himnos en tanto que aquel bravo guerrero se
debatía solo contra el pertinaz exú. De pronto, nos encontramos cantando un
himno enormemente elevador de la energía anímica grupal:
"He entrado en la
batalla al ver mi pueblo decaer
¡Hemos de vencer, hemos de
vencer,
hemos de vencer si a Dios
pedimos el poder!
¡Oh querida Virgen Madre,
que poder que tú me das!
¡Con tu fuerza y con tu luz
no me pueden derribar!"
En medio del himno, en
cuanto la sinergía mental del conjunto se elevó lo suficiente, otro medium
empezó a ser incorporado: era una mujer mulata muy flaquita, pero por el himno
saludatorio que los participantes entonaron enseguida, cantando con los ojos
cerrados, como si lo que se estaba desarrollando en el salón no tuviese
importancia comparado con lo que estaban viendo en la miración, percibí que el
espíritu que acababa de encarnarse era un poderoso guía del Inconsciente
Colectivo Indobrasileiro, el caboclo Tupinambá, flechero indígena de la falange
de Oxossi, el aspecto masculino de Venus, Señor del Bosque (el Inconsciente
profundo), del Aire (El Mental) y de los silfos (las inspiraciones intuitivas).
Inmediatamente se lanzó al
combate contra el exú, separando a nuestro comandante, quien regresó sudoroso y
reasumió su puesto a la cabecera de la mesa, exhortándonos de nuevo a mantener
la firmeza en el poder del Yo que Éramos, así como la conjuntada conexión que
conformábamos. Sumóse, con voz cansada pero marcial, al himno general, muy
estimulante, que nos seguía animando a todos a enfrentarnos a lo que fuera, y a
confiar en la pura energía de limpieza transmutadora de la Madre Divina, que la
concentrada cohesión del grupo canalizaba sobre sus aliados astrales y sobre el
medium, tras haberla invocado antes con nuestras oraciones cantadas.
Incorporado en la frágil
mulatita, el tremendo flechero del astral ya estaba librando feroz pelea con el
exú. Yo me hallaba tan pendiente de lo que ocurría en el plano físico, que
perdí por completo la miración; desde mi visión ocular habitual sólo daba para
observar a ambos mediums contorsionándose de un lado para otro, en un extremo
de la mesa, dirigiéndose golpes parecidos a los de la lucha popular brasileira
llamada Capoeira, con el puño cerrado o con la mano abierta, conformando
extraños mudras; pero con golpes que jamás llegaban a la piel, como si sólo
fueran dirigidos al aura envolvente del cuerpo.
El resto de la gente a mi
alrededor seguía cantando con los ojos cerrados, sin perder detalle de la lucha
real que se estaba desarrollando en el plano astral, en el espacio de la mente
colectiva. Por dos veces, el exú trató de sacar el cuerpo del medium fuera de
las protecciones del templo, y las dos veces el flechero le tapó enconadamente
la salida.
Durante la pelea energética,
el obsesor lanzaba rugidos entrecortados, en tanto que el guía lo instaba a
rendirse y a soltar al "caballo" en una extraña jerga gutural, mitad
portugués y mitad tupí-guaraní macarrónico. Por fin, el exú fué tocado por un
golpe fluídico en alguno de sus centros etéricos fundamentales y se desplomó.
En ese momento, el cansado
guía subió al astral y una nueva entidad de ayuda incorporó seguido en la
mulatita. Por el canto o punto saludatorio, entendí que se trataba de otro
flechero de la misma falange, el caboclo Arariboia, quien se lanzó a
la lucha de una.
Pero esta vez ya no hubo
forcejeo; tras unas puñadas y algunos pases magnéticos, el guía ascendió al
astral después de decir:
-Éste ya está arreglado.-
Dicen los brasileiros:
"Sube el Santo, baja el Santo"... así, todavía incorporó en la mulata
un guía más de la misma falange; la popular cabocla Jurema, una especie de
Diana Cazadora Lunar de la mitología subconsciente indígena, que además es el
espíritu de una planta de poder, tipo acacia o mimosa, cuya raiz contiene
dimetiltriptamina, el mismo alcaloide visionario que metaboliza la Rainha o
Chacrona. La cabocla fué saludada por todos con un alegre cántico:
"Jurema, su hoja cura,
Jurema, su flecha mata,
quien es hijo de Jurema,
jamás se pierde en las matas".
Moviendo el cuerpo de la
medium con una soltura graciosa que ésta, por sí misma, jamás tuvo y
devolviendo el saludo a la concurrencia como si de una cantora de samba se
tratase, simplemente se certificó del K.O. astral del obsesor, es decir, de que
ya estaba totalmente fuera de combate, y lo hizo regresar, sometido, a la
dimensión de los espíritus, donde había, sin duda, una guardia astral
esperándolo; dedicándose luego a dar pases al cuerpo del medium liberado, para
limpiarlo de todo resto de malas energías y realimentarlo etéricamente.
Después, lo dejó reposar y
reciclarse, mientras ella daba consejos médicos a algunos pacientes de la sala,
ya completamente relajada; consejos en los que abundaban baños
descontaminadores de malos fluídos y defumaciones con hierbas, hojas y cortezas
de la selva... Finalmente, pasó un rato departiendo alegremente con una vieja
conocida, ahijada suya, tal como dos comadres en el mercado, casi olvidadas del
resto del personal, que seguía cantando seriamente himno tras himno.
Cuando la simpatiquísima
cabocla regresó al Astral y hubo un descanso en la sesión, yo me acerqué a
ambos mediums. Ni la mulata ni el casi posesionado tenían la menor conciencia
ni recuerdo de todo lo que había sucedido en sus cuerpos quince minutos antes.
Me dijeron que habían estado viajando por una aldea de indios del Astral, donde
los trataron con mucho cariño, asistiendo como convidados a bellos cánticos y
danzas indígenas. El cuerpo del segundo medium se veía algo fatigado, pero su
voz sonaba tan tranquila como si hubiese acabado de despertar de una siesta
plácida.
Además de los Siete Grandes
Orixás, Primeros espejos reflectores de la Voluntad Divina, o Regentes
Planetarios, o Espíritus Puros Arcangélicos, o Hierarquía intermediaria de un
Dios Uno y Trino tan Alto, tan Pura Consciencia y tan innombrable que ni se le
representa ni se le ofrece culto, la Umbanda Afrobrasileira cultúa, o por lo
menos respeta, a una octava supra-entidad que se reconoce como El Príncipe de
Este Mundo: Exú, el Ego Dualista, sumergido todavía en el conflicto mental
interno entre el bien y el mal, el Guardián del Umbral que separa la dimensión
física de las otras más sutiles y a quien, necesariamente, hay que pedir
permiso, contentar, convencer, sobornar, engañar o embriagar, para que abra la
guardia y permita la exteriorización de los arquetipos planetarios del
subconsciente profundo en su espacio mental semi-lógico, reservado normalmente
para la actuación exclusiva de nuestra personalidad, con todas sus máscaras
habituales.
Las fuerzas sutiles que
componen la entidad llamada Ser Humano, sean espirituales, mentales o astrales,
necesitan siempre un "substratum" material (conformado por
substancias de los cuatro elementos) que haga de medium o vehículo sensible
para su manifestación en el plano físico; este substratum es su polo negativo,
está dedicado enteramente a satisfacer las necesidades materiales del Ser, y lo
comanda una parte de Su Consciencia que en psicología se llama la Personalidad
y en Aumbhandan el Exú-Guardián.
El Exú Arquetípico es una
energía tan abstracta que, al igual que los Orixás, jamás incorpora
personalmente. En su lugar lo hacen su corte de exús sub-arquetípicos o
ectipos, entre los cuales hay, igual que entre los guías, entidades femeninas
que son representadas en la estatuaria de culto como una especie de guapas
diablesas llamadas Pomba-giras. El propio Exú se representa bajo la figura
clásica del Diablo, en el que los cristianos convirtieron al viejo dios Pan, su
competidor más resistente en el campo, el "pagus" latino, donde
demoró muchos años en dejar de ser cultuado por los "paganos" o
campesinos... con sus cuernos, patas y cola de fauno, representaba para ellos
el poder espontáneo y vital de la Naturaleza, la energía física pura, el poder
del sexo y la fecunda generación sobre la materia; mas tarde le fueron añadidos
capa roja y tridente neptuniano.
Pero eso sólo acontece por
causa del sincretismo: la confusa sustitución de sus símbolos ancestrales por
símbolos católicos que los esclavos africanos se vieron obligados a hacer
durante el período colonial, para poder seguir cultuando a sus espíritus
aliados bajo formas permitidas por los opresores.
Así, convirtieron a su Diosa
de la Luna en la Inmaculada Concepción, al Dios de la Guerra en San Jorge y al
de la Caza, un flechero, naturalmente, en el asaetado mártir San Sebastián. San
Sebastián era la figura cristiana trás la que los esclavos negros de la colonia
habían cultuado a su viejo Orixá, el flechero Oxossi, Señor de la Selva y de
los silfos astrales, que son las consciencias que animan al más puro de los
cuatro elementos materiales, el aire, y lo comunican con el quinto sutil: el
elemento Éter, donde la energía pura del Verbo comienza a moldearse en forma.
En realidad, el concepto
africano de Príncipe de la Tierra dista bastante del concepto católico del
diablo:
Después de crearse la
Inquisición en 1231 en Alemania para combatir la herejía maniquea, después de
quemar en Verona en 1278 a doscientos Cátaros y de ahogar en sangre el Sur de
Francia en la Cruzada contra los Albigenses, el sector más conservador y
reaccionario del catolicismo institucional se fue convirtiendo... en una
religión maniquea. Es una ley: Cuando una idea se combate por la fuerza, ambos
contendientes acaban por parecerse y sintetizarse, los extremos se tocan.
El Maniqueísmo divide al
mundo en dos extremos opuestos irreconciliables, Dios y el Diablo, en perpetuo
conflicto... el dualismo convertido en religión.
El maniqueísmo de las
religiones del Libro, tanto el de los musulmanes Hausas que secuestraban a
poblados enteros de africanos para vendérselos a los negreros portugueses o
británicos, como el de aquellos supuestos cristianos blancos que también les
negaban el alma y los trataban como bestias de carga, acabó contagiando a los
pobres esclavos, que, conservando sus magias como única arma contra sus
explotadores, convirtieron al Exú Protector en Exú Vengador y todo su
resentimiento ante aquel inexplicable genocidio en formas-pensamiento de odio y
de rencor llamadas Kimbas, que eran los agentes astrales encargados de
canalizar la Magia Negra o Kimbanda hacia el tiránico amo.
Fué tan grande y tan
traumático el conflicto de las razas en el Nuevo Mundo, tales sus secuelas de
negatividad astral y magia negra, que desde poco antes del principio del siglo
XX, los Ascendidos Guías Astrales de cada raza (Los Payés indios, los Babaliawó
negros y los Maestros blancos), tuvieron que unir sus fuerzas para elaborar un
sistema magístico que contuviera elementos de cada tradición iniciática, para
que ayudase a despejar el ambiente y recondujese a la reconciliación, por medio
de adoctrinación, purificación, curación, consuelo, comprensión, solidaridad y
perdón, a los antiguos espíritus enemigos, enfrentados de nuevo en
reencarnaciones actuales, y que les brindasen oportunidad de resolver sus
ligaciones y deudas kármicas y unificarse.
Así se cuenta que nació la
ecléctica Umbanda... De la misma manera, fíjate lo que te digo, se está
ancorando ahora mismo en la egrégora de Acuarius a través de sus servidores más
sensibles, un sistema magístico global que será capaz de conciliar y aunar en
un objetivo de elevación multidimensional común a todas las razas y culturas
del Planeta. Y eso es el transfondo más importante, unicista y no
dualista, de toda la filosofía de la Nueva Era puesta en acción,
cara a la creación del Otro Mundo Posible.
El dualismo extremista es
una mentalidad extraña al buen espíritu africano, tan lleno de ritmo que su
vaivén risueño, danzando cadenciosamente de uno a otro extremo, parece justo lo
contrario de la rígida polarización inmovilizada en un extremo, desde donde se
niega y combate al otro, que acabó con el equilibrio helénico cuando el maniqueismo
zoroástrico-judío-cristiano sustituyó, por decreto de Constantino, a los viejos
dioses olímpicos de la Civilización Grecolatina.
El símbolo de la Umbanda
Esotérica es una ese acostada cuyos extremos se unen por una línea horizontal
Una de las curvas de la ese se comba por encima de la línea horizontal, la otra
por debajo [††††]. Es un signo dinámico, vivamente unicista, alquímico,
conciliador y sintetizador de los extremos, como el Yin-Yang taoísta. No es de
extrañar que el arquitecto Oscar Niemeyer lo escogiera como modelo estructural
de su diseño del espléndido Edificio del Congreso, en Brasilia, donde los
representantes elegidos por el pueblo elaboran y votan las leyes; una cúpula
abierta, acogedora, receptiva, junto a otra cerrada, íntimamente recogida en
meditación. Entre ambas, un plano horizontal bien pegado a tierra que las
comunica. Excelente forma simbólica para expresar la armonía convivencial y el
talante conciliador del crisol de razas y culturas que va siendo, cada vez más,
el Brasil, Gran Madre Continental, el país con mayores potencias acuarianas que
conozco, tan amoroso, tan amado... ¡Saravá Brasil!
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